Por su tamaño y por sus más de 50 años operando todos los días, excepto durante la pandemia cuando algunas bodegas empezaron a cerrar los domingos, Corabastos es sin duda la plaza de mercado más grande de Colombia.
Es una sociedad de economía mixta con participación mayoritaria del sector privado (52,08 %) con 1.300 accionistas y un 47,92 % del sector público, liderado por el Ministerio de Agricultura, la Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía de Bogotá, representados con funcionarios delegados.
En marzo pasado, la Asamblea conformó la actual Junta y allí tienen asiento por el sector privado: Héctor Franco López, Honorio Camelo Suárez y Lucas Escobar Barragán (principales) y Henry Castro, José Ramiro Carvajal Ortiz y Martha Velásquez Vigoya (suplentes) y recientemente, Corabastos quedó con una pequeña participación del llamado Grupo Bicentenario.
Una idea de hace más de 50 años que sigue vigente
Fueron el presidente Carlos Lleras Restrepo y el alcalde de Bogotá, Emilio Urrea Delgado, quienes concibieron la idea de tener una gran plaza de mercado después de que expertos de la Universidad de Michigan y el Fondo de Alimentos para las Naciones Unidas (FAO) recomendaron este tipo de infraestructura para las ciudades colombianas con más de 150.000 habitantes, pero quien la materializó fue Misael Pastrana Borrero.
En ese entonces, Bogotá tenía cerca de tres millones de habitantes, altos precios y precario abastecimiento de alimentos. Por eso hubo cierto alivio cuando el 20 de julio de 1972 se abrieron las puertas de la plaza de mercado más grande del Colombia: Corabastos, gerenciada hoy por el abogado Javier Salcedo Caycedo, quien también lidera la recién creada Federación Nacional de Centrales de Abastos.
Con base en la experiencia de Corabastos, nacieron y crecieron la Central Mayorista de Antioquia, Granabastos Caribe, Cavasa Valle del Cauca, Centroabastos Bucaramanga, Mercasa Pereira, Cenabastos Cúcuta, Mercabastos Valledupar, Mercar Armenia, Surabastos Huila, Abastos del Llano Villavicencio, Centroabastos Duitama, Abastos de Sincelejo y Mercabastos Bosconia que integraron la Red Nacional de Centrales de Abasto, organización que le dio paso a la naciente Federación.
El peso y los pesos que se mueven en Corabastos en Bogotá
Corabastos, que tiene un área de 420.000 metros cuadrados, es otro mundo. La plaza está ubicada cerca a la Estación Banderas de Transmilenio, en el suroccidente del Distrito Capital, tiene 5.600 comerciantes mayoristas y minoristas que compran y venden un promedio de 6.962 toneladas diarias de productos agropecuarios procedentes de Cundinamarca (44 %), Boyacá (16 %), Meta (14 %), Tolima 3,9 % de la Sabana de Bogotá con 3,1 % y otros países como Chile y Canadá, por ejemplo.
Esta ciudad dentro de la ciudad, tiene además 57 bodegas para venta y almacenamiento de los productos alimenticios; una red de fríos para conservación de frutas; tres cámaras de congelación y tres de refrigeración, así como un túnel de congelación rápida y un edificio de administración. Allí, se emplean aproximadamente 25.000 personas en cargos directos y 250.000 en cargos indirectos.
Hasta 2006, las vías de Corabastos eran un desastre, llenas de huecos y cuando llovía, la malla vial se convertía en un pantanero, pero hoy el mantenimiento lo tiene la Concesionaria Covial S. A. que cobra un peaje de $ 6.200 para las motos y vehículos pequeños, que es lo más barato porque las tractomulas pueden llegar a pagar entre $ 60.000 y $ 70.000.
Se estima que a la gran plaza de mercado ingresan unos 1.500 vehículos de carga, y contando a tenderos y amas de casa, se calcula que cerca de 10.500 vehículos pagan ese peaje diario y están bajo control de la Policía de tránsito. Además, se cuenta con servicios de parqueadero, dos estaciones de gasolina, diagnosticentro, oficinas comerciales, centro médico, odontológico, restaurantes, cafeterías y presencia de 16 entidades bancarias, aunque el efectivo es el medio de pago más utilizado, como reflejo de la presencia de una economía informal.
Por lo vivido en el pasado donde hubo denuncias de presencia de paramilitares y diferentes tipos de organizaciones ilegales, en Corabastos, la seguridad es prioridad para todos, pues la administración ha invertido cifras del orden de los $ 27.000 millones en un contrato con una empresa de seguridad privada para contar con 357 personas y un convenio con la policía por $ 2.000 millones para tener 65 efectivos dentro de la Central de Abastos, personal del Gaula, la Sijín y el Tránsito.
Esas inversiones incluyen la instalación, mantenimiento y operación de cámaras de vigilancia. Aparte de la seguridad y en línea con lo que el Gobierno Nacional se ha propuesto, la Central de Abastos de Bogotá está estudiando la posibilidad de incursionar en el uso de paneles solares y en el desarrollo de una aplicación (app) para los diferentes usuarios de la plaza de mercado.
Doña Patricia también mandó durante 20 años en Corabastos
Doña Patricia Daza llegó al negocio de un familiar en la plaza de mercado de Corabastos en 2004. Hace un mes se pensionó y durante la pandemia se hizo famosa en la plaza de mercado como “corresponsal” de una emisora con cubrimiento nacional (Blu Radio) para contarle al país si la manzana, la pera y el kiwi, productos importados, habían subido o no, durante el confinamiento.
Ella se ríe para aclarar que más que esa experiencia, lo que amó de la plaza durante los 20 años que llegó a trabajar cada día a las 3 de la madrugada, fue todo el movimiento mientras la ciudad dormía, pues a esa hora, “la vida apenas estaba empezando y me encantaba”, dice doña Patricia, madre de un hijo, al recordar sus días como Jefe en una gran importadora de frutas.
Ella es #DoñaPatriciaRecomienda, la nueva corresponsal de @BluRadioCo en Corabastos y quien en #MañanasBlu nos actualiza a diario con los precios de los alimentos
¡Tome nota! 👉 https://t.co/pZBP6ePWSw pic.twitter.com/pb9LlG320G
— BluRadio Colombia (@BluRadioCo) July 15, 2022
Los zares que aparecen en las plazas de mercado y Centrales de Abasto
Producto de todo ese movimiento de comprar, vender y recatear, común en todas las Centrales de Abastos del país, aparecen de vez en cuando y de cuando en vez, grandes comerciantes en cada producto, es decir el “duro” o el llamado “zar”, por ejemplo, el de la cebolla, de la zanahoria o de la papa, quienes suelen tener el poder de mover los precios, por obra y gracia de la ley de oferta y demanda.
Ante esa competencia despiadada y a veces desleal que se vive también en las Centrales de Abasto, aspirar a convertirse en comerciante no es tarea fácil, empezando por el alquiler de un espacio de 20 metros cuadrados que puede costar $16 millones mensuales. Por si fuera poco, los “duros” que mandan en esos mercados, no son huesos fáciles de roer.
Sin los coteros, la plaza de mercado de Corabastos no se movería
A Doña Patricia Daza no le interesan mucho los “zares”. Para ella, las verdaderas estrellas de Corabastos son los coteros porque sin ellos, de ninguna manera podría moverse la plaza, pues llevan los productos de un sitio a otro, de los camiones a las bodegas, descargan mulas, ganan poco y trabajan 20 horas diarias, llegan a las 10 u 11 de la noche a las bodegas y salen a las 6 o 7 de la noche del día siguiente. Los coteros, en promedio, cobran $350.000 por descargar un camión.
Los coteros descargan mulas con productos perecederos, frutas de Chile, Estados Unidos, España o Perú y también muchísimo arroz, lenteja, garbanzo, maíz pira, fríjol sangre toro y alpiste que llegan de Canadá. Los coteros, en su mayoría son jóvenes que viven en los alrededores de Corabastos, en los barrios María Paz, Patio Bonito, Soacha o Usme y llegan en bicicleta, buses o colectivos que trabajan en estos barrios para llevar empleados a la plaza de mercado.
De zorrero a comerciante en Corabastos en tres décadas
Doña Patricia Daza recuerda con cariño la exitosa historia de Fabián Jaramillo, a quien conoció llevando y trayendo una zorra (carrito con cajas). El conformó su cuadrilla (5 o 6 personas) para descargar camiones (mulas), después pasó a manejar las entradas y salidas de mercancía en una importadora y hoy tiene un puesto como comerciante en la Bodega Popular.
Fabián Jaramillo lleva 30 años en Corabastos, toda una vida. Su mamá lo empezó a llevar a la plaza cuando él tenía 6 años porque no había con quien dejarlo y él le ayudaba a vender fruta “brindada”, es decir, al menudeo y por paqueticos a las personas que iban a mercar. Luego pasó a recoger mercancía con los vales al portador que se usan en la plaza y pueden representar millones de pesos.
Es empírico y con cierta nostalgia reconoce que descuidó el estudio por trabajar juicioso. Empezó devengando $5.000 y a medida que fue “ganando conocimiento”, trabajó en varios negocios. Después decidió lanzarse al ruedo comprando una zorra de tubo que en su momento le costó $120.000, la cual pagó en cuatro meses.
En este “otro mundo” que es Corabastos, recorría distancias que demoraban 20 minutos en ir y volver de la plaza a los barrios Patio Bonito o a Banderas hasta con 20 cajas, sin parar a tomar tinto o charlar.
Así logró conformar una cuadrilla de 12 personas y llegó a tener 19 zorras trabajando, pero algunas circunstancias adversas lo motivaron a buscar un espacio y lo encontró en la Bodega Popular, una de las 57 bodegas que tiene Corabastos, donde empezó pagando $800.000 de arriendo por un espacio de un metro cuadrado en donde alcanzaba a colocar unas 15 o 20 cajas.
Después de varios años de esfuerzo, trabajo y sacrificio, ha logrado alquilar un espacio de unos 20 metros cuadrados en donde ya logra acomodar unas 200 o 300 cajas con las que ahora puede sostener a su familia y especialmente a su mamá que le enseñó a ganarse la vida en la plaza de mercado de la Corporación de Abastos de Bogotá Corabastos.
Historias como la de Doña Patricia Daza o Fabián Jaramillo se han tejido en la plaza de mercado más grande de Colombia, donde cientos de productores, comerciantes, coteros, tinteros han dedicado su vida para asegurar que en Bogotá no falte la comida que llega del campo.
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