Cinco generaciones han puesto las Chispitas Mariposa en manos de niños colombianos. Mockus las prohibió en 1995. Hoy la empresa santandereana busca retomar su lugar
Las inolvidables Chispitas Mariposa, las luces de bengala que acompañaron las infancias de generaciones de colombianos, se niegan a desaparecer. Luego de innumerables obstáculos, prohibiciones, copia desleal de la competencia y sobre todo mala publicidad, la empresa santandereana se abre paso ante nuevos públicos. Esta es su historia.
El iniciador de las Chispitas Mariposa: el primero que dominó el fuego
En la década de 1880 Leopoldo Núñez, un fotograbador santandereano, aprende la técnica del fuego y desarrolla su pasión fabricando productos pirotécnicos que marcaba con una mariposa que representaba la variedad de colores, la elegancia y la magia de los movimientos en el cielo. Los productos empiezan a ser comercializados al público en 1888, siendo identificados por su distintiva mariposa.
Tras el fallecimiento de Leopoldo, su hijo Milcíades Núñez continúa el legado pirotécnico de su padre y crea formalmente la que se convertiría en la primera empresa de pirotecnia en Colombia.
La empresa se consolida en la tercera generación de la familia cuando Alberto Núñez Pinto —hijo de Milcíades— desarrolla una gran variedad de productos e industrializa la empresa.
Las Chispitas Mariposa se consolidan como parte natural de las fiestas
Ya para 1978, luego de viajar a Venezuela y Alemania y conocer nuevas técnicas, crea las Chispitas Mariposa, las luces de bengala que han acompañado cada noche de velitas de las familias colombianas desde hace 46 años. Además, Núñez consolida su empresa como número uno en la realización de espectáculos pirotécnicos en todo el territorio colombiano.
En los años 90 la empresa —cuya sede principal se ubicaba en Floridablanca (Santander)— contaba con más de 400 colaboradores fijos durante el año, los cuales conformaban equipos de fútbol, baloncesto, ciclismo e incluso una tuna.
La prohibición y el declive intempestivo
Sin embargo, en 1995, con las restricciones promovidas Antanas Mockus, por entonces alcalde de Bogotá, las ventas disminuyen drásticamente y la empresa decae, lo que derivó en el despido del 95% de sus colaboradores.
En 2014, la hija de Alberto Núñez —cuarta generación de la familia Mariposa— toma las riendas de la empresa junto con su esposo ‘El gato’, un reconocido pirotécnico español. Juntos retoman la producción de Chispitas Mariposa, los demás productos fabricados por la empresa y la realización de espectáculos pirotécnicos.
Tras el fallecimiento de Alberto Núñez Pinto en 2018, su nieto, Alberto Peñalver, entra a apoyar el área de producción y comercialización de la empresa, logrando que las Chispitas Mariposa vuelvan a consolidarse en el mercado y creando una nueva línea de negocio enfocada en productos para distintas industrias.
Diversificación de la línea de negocio
Gracias a esta diversificación, Espectáculos Pirotécnicos Mariposa continúa siendo la empresa número uno de fabricación de pirotecnia en Colombia, no solo por los productos de venta al público en la época decembrina, sino por el apoyo a distintas actividades económicas.
En todo caso, por tratarse de un producto tan reconocido y con tanta recordación para los colombianos, distintas empresas han copiado el diseño original de las Chispitas Mariposa, por lo que hoy en día la empresa genera distintas campañas en torno a la identificación de las Chispitas originales, las de toda la vida, las únicas 100% colombianas.
Las Chispitas Mariposa y su legalidad en Colombia
Vale la pena resaltar que la actividad pirotécnica en Colombia se encuentra regulada mediante la Ley 670 de 2001, la Ley 2224 de 2024 y sus decretos reglamentarios y desde el año 2001 la Corte Constitucional mediante la sentencia C 790 de 2002 la reconoce como una actividad lícita; resalta que los alcaldes no están facultados para prohibirla, pues se garantiza el derecho al trabajo y las libertades económicas y de empresa de los ciudadanos.
En este contexto, desde 2022 Espectáculos Pirotécnicos Mariposa ha centrado sus esfuerzos en adelantar distintas campañas enfocadas en educar a los ciudadanos en el uso responsable de la pirotecnia, bajo el convencimiento de que la mitigación de las cifras de lesionados no radica en la prohibición sino en la educación.
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