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«Busco influencers para desmentir las calumnias de la oposición, hacer pedagogía en temas que un sector de la prensa tergiversa, comunicar los logros del gobierno y de la entidad que dirijo e informar sobre las convocatorias que hacemos para ayudar a la población más vulnerable”.
Este fue la convocatoria que hizo, a través de la red social X, Gustavo Bolívar quien para unos es el escudero mayor del presidente Gustavo Petro y para otros, un chiflamicas.
Lo que debió decir Bolívar, para ceñirse a la realidad, es que busca OTROS influencers porque desde hace rato hay en la nómina estatal gobierno un grupo de estos seudocomunicadores dedicado a alabar todo lo que hace el gobierno y a caerle a la yugular a todo aquel que cuestiona sus ejecutorias.
Según un informe publicado por Las 2 Orillas, los influencers que tienen contrato con el gobierno y que son pagados directamente por RTVC (antes Inravisión) cuyo director es el periodista y maltratador de mujeres Hollman Morris, son Wally, Don Izquierdo y María Nini Echeverry.
El mejor pago de ellos, es Wally, quien gana más de 200 millones al año a través de un contrato directo con RTVC y otros $189 millones mediante un contrato suscrito por su asesor Nicolás Javier Garzón con Colombia Eficiente.
Le sigue en ingresos Celso Tete Crespo quien tiene un contrato por más $120 millones con el Ministerio de Medio Ambiente. Luego está María Nini Echeverry cuyo contrato, superior a los $ 110 millones y lo comparten RTVC y el Departamento Administrativo de la Presidencia que asume el monto mayor, superior a los $ 83 millones.
Por la vía de Colombia Eficiente están contratados para mover las redes sociales con sus contenidos Lalis Smile, Ricardo Andrés Malagón y Nicolás Javier Garzón asesor de Wally.
Es decir, el Gobierno de Gustavo Petro gasta más de mil millones de pesos al año para que unos personajes, que en conjunto tienen más de 7 millones de seguidores, hablen bien de él. (A pesar de lo difícil que resulta hablar bien de este gobierno, si me pagan semejante platal, a lo mejor me animo a hacerlo).
Pero lo que demuestra la nueva convocatoria que hace Gustavo Bolívar es que esa platica se perdió, porque la imagen del presidente Petro sigue por el suelo y las más recientes encuestas señalan que la desfavorabilidad de su gobierno supera el 70 %.
Es natural que así suceda. Petro se puede gastar los millones que quiera para que hablan bien de él, pero los hechos son tozudos y mientras siga gobernando con las patas y mientras los escándalos de corrupción sigan pululando, los colombianos seguirán pensando que es un pésimo presidente.
Una de las diferencias fundamentales entre un gobierno democrático y una dictadura es que mientras el primero trata de hacer las cosas lo mejor que pueda, para que los medios proyecten una buena imagen suya, las dictaduras, que suelen gobernar mal y cometer todo tipo de atropellos, pretenden construir una nueva realidad, su propia realidad, para intentar tapar sus metidas de pata y sus atropellos.
En Cuba, el único medio de comunicación que existe es el diario oficialista Gramma; en La Unión Soviética los ciudadanos se enteraban de lo que pasaba a través de Pravda, el órgano oficial; En Venezuela la prensa libre se acabó por las persecuciones de toda laya adelantadas por el gobierno.
Y ahora, en Colombia, Bolívar pretende usar un ejército de influencers para venderle a los colombianos la idea de que Petro es la versión caribeña de Winston Churchill.
Al final esos intentos resultan inútiles. La población siempre termina enterándose de la verdad verdadera, antes por el voz a voz y hoy gracias a las redes sociales.
La mejor prueba de ello es lo que ocurre en Venezuela, donde a pesar de que el gobierno de Nicolás Maduro cuenta con un poderoso aparato de comunicaciones y controla las redes sociales, no ha logrado ocultarle a su pueblo y al mundo la magnitud del fraude que cometió en las elecciones del 28 de julio.
Pero los gobiernos totalitarios insisten en intentar alterar la realidad porque siempre será más fácil empeñarse en ese esfuerzo, por inocuo que resulte, que gobernar bien.
Meto en la lista de dictadores a Gustavo Petro porque aunque no lo es, todavía, él piensa, camina y respira como un sátrapa
Y meto en la lista de dictadores a Gustavo Petro porque aunque no lo es, todavía, él piensa, camina y respira como un sátrapa. Y si se lo permitimos no duden que terminará engrosando la triste lista de tiranos latinoamericanos.
Lo peor de todo es que la estrategia de comprar influencers termina volteándose en contra del gobierno y de los propios influencers. Porque en lo sucesivo cualquiera que salga en defensa de Petro y sus amigos queda bajo sospecha de ser un mercenario digital.
Con lo cual toda afirmación a favor del gobierno automáticamente es sospechosa de ser paga. Y por lo tanto no tiene el menor valor.
Por lo pronto, no le crean una palabra a lo que publiquen: Wally, Celso Tete Crespo, Maria Nini Echeverry, Lalis Smile, Ricardo Andrés Malagón, Don Izquierdo, Derli López, Mauro Picotto, Sandra Chindoy, Wilson Suaza.
Ellos no hablan por convicción sino por consignación.
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