Gracias a la ley 104 de 1890 se autorizaría el asilamiento de personas con lepra, no tendrían derechos civiles, ni cédula y contarían con su propia moneda
Si de por si la lepra fue una enfermedad bastante fuerte y casi una tortura para quienes la padecían, en Colombia no fue la excepción. Y es que eran tratados de una forma muy desagradable por su condición, incluso eran aislados y solo vivían con otros leprosos. Pero muchos se preguntan si fue tan drástico y dramático como en otros países ¿tenían otra moneda o acaso les quitaban la cédula?, estas y otras incógnitas son las que se resuelven en la impresionante historia de la lepra en Colombia.
Pero antes no sobra recordar un poco de que se trata esta extraña enfermedad, es una infección crónica producida por el bacilo Mycobacterium leprae. Esta daña especialmente los nervios periféricos y la piel, sin contar que afecta otras partes como los ojos, huesos y testículos. Causando consecuencias tan complejas como la desfiguración, la deformidad e incluso discapacidades por el compromiso neurológico o la ceguera.
Es una enfermedad tan antigua que se remonta al año 600 A.C, en la India y al 200 A.C, en China y Japón. Sin mencionar que en el libro más importante y popular del mundo la Biblia, se le menciona una enrome cantidad de veces. También las primeras pruebas científicas fueron halladas en un esqueleto egipcio y dos momias coptas del siglo II y AC y V Dc. Además, según historiadores tuvo proporciones de epidemia en la Edad sobre todo en Europa. No obstante, en Colombia también tuvo un gran contagio y la profesora de historia ‘La profe Jhoa’ habló al respecto.
Así comenzó la lepra en Colombia
Según lo explica la profesora en territorio colombino la historia de la lepra empieza en el siglo XVI, en Cartagena específicamente donde hubo los primeros registros. Allí se instalaron las primeras instituciones médicas para atender la enfermedad. Lugares que estuvieron en diferentes sectores, primero en Getsemaní, luego en lo que hoy conocemos como la fortalece de San Felipe y para finales del siglo XVIII, se desplazarían para la isla de tierra bomba, con la intención de alejar esa infección de la ciudad.
En ese último destino se instaló uno de los centros para leprosos más populares del momento, el lazareto Caño del Loro. Porque a quienes padecieran la enfermedad se les aislaba completamente y de hecho o no eran muy tomados en cuenta. Ya que durante la retoma de Pablo Morillo, varios enfermos de lepra sufrieron algo inimaginable, fueron quemados vivos y por si fuera poco para 1950 el lazareto fue bombardeado por el estado colombiano para erradicar la enfermedad de forma ‘definitiva’.
Sin embargo, para ese momento la población que vivía en Caño del Loro ya había sido trasladada para otro lazareto. Sin contar que también existía el lazareto de Contratación en Santander y el lazareto de Agua de Dios. Este último era el más relevante de todos, incluso su nombre tenía un significado bastante interesante, ya que allí se encontraban unas aguas termales que eran de gran alivio para los enfermos de lepra. Siendo la razón principal por la que la mayoría de ellos se aglomeraron en ese sitio.
El maltrato a los leprosos y el surgimiento de un municipio
Tanto así que fue declarado oficialmente un lazareto por la ley del 10 de noviembre de 1870 y aunque en un principio ir a estos lugares era algo voluntario llegó una ley que lo cambió todo. La ley 104 de 1890, que autorizaría el secuestro y asilamiento de persona que padeciera lepra según lo explica la ‘Profe Jhoa’. Lo más aterrador es que una vez ingresaran perdían todos sus derechos tanto civiles como políticos, no podrían votar, casarse, heredar, no podía tener hijos, les quitaban la cédula colombiana que era reemplazada por una del lazareto donde se les clasificaba como enfermos.
También tenían su propia moneda y cual prisioneros de cárcel estaban enrejados con un alambre de púas, además de estar custodiados por siete retenes militares. Y es que no discriminaban, en el lugar había niños, ancianos y todo tipo de personas. Ya que una vez los diagnosticaban eran encerrados en contra de su voluntad y tenían que quedarse allí hasta el día de su muerte, por lo que muchos de ellos partían de este mundo sin volver a ver a sus familias.
Moneda 50 Centavos 1928 Para uso exclusivo en los Lazaretos de Colombia (lugares aislados para personas con lepra) pic.twitter.com/K2TUofgrCM
— Monedas de Colombia 🇨🇴 (@MonedasColombia) December 21, 2015
Y aunque era una crueldad, estas personas intentaron adaptarse y en el lugar se empezaron a vivir diversas dinámicas sociales como eventos religiosos, de entretenimiento, prácticas deportivas y hasta muestras artísticas. Incluso estaban personas muy brillantes y recordadas como el jurista Adolfo León Gómez y el compositor y pianista Luis Antonio Calvo. Además, la historia también daría un giro para bien con el descubrimiento de que la lepra podía tratarse.
Para suerte de muchos en 1961 se eliminaron todas las medidas de aislamiento, permitiendo que la gran cantidad de personas que habitaban esos lazaretos recuperaran su libertad, además de sus derechos civiles y políticos. Pero ocurrió algo aún más interesante, de Agua de Dios nadie quiso salir, pues allí ya habían construido su nueva historia. Razón por la que más adelante el gobierno declaro este lugar como un municipio. Así es, el municipio que en un principio se creó con enfermos de lepra.
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