La Iglesia Católica celebra hoy en todo el mundo el Día de los Fieles Difuntos, por eso, en Santa Marta y todo el Magdalena, los campos santos se disponen a recibir muchos fieles devotos que van a visitar las tumbas de sus seres queridos y hacerles oraciones para que sigan gozando de la presencia de Dios Padre en el cielo.
Esta tradición religiosa se mantiene, especialmente en la región Caribe colombiana, donde no solo se visitan los cementerios, sino que también se asiste a la Eucaristía en memoria de los seres queridos que han fallecido.
La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.
La tradición de rezar por los fieles difuntos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Según la creencia religiosa cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, las personas que siguen viviendo sí pueden ofrecer sus obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración, se puede ayudar a los seres queridos fallecidos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos en una fecha especial como hoy.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia instituyó un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra para que gocen de la vida eterna en el cielo.
La Iglesia Católica recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan ver a Dios. “No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”.
Nuestra oración por los difuntos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
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