Francia Márquez le exige a Petro coherencia con respecto a Armando Benedetti, poniendo en evidencia la descomposición interna que hay en el Gobierno
A Francia Márquez se le rebosó la copa. Ella sabe que Benedetti sabe demasiado y que sabe por qué el presidente puede ir preso. No le gusta que se compre su silencio.
La vicepresidente Francia Márquez se despacha, sería el titular de la revista Semana para describir que la posible sustituta del presidente Gustavo Petro le cantó la tabla a su jefe en pleno Consejo de Ministros, en vivo y en directo, sobre la indigna presencia del nuevo jefe del Palacio, Armando Benedetti y de su compinche Laura Sarabia en la representación internacional, del “Gobierno del Cambio”. Y preciso ahora que el presidente Petro enarbola la palabra Dignidad, a propósito de la repatriación estridente de colombianos que hace el presidente norteamericano Donald Trump, la segunda dignataria del país le reclama dignidad al primer dignatario, justamente por lo que el discreto escudero de Petro, Augusto Rodríguez, echó de menos en lo que los medios han llamado el reality del gobierno: coherencia, le exigió a su jefe.
Pero la verdad es que Gustavo Petro lo que muestra es coherencia. El presidente nombra personas cuestionadas como pícaros en las altas dignidades del Estado porque con ellos se alió para que lo eligieran. Y eso es coherente, “Dime con quién te eliges y te diré con quién gobiernas” diría Sergio Fajardo, el ya casi perenne candidato a la presidencia. Y ese tipo de nombramientos indignos son dignos de Petro. Porque él ya se descaró completamente y la dignidad no es precisamente lo que lo caracteriza, así esta palabra sea su cantaleta populista para el momento. Pero la cucha Francia Márquez tiene razón, lo que sucede en el alto gobierno hiede y como ella misma lo dice, eso no se parece en nada a lo que prometieron a sus electores. Ese juego de nombrar a Benedetti antes de que vayan todos presos apesta porque evidencia el poder extorsivo de Benedetti y su cómplice, la flamante canciller Laura Sarabia, refleja que el presidente compra su silencio.
La cucha tiene razón porque lo que se exhibió en el Consejo de Ministros es que Benedetti sabe demasiado y Benedetti lo sabe y por eso él es el que manda la parada en Palacio. “Nos vamos todos presos” le dijo a Laura Sarabia para enviarle un contundente mensaje a Petro cuando sintió que el presidente no estaba siendo coherente con lo que le había prometido a él. Y el locuaz encubridor renunció a la embajada de Venezuela después de haber arreglado allá las maletas de lo que sabe y con lo que chantajea a su aliado en jefe. Benedetti es el Diosdado Cabello del régimen de Petro. Es el poder cada vez menos en la sombra. Él hace gala de que tapa los delitos que cometieron juntos para llegar al poder y en eso radica su poder. Es un poderoso hombre que no tiene empacho en reconocer que sabe que actuaron violando la ley y amenaza con soltar la lengua si no le cumplen sus pactos secretos.
Eso es aceptar en su llamada intimidante ser un delincuente confeso de cuello cada vez más negro, aunque se indigne la cucha por usar este color. Porque solo quien delinque sabe que puede ir preso. Solo Benedetti sabe por qué el presidente puede ir preso y que de su silencio depende la libertad de Petro. Y lo encubre haciéndole saber que no tiene ningún problema en prender el ventilador y destapar la olla podrida, aun si él tiene que autoincriminarse, si le incumplen sus pactos delictivos. Así que no es falta de coherencia, querido amigo Augusto Rodríguez, es cinismo. Ese temperamento sinvergüenza que se extiende por Palacio como en las mejores épocas del 8.000 cuando su mejor aliado Ernesto Samper Pizano fue elegido por la mafia.
Es ese olor a podrido que invade cada vez más al gobierno de Petro el que angustia a la vicepresidente y que deja cada día que pasa sin piso a los románticos que con buenas intenciones le apostaron al cambio de costumbres políticas con Gustavo Petro. Porque como diría Noemí Sanín, este gobierno resultó más de lo mismo. Bueno, aunque es peor que lo mismo, porque el cinismo con ganas de perpetuarse en el poder puede resultar más desvergonzado porque va a tener que recurrir cada vez más a prácticas políticas inverecundas. Y esa actitud fondonga es la que irrita a la cucha y molesta al escudero, razón por la cual comienzan a desmarcarse aquellos a los que aún les asiste algún pudor. Y que no se sorprendan porque esta ola de desfachatez con propios y ajenos apenas comienza.
Un Petro cada vez más desprestigiado porque todo huele muy mal en su entorno no va a actuar con recato. Su temperamento insolente lo llevará a ser cada vez más impúdico. Su íntima convicción leninista de que lo bueno es lo que le sirve a la revolución y lo malo, lo que no le sirve, lo conducirá a darle cartilla a Nicolás Maquiavelo en lo que toca a que el fin justifica los medios y a Roy Barreras en lo dinámica que es la política. Y no se les haga para nada raro que la cucha renuncie ante semejante inmundicia. Y que Augusto el escudero tire la toalla porque le faltó poco para hacerlo cuando Petro se atrevió a defender a Benedetti comparándolo con Jaime Bateman, su intocable ídolo, dizque por loco. Benedetti es una ficha clave para cualquiera de las formas de lucha de Petro para atornillarse al poder y no se extrañen de lo que pueda llegar a hacer para estos efectos.
Nada raro sería que sus estrategas del mal, aquellos que saben a cuál más sobrepasar las líneas éticas, estén estudiando la posibilidad de que Benedetti sea el presidente que deba heredar el trono. Para estos kamikazes de las redes y de la realpolitik, un hombre pendenciero, con un prontuario en donde se alardea entre violencia intrafamiliar, fraude procesal, enriquecimiento ilícito y financiación ilegal de campañas políticas, más los indicios de tulas de dinero a orillas del mar, maletas llenas de dólares manipuladas por empleadas domésticas mensajeras luego sometidas clandestinamente al polígrafo, aparte de los caudales que suenan en el río de dineros extraídos de las entidades como Fonade y otras perlas, pues nada tiene que envidiar al expediente de Donald Trump, que al final resultó tan sonoro que terminó por llevarlo como víctima a la presidencia de los Estados Unidos.
Un tipo acerbo, lenguaraz, irrespetuoso con las mujeres, con alianzas non sanctas con papá pitufo y con todo ese acervo probatorio en su contra que duerme el sueño de los justos en las altas cortes resultaría perfecto en un clima de cinismo y putrefacción que se alimenta hoy desde la Casa de Nariño. Es el candidato adecuado para un electorado manipulable por efectos de convertir lo malo en bueno y lo bueno en malo, como se usa ahora sin decoro y con experticia en el gobierno Petro. Si no ha funcionado lo de la tal constituyente, ni las diferentes fórmulas que se inventan diariamente sus barras bravas para cambiar el articulito, ni le sale bien lo de la conmoción interior u otras tantas sandeces que aún faltan, un candidato con todos los pergaminos negativos puede resultar la fórmula ganadora a juzgar por lo que ha ocurrido en el país de los amos del norte donde la democracia da hasta para elegir presidentes con indictment.
Y como la cucha tiene razón, es probable que por dignidad se presenten próximamente varias renuncias que no le apuestan definitivamente al todo vale. Aunque por edad, por dignidad y por gobierno, Petro debería ser el que renuncie para que pase al frente una mujer, más joven, negra y venida del pueblo raso. Pasaría a la historia por abrirle el paso a una presidente mujer y le cerraría la boca a todos aquellos que lo ven como un dictador en ciernes, como un cómplice de la corrupción política y sobre todo como un político común y corriente. Pero como dicen las jóvenes, obvio no, eso jamás va a pasar en una Colombia donde todo se normaliza. O si no miremos qué ha pasado con los hijos de Petro y sus indictments. Lo mismo que pasará con los de Armando Benedetti y Laura Sarabia porque la Colombia Humana y el Pacto Histórico y ser progre consiste en que a los que actúan mal les va muy bien. Y quizás a la que le toca irse es a la cucha con todo y razón.
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