‘Saoko’, siempre fue una hombre aventurero y aunque los vicios estuvieron a punto de acabar con él, un espejo lo salvó de terminar muerto
Como muchos de los pelados de los 60, Wilson Manyoma, también conocido como Saoko, soñaba con ser uno de los grandes del fútbol. Su deseo era llegar a ser un rey, como lo fue Pelé, aunque la música también era uno de sus grandes anhelos. Benny Moré fue uno de sus referentes, aunque, siendo solo un niño, disfrutaba más de la calle que de las largas jornadas en un colegio. En ese entonces no fantaseaba con ser una leyenda o ícono de la música en el país, prefería tener aventuras y volarse de su casa. Aunque Saoko llegó a probarse primero como futbolista que como cantante, la vida le tenía otro destino preparado.
Cuando la fama le llegó, también llegaron los vicios, y estos casi acaban con la carrera de aquel talentoso caleño que conquistó al país con «El preso». Una noche todo cambió para él: un espejo en un hotel donde se encontraba, seguramente después de una presentación, fue lo que lo llevo a ver como este mundo lo destruía. Logró salir adelante y gracias a ellos ha dejado un legado imborrable, más aún tras su lamentable deceso el 20 de febrero de 2025.
Entre calles de Cali y Buenaventura, así fue la niñez de Wilson Manyoma
Wilson nació en Alameda, un barrio al sur de Cali . Desde pequeño fue muy inquieto, disfrutando más de las aventuras callejeras que de una sala con pupitres, cuadernos y un profesor. Con tan solo 13 años, el pequeño Saoko se voló de su casa e inexplicablemente terminó en Buenaventura, a más de 100 kilómetros de su hogar. Estando en Buga, terminó en el barrio La Pilota, zona de tolerancia, donde los marineros y todo tipo de personas llegaban. Para poder comer y dormir, Manyoma le hacía mandados a prostitutas y limpiaba los griles.
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Fue en este barrio de mala fama donde la salsa se le empezó a grabar en el corazón y un hombre fue clave para ello: un coleccionista llamado Próspero, quien traía salsa directamente de Nueva York, de esa que estaba pegando en el momento (Fania All-Stars, Benny Moré y muchos más). Esta aventura en el puerto terminó tras siete meses, cuando familiares de la mamá de Manyoma lo rescataron de aquel lugar. Su mamá le pegó una tremenda pela, de esas que no se olvidan, al punto de querer dejar esa vida de aventuras. Retomó el camino y los estudios, y fue justamente en la escuela República de Paraguay, en Cali, donde descubrieron su talento para el canto.

Él cantaba boleros de Roberto Ledesma y Rolando Laserie, y fue así como el profesor Rincón vio el tremendo talento de Wilson Manyoma. Para ese entonces, el fútbol seguía siendo una posibilidad, al punto de enfilarse en la primera escuela de América de Cali. Pero las canchas y el balón quedaron atrás cuando le empezaron a llegar los primeros ingresos con la Sonora Juventud. Allí primero fue utilero, y gracias a un percance de un cantante, tuvo la oportunidad de ser su reemplazo. Se presentó en varios griles y fue reemplazo en diferentes agrupaciones, fue en 1973 que un amigo del barrio se lo llevó a Medellín.
La fama casi acaba con la carrera musical y vida de Saoko
A la ciudad de la eterna primavera llegó para probarse con Fruko y sus Tesos, donde el Joe Arroyo había aterrizado tiempo atrás. Estando allí, grabó «Tú sufrirás», un tema de su autoría. Pero fue «El preso» la verdadera graduación de Wilson Manyoma. La canción catapultó el nombre de Saoko a otro nivel y su fama creció rápidamente. Fue en ese momento, cuando los vicios y excesos entraron en su vida y conforme iba ganando popularidad, su vida se volvía más descontrolada. Fueron muchos los años en los que estuvo así, pero bastó una noche para que su vida cambiara para siempre.


Frente a un espejo de un hotel, se dio cuenta del hombre en el que se había convertido. Sin pensarlo dos veces, botó todo el vicio por la cisterna y lloró hasta no poder más. En ese momento todo cambió para él y dejó atrás el mundo de las adicciones. Con Fruko y sus Tesos no solo recorrió Colombia, también tuvo la oportunidad de ir a Ecuador, Perú, Estados Unidos e incluso Europa. Un día, se despidió de la agrupación y siguió su carrera como solista, ya siendo reconocido por sus interpretaciones y canciones. La música continuó siendo su profesión y ni la pandemia pudo acabar con este salsero de corazón.
Un legado imborrable para la salsa
Se radicó en Barranquilla tras la muerte de su gran amigo, Joe Arroyo, cumpliendo una promesa. Aunque, sus últimos días los pasó en Cali, en su residencia ubicada en el barrio El Troncal. Su salud se encontraba deteriorada a raíz de una caída, y con 73 años, la vida del gran Wilson Manyoma llegó a su fin. Sin embargo, su legado musical será imborrable, y sus canciones seguirán sonando hasta el fin de los tiempos. Un hombre que logró salir adelante gracias al amor y esfuerzo de su mamá, un salsero que pudo dejar atrás sus adicciones para seguir brillando y terminar su carrera de la mejor forma posible.
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