Vive con su esposa, la Mona González, en la finca familiar ubicada en Rionegro, la misma donde lo capturaron y se le ha visto en el icónico Club El Rancho
Hace una semana Fabio Ochoa aterrizó en el Aeropuerto José María Córdova de Rionegro después de estar preso durante 25 años en una cárcel de Estados Unidos. Decidió quedarse en la finca que tiene tiene en el oriente antioqueño, la misma en la que fue capturado hace más de dos décadas. Ahí fue donde se reencontró con sus dos hijos a quien no veía desde hacía siete y años y con su esposa, Beatriz Helena González, o más conocida como ‘la Mona’ González, a quien no veía desde que fue extraditado ya que el gobierno estadounidense nunca le otorgó el permiso para que viajara a visitar a Ochoa en la cárcel.
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Fabio Ochoa pasó navidad comiendo buñuelos y natilla, como dijo que haría apenas pisó el Aeropuerto El Dorado de Bogotá. Por estos días, se le ha visto en el distinguido Club Hípico El Rancho en Medellín, uno de los clubs más populares para los amantes del mundo equino. Su caballo favorito es un tricampeón de paso fino llamado Galán del Rancho F.C que viene de una raza pura al ser hijo de Adverbio de Santa Gertrudis en la Galata y la hija del Duelo.
Aunque se rumoraba que Fabio Ochoa sería gestor de paz en el gobierno de Petro, descartó esta posibilidad asegurando que lo único que tiene dentro de sus planes es recuperar los 25 años que estuvo alejado de su familia.
Fabio Ochoa, el excapo que prefirió una larga condena a delatar a sus enemigos
Entre Estados Unidos y la Policía montaron la Operación Milenio y en octubre de 1999 se dio la captura de 30 narcotraficantes, incluido la de Fabio Ochoa. Después de estar un poco más de un año preso en Bogotá, el entonces presidente Andrés Pastrana firmó la extradición del jefe del Cartel de Medellín.
Una vez en Estados Unidos se declaró inocente de los cargos que le imputó la justicia norteamericana, entre ellos, el de narcotráfico y guardó silencio, a diferencia del jefe del Cartel del Valle, Juan Carlos Abadía, alias Chupeta, al no delatar a nadie relacionado con el negocio. Esto implicó que su condena fuera muy elevada pues de haberse declarado culpable su condena hubiera sido de un máximo de diez años.
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