El médico, que tiene una amplia comunidad de devotos en Latinoamérica, fue santificado y su principal intercesión fue en el caso de una niña con un tiro en la cabeza
Más de 70 años tomó el proceso de canonización de una de las figuras más importantes para los creyentes católicos, al menos en Venezuela y Colombia. José Gregorio Hernández, el médico de los pobres, como fue apodado, está a puertas de ser el primer santo nacido en tierras bolivarianas y el último de Latinoamérica. Desde el Hospital Policlínico Gemelli, el papa Francisco hizo oficial el decreto este 25 de febrero de 2025, confirmando así los múltiples milagros por los que se ha hecho famoso el galeno.
Y es que, en su natal Isnotú, así como en toda la República Bolivariana de Venezuela y en las principales ciudades de Colombia, ver la imagen de José Gregorio en las esquinas de las calles se ha hecho recurrente. Creyentes enfermos que no tienen mejoría a través de la medicina palpable ponen toda su fe en su figura: pagan una consulta, si es necesario son intervenidos sin abrirles el cuerpo y, después, como por obra y gracia del Espíritu Santo, son curados. Los testigos de su obra sobran; aun así, fue una niña la que lo llevó a tener el título que hoy celebran sus fanáticos.

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Yaxury Solórzano, la niña que fue salvada por José Gregorio Hernández
Aunque el camino de José Gregorio Hernández hacia la canonización inició en 1949, 30 años después de su muerte, el milagro por el que fue reconocido como intercesor se dio en 2017, 68 años más tarde. La historia tiene como protagonista a Yaxury Solórzano, una niña que, inexplicablemente, vive una vida convencional después de haber recibido un tiro en la cabeza. En las calles de Guárico, Venezuela, mientras acompañaba a su papá, delincuentes los interceptaron para robarles la moto, situación que terminó con la bala que impactó en su cráneo.
Tras el disparo, la niña fue llevada en lancha hasta San Fernando de Apure, siendo internada en el Hospital Pablo Acosta Ortiz cuatro horas después de recibir el balazo. Aun así, tuvo que esperar otras 48 horas para que llegara un neurocirujano que la interviniera quirúrgicamente, situación que llevó a que perdiera masa encefálica, haciendo casi imposible su recuperación. Fue en ese momento cuando su madre, creyente de José Gregorio, pidió al médico que salvara a su hija, recibiendo una respuesta clara: “No te preocupes, que tu hija va a salir bien”.


Para ese momento, los médicos no tenían ningún tipo de esperanza de que Yaxury sobreviviera. Es más, si lo hacía, diagnosticaban que iba a quedar con secuelas muy graves, que afectarían su motricidad, su habla y su memoria; incluso, su vista. Sin embargo, después de la operación el milagro se empezó a hacer realidad y, como su madre había escuchado, la niña estaba en óptimas condiciones.
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El milagro ocurrió
Según se puede leer en la página oficial de José Gregorio Hernández, a los cuatro días de la intervención quirúrgica, Yaxury empezó a rechazar la intubación y a reaccionar positivamente a las pruebas y exámenes. Tras 20 días, logró salir del hospital sin ningún tipo de secuela, caminando, hablando y viendo perfectamente. Es más, cuando se le realizó una tomografía posterior a la operación, ordenada por el tribunal, a la niña le aparecieron las afectaciones del disparo, pero sin ningún tipo de síntomas o secuelas.
Desde ese momento, la arquidiócesis de Venezuela tomó dicho suceso como una razón más para lograr, primero, la beatificación y luego la canonización. Como es sabido, José Gregorio recibió el título de “Siervo de Dios” a manos del papa Pablo VI, en 1972, por su vida virtuosa y ejemplar, pero su título como beato había quedado en pausa. Fue entonces cuando enviaron las pruebas de la intercesión al Vaticano, que aprobó el milagro en 2020 y dio inicio a un camino que se completó este 25 de febrero, con la canonización y su declaración como santo de la Iglesia católica.


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La vida y obra del médico de los pobres
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una pequeña localidad en los Andes venezolanos. Fue el primer hijo de Benigno María Hernández y Josefa Antonia Cisneros, y siempre se mostró como un joven aplicado y dedicado. En un principio mostró una inclinación marcada hacia el Derecho, pero por petición de su padre terminó estudiando Medicina en la Universidad Central de Venezuela, oficio que se volvió una verdadera vocación.
Tras graduarse en 1888, inició una campaña por llevar la medicina a su tierra natal, razón por la que dejó Caracas para regresar a Isnotú y ser el primer galeno del pueblo. Su trabajo también lo llevó a territorios como Trujillo, Mérida y Táchira, así como a países del exterior como París o Estados Unidos. Además de su labor como médico, también se destacó como un importante docente, siendo el pionero de muchas especialidades médicas en el país bolivariano, y también como un ferviente creyente, haciendo parte de la Orden Franciscana Seglar.


Su muerte se dio de manera inesperada el 29 de junio de 1919, cuando, camino a atender a una enfermera, fue arrollado por un joven mecánico. Tras el choque con el vehículo, el médico se golpeó la cabeza con el filo del andén, lo que le fracturó el cráneo y le quitó la vida, con 54 años de edad. Desde ese momento, el médico empezó a ser adorado por personas que fueron testigos vivientes de su labor como galeno, misma adoración que se ha expandido por Colombia y las Islas Canarias, en España, donde también tiene un gran número de creyentes.
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