El hombre, que recibirá la eutanasia, sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas en 2015. En ese momento también contempló dejar este mundo; pero no era legal
A pocas horas de que Javier Acosta se someta a la eutanasia, varios han sido los detalles que han salido a a luz sobre su vida antes de tomar la valiente decisión. El hombre, de 36 años, contrajo una bacteria en una piscina en el municipio de Melgar en 2019 y desde entonces ha tenido que luchar contra una osteomielitis que ha afectado sus tejidos, sus huesos y su sangre, razones suficientes para querer recibir el procedimiento. Aun así, esta no es la primera vez que el hincha de Millonarios verá de frente a la muerte, pues antes de contraer el microbio, había sufrido un accidente que lo dejó en silla de ruedas y que contó a través de los micrófonos del Cartel de la Mega hace 8 años.
Después de conocerse la noticia de que Javier Acosta recibirá la eutanasia este viernes 30 de agosto a las 12 del mediodía, el director de ‘El Cartel de la Mega’, Daniel Trespalacios, decidió rememorar una entrevista que se le hizo al hombre en el programa en el año 2016. El hincha de Millonarios fue invitado a la sección paranormal del espacio radial, por cuenta de la experiencia cercana a la muerte que había vivido en 2015, cuando fue a ver a su equipo del alma a Tuluá. Javier dio detalles inéditos de la lucha que tuvo que vivir después de quedar casi como un vegetal y que, incluso, lo llevaron a pensar en dejarse morir, aun cuando la eutanasia, a la que ahora si se va a someter, no era legal en el país.
La experiencia cercana a la muerte de Javier Acosta
En los primeros minutos de la entrevista, Javier Acosta narró los sucesos que lo llevaron a estar postrado en un hospital por un buen tiempo y que, finalmente, lo dejaron en silla de ruedas. El hombre decidió ir al Valle para ver jugar a Millonarios y, terminado el partido, tomó su motocicleta y decidió regresar a la capital del país. Para ese viaje, el fanático había ido acompañado; pero decidió devolverse solo porque «tenía un mal presentimiento». Es más, era tal su sensación de desazón, que minutos antes de sufrir el accidente, llamó a su mamá desde la carretera, algo que no acostumbraba a hacer, para avisarle de su regreso.
Minutos después, yendo en compañía de la caravana de buses de los demás fanáticos embajadores y llegando a un peaje, fue cuando ocurrió lo inesperado, o lo esperado por él. Uno de los buses lo chocó por detrás, lo mandó volando hacía el bus que tenía al frente y después lo arroyó antes de poder reaccionar. En ese momento se bajaron algunas personas que lo conocían para auxiliarlo; pero inició una batalla campal con hinchas de otro equipo que los esperaban para una emboscada. Javier narró cómo, moribundo, solo veía a sus compañeros intentar resguardarlo de la furia de los otros fanáticos.
Fue entonces cuando empezó el tire y afloje con la muerte, y aun cuando podía ver todo lo que ocurría alrededor, también empezó a rememorar cosas que había vivido hasta ese momento. Empezó a sentir frío y vio a una persona sin rostro que lo estaba cargando por detrás. «Era una sombra negra que no decía nada» contó, y que desapareció luego de que lo montaron a un carro para llevarlo al centro médico. Al llegar, lo remitieron al Hospital San Juan de Dios de Melgar y durante el viaje dejó de sentir absolutamente todo; pero empezó a tener presente a todos su familiares, amigos y personas con las que se había relacionado.
Al llegar al hospital, lo llevaron inmediatamente a sala de cirugía y fue entonces cuando su alma se desprendió de su cuerpo. Tras aplicarle la anestesia, se pudo ver a sí mismo y a todos los que estaban junto a él. «Se despliega mi alma, me veo ahí. Habían 9 médicos y mi acompañante. Estaba de pie, vestido; pero el que estaba acostado era yo también (…) Yo me hablaba a mí mismo», narró. El hombre también contó que empezó un viaje donde pudo ver su nacimiento, su bautizo y rememoró un montón de momentos que había vivido a lo largo de su vida, hasta que finalmente escuchó una voz que lo llamaba hacía una «luz blanca». Entonces sintió un jalonazo hacía atrás y despertó en la camilla.
| Vea también: Cuál es la bacteria que afecta a Javier Acosta, el hincha de Millonarios que recibirá la eutanasia
El momento en el que pidió que lo dejaran morir
Después de tener esa experiencia sobrenatural, Javier Acosta despertó al día siguiente, acompañado de su mamá. No podía moverse, no tenía olfato, gusto, ni oído, veía con dificultad y, debido a esa sensación de «sentirse fuera de si mismo», pensó que estaba muerto. El diagnóstico de los médicos no era positivo, en muchos momentos volvió a «morir» y tuvo que ser reanimado. Y ya cuando estuvo estable, le dijeron en más de una ocasión que no iba a volver a caminar, que no iba a volver a sentarse, que iba a estar siempre acostado. Durante ese tiempo lo bañaban, le daban de comer y fue entonces cuando se preguntó «¿Para qué me quedo, si no sirvo para nada?»
Entonces fue cuando pensó en quedarse como «alma», pues estando en ese estado podía moverse, viajar, recordar, cosas que estando despierto no podía realizar. «Yo les decía a las enfermeras -vea, ponga mi nombre, ahí tiene mi huella. Hágalo ¿Por qué no lo hacen?-» refiriéndose a que lo dejaran morir; pero para ese momento la eutanasia no estaba permitida. Los enfermeros le dieron la esperanza de que si estaba vivo era porque tenía un propósito, razón por la que empezó a abandonar esa idea de partir de este mundo.
Este 30 de agosto, después de haber vivido esa experiencia cercana a la muerte y haber sobrevivido, Javier Acosta volverá a verla de frente y por decisión propia. Tal vez parece una ironía de la propia existencia haber vivido después de ese accidente, para contraer 4 años después la bacteria que lo llevó a someterse a la eutanasia; pero durante estos 9 años, tras el accidente, tal vez el hombre vivió algo que debía vivir y, tal vez, sí cumplió su propósito. Este 30 de agosto no sentirá el jalón que lo devolverá a este mundo material y podrá ir a la luz, a tener paz y a despedirse de sus dolores. La entrevista completa aquí:
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