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El deseo siempre latente entre los antioqueños de tapar el popó del gato se ha hecho demasiado evidente por la controvertida medida de Fico, el alcalde de Medellín, de mandar borrar el gigantesco grafiti de uno de los puentes de la ciudad que rezaba LAS CHUCHAS TIENEN RAZÓN.
Ese letrero, aparentemente inofensivo, atizaba la insistencia de la JEP en encontrar cadáveres en la escombrera donde hace dos décadas tal vez se ocultaron los cuerpos de los desaparecidos en la guerra sin nombre que vivió la capital antioqueña. Pero en especial hacía eco al petitorio de las madres de los desaparecidos en aquellos operativos militares como la mal recordada operación Orión.
Con el mismo ímpetu conque en su primera alcaldía Fico mandó tumbar el edificio donde se refugiaba Pablo, mandó borrar el letrero de las viejitas que gritan por los restos de sus hijos desaparecidos
Como tal, el alcalde Fico, con el mismo ímpetu conque en su primera alcaldía mandó tumbar el edificio donde se refugiaba Pablo Escobar porque se estaba convirtiendo en epicentro de atracción turística universal, mandó borrar el letrero de las viejitas que gritan todavía por los restos de sus hijos desaparecidos. El alcalde y sus secretarios babearon explicando la actuación respaldados en normas y preceptos vigentes, pero olvidados. Les faltó berraquera para asumir la verdad.
Fico, con el mismo ímpetu conque en su primera alcaldía mandó tumbar el edificio donde se refugiaba Pablo Escobar porque se estaba convirtiendo en epicentro de atracción turística universal, mandó borrar el letrero de las viejitas que gritan todavía por los restos de sus hijos desaparecidos
Si existe una gran parte de antioqueños que solo desean perdón y olvido sobre el pasado sangriento que montaron narcos y militares, hay otros que le siguen echando toda la culpa a Uribe por haber encabezado la batalla contra el avance de las guerrillas. Por supuesto al tener eco nacional el grafiti de las cuchas, Fico soporta el aguacero de críticas desde la Guajira a Ipiales, pero se solidifica como el adalid de la derecha intransigente.
El grafiti es estéticamente horroroso y las cuchas de Fico son imitación de las abuelas de Plaza de Mayo en Buenos Aires, pero eso no importa. La sorda batalla por inculpar a Uribe y a la sociedad antioqueña de haber permitido lo que sucedió, vuelve a las cuchas en su dolor unas piltrafas usables y se lleva por delante armonías y esperanzas dando paso otra vez al espíritu de la venganza que ha regido siempre en nuestra patria.
Del mismmo autor: El regañón, el tibio y la gritona
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