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La noticia de que Vicky Dávila se lanza para aspirar a la Presidencia ha sido vista como buena, para unos porque creen en sus posibilidades de éxito, para otros por el alivio que supone su renuncia a la dirección de Semana.
Veamos una comparación entre el ideal de candidato y la situación de la recién lanzada.
1En cierta forma se la juega a que se repitan las condiciones de la elección anterior y el antipetrismo (de derecha y de centro) no pueda consolidar ningún candidato y opte por quien enarbole la bandera de la anticorrupción como sucedió con Rodolfo Hernández.
2. El candidato debe tener condiciones de gobernante. Incluye un mínimo de formación de estadista (noción de que es el Estado, porqué y para qué existe).
Vicky Dávila ha concentrado su vida en el periodismo, y, como ella misma lo reivindica, en especial en denunciar casos de escándalos. Su aproximación a la Teoría de Estado se limita que nada funciona donde hay ‘corrupción’. Repite la ‘defensa de la democracia’ sin distinguir la palabra que expresa los valores que esta supone defender (justicia social, redistribución del poder, de la riqueza, y de las oportunidades) de la propuesta que, entre otros mecanismos como la separación de poderes, las decisiones en elecciones por mayorías, etc., incluye la defensa de la libertad de prensa, a la cual parece reducirse lo que le importa de la noción de Estado.
3. También, dentro de la idea de que se es candidato para volverse gobernante, se requiere un mínimo capacidades como administrador y de conocimiento de lo que se va a gobernar. Es decir que la cabeza del ejecutivo requiere algo de trayectoria y experiencia en lo que se va a asumir.
De Vicky Dávila no se conoce ninguna experiencia de administrar algo o de participar en alguna ejecución o análisis de lo que motiva una decisión de gobierno. Se resalta su dominio para encontrar fallas puntuales -casi siempre de personas- que puedan volverse rating por la condición real o creada de escandalosos; pero poco o nada de comentarios o referencias que indiquen cuáles son los aspectos positivos que ve o que apoya de lo que sucede en el país.
4. Además, un candidato al igual que un gobernante, debe tener una orientación ideológica y la capacidad de liderazgo para acompañarla.
Vicky Dávila se precia no solo de no ser más que periodista sino de que esa condición la obliga a ser neutral, independiente, trasparente, o sea ni adherir ni tener ninguna clase de simpatía por propuestas que impliquen compromisos diferentes de denunciar lo que no debería suceder. Tiene a su favor la popularidad que le da su actividad pero eso no asegura ni muestra la ascendencia que caracteriza un liderazgo.
5 En fin, nadie puede gobernar sin un equipo. Equipo que haya compartido el proyecto que se propone y conozca tanto lo que se busca como los pasos y etapas para adelantarlo; que tengan conocimientos y capacidades específicas para acompañar la responsabilidad tan grande como la de manejar un país.
Toda medida o decisión tiene aspectos positivos y negativos. Acudir a motivar las emociones y evitar controvertir los contenidos es un estilo que ha prosperado en los medios, las redes, y la política; Vicky Dávila cuenta seguramente con quienes le son afines en ese campo. Por ejemplo y muy seguramente podría hacer equipo con quienes la acompañaron en Semana, o fácilmente formar un equipo alrededor de quienes comparten ese estilo, pero eso solo multiplicaría las condiciones de ella sin subsanar ninguna de sus limitaciones o vacíos.
En nuestro medio se decía que todo colombiano aspiraba o consideraba que podía ser presidente. La tendencia es a confirmar que así es, pero no en el sentido positivo de que con suficientes méritos tal posibilidad existe, sino lo contrario en cuanto a que lo que se nota cada vez más es que sin ninguna idoneidad se puede aspirar a ese cargo. No con propuestas sino encarnando emociones, contra la droga, contra la corrupción, en defensa de la moral, como si alguien hiciera campaña por lo contrario.
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