A principios del siglo XXI América Latina era la región con mayor desigualdad en el mundo. Los programas sociales implementados lograron reducir gradualmente la pobreza y los índices de desigualdad mostraron una leve mejoría. En contraste, en África, la desigualdad ha aumentado. No obstante, según el Banco Mundial, Colombia está entre los tres países con mayor desigualdad, superado por Namibia y Sudáfrica.
Los cambios son necesarios. Las demandas de cambio llevaron al primer gobierno de izquierda a asumir el poder. Ha propuesto varias reformas sociales, pero solo ha logrado la aprobación de una, la pensional, en el Congreso. Sostiene que no ha podido avanzar con otras reformas debido a que la oposición busca mantener el statu quo basado en la corrupción. Por su parte, algunos congresistas y otros actores de la sociedad insisten en la necesidad de reformas, pero consideran que las propuestas por el gobierno no son adecuadas.
La premisa de las reformas propuestas es que el mercado no funciona y está plagado de corrupción, por lo que es necesario delegar las políticas al Estado. Con la reforma pensional, el umbral de 2,3 salarios mínimos, que es el que ganan la gran mayoría de los trabajadores colombianos, disminuyó las cotizaciones que llegan a los fondos privados para el componente de ahorro individual, reduciendo significativamente la participación del mercado. El objetivo de la propuesta de la reforma a la salud es eliminar el sistema de aseguramiento que se basa en las EPS, la mayoría en manos del sector privado, y que el Estado se encargue de pagar los servicios de salud. Mientras la reforma se caía en el Congreso, el gobierno intervino varias EPS, y sus resultados han sido nefastos. Las quejas han crecido significativamente, el abastecimiento de medicamentos se ha limitado, y una de las razones por las cuales el gobierno no aumentó la UPC lo necesario es porque el Estado no cuenta con más recursos. Es decir, entregar el manejo de la salud al Estado no ha funcionado. Sin embargo, el gobierno insiste en esta reforma.
Cumplir con esta premisa no soluciona los problemas estructurales. Que más trabajadores estén en Colpensiones y menos en fondos privados no resuelve la baja cobertura del sistema pensional. Que el Estado pague directamente los servicios de salud no mejora el acceso a servicios de salud en regiones apartadas. Se combinan dos factores: la ineficiencia del Estado y una visión inadecuada que no aborda los problemas estructurales. Resolver estos problemas ayudaría a reducir la desigualdad.
Una de las principales deficiencias de los Estados latinoamericanos es la falta de eficiencia en la prestación de servicios. Diversos estudios, entre ellos uno de la Cepal, han demostrado que en la región “el privilegio político de las prácticas clientelistas ha redundado en un círculo vicioso de ineficiencia, grandes dotaciones de empleados públicos y corrupción”. En uno de los países más desiguales del mundo, el Estado necesita recursos, pero también procesos, capacidades y personal idóneo para enfrentar los retos de pobreza y desigualdad. Es necesario primero reformar al Estado y luego encontrar la mejor combinación entre mercado y Estado para resolver los problemas estructurales que nos hacen ser uno de los países más desiguales del mundo.
* Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes
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