Llegar hasta el escondite de Jhon Jairo Herrera Palencia, alias JJ o El Flaco, no fue fácil para la Policía. Detrás de su captura, hubo un laborioso trabajo de inteligencia, con el análisis de 300 horas de videos y un sigiloso seguimiento a través de interceptaciones telefónicas y fuentes confidenciales. JJ, un explosivista de la disidencia del Frente 33 de las Farc, era un objetivo de alto valor para las autoridades.
El Frente 33 de las Farc, liderado por ‘Jhon Mechas‘ y ‘Richard’, había enviado a JJ a Cúcuta desde el Catatumbo con una misión clara: reorganizar una célula urbana para cometer atentados y desatar una guerra contra bandas criminales, entre ellas, la temida AK47. El violento enfrentamiento entre estas dos facciones estaba destinado a sembrar el caos en la ciudad.
La captura de JJ se produjo el sábado pasado en el barrio Ospina Pérez, de la ciudadela Juan Atalaya, después de una intensa búsqueda. La importancia de su detención radica en los planes que estaba trazando y en los atentados que ya había perpetrado.
El nombre de ‘JJ’ comenzó a resonar en los círculos de investigación tras el atentado del 11 de agosto del año pasado en el Aeropuerto Internacional Camilo Daza. Ese día, Herrera Palencia se movilizó en una motocicleta por varias calles de Cúcuta, llevando un cilindro bomba en un maletín con la intención de detonarlo dentro de la terminal aérea. Pese a la seguridad del lugar, JJ logró introducir el explosivo, exponiendo una vez más las vulnerabilidades de la terminal aérea de la capital de Norte de Santander.
Hacia las 7:45 de la mañana, los técnicos en explosivos de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) colocaron una contra carga sobre el maletín. Al detonar, reveló un cilindro de gas cargado con explosivos. Los expertos actuaron con calma para desactivar el artefacto, llevándolo a una zona segura para destruirlo de manera controlada.
JJ llevaba seis años en la organización ilegal, donde se encargaba de realizar actividades de inteligencia criminal en Ábrego, Ocaña, Tibú y Cúcuta. Según el coronel William Quintero, comandante de la Policía Metropolitana, JJ también tenía la tarea de activar las redes urbanas del grupo armado para atacar a las bandas criminales en Cúcuta, y coordinaba homicidios selectivos en la ciudad.
La guerra entre la disidencia del Frente 33 de las Farc y la banda AK47 está marcada por una serie de violentos enfrentamientos y atentados que han dejado una estela de sangre y terror en Cúcuta. Esta confrontación ha obligado a las autoridades a intensificar sus esfuerzos para desmantelar las estructuras criminales que buscan controlar el territorio y sembrar el miedo entre la población.
Tras 10 meses de investigación, JJ fue finalmente detenido. Durante el allanamiento a la vivienda donde se escondía, se le incautó un revólver, una granada de fragmentación y municiones, reafirmando su peligrosidad y la amenaza que representaba para la seguridad de la ciudad.
La captura de JJ es un golpe significativo para la disidencia del Frente 33 de las Farc, pero también un recordatorio de la constante amenaza que representan estas organizaciones para Cúcuta. La declaración de guerra entre la disidencia y la banda AK47 es un reflejo del complejo entramado de violencia que enfrenta la región, donde la lucha por el control territorial y el poder se libra en las sombras, dejando una estela de miedo y desconfianza en la comunidad.
El enfrentamiento entre estos grupos no solo afecta la seguridad de los habitantes, sino que también pone en riesgo la estabilidad económica y social de la ciudad. La guerra en las sombras continúa, y mientras las autoridades logran capturas importantes como la de JJ, el desafío de desmantelar estas organizaciones persiste, en una lucha que parece no tener fin.