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Desde el punto de vista de la Economía Política la historia económica es la mejor manera de entender un momento o un desarrollo histórico.
El ‘modo de producción’ que tiene una sociedad es la que determina o está determinada por los factores de producción, los sistemas de producción y las relaciones que con y alrededor de ellos se derivan.
Dentro de la evolución de la historia económica siempre se ha considerado lo más importante el tecnológico. Las sucesivas ‘revoluciones industriales’ permitieron en sus respectivos momentos el auge de Inglaterra, de Alemania, de Estados Unidos, de Japón, etc., en la medida que se adaptaban a las innovaciones y las aprovechaban para avanzar a pasos más rápidos que sus contemporáneos.
En este momento está gestándose una nueva revolución tecnológica con la robótica, los algoritmos para manejar el Big Data, la inteligencia artificial, etc., y en ésta hay nuevos partícipes (China, Corea del Sur y puede que India).
Pero al igual que la tecnología es determinante para las nuevas relaciones que se manejaban, la demografía también cuenta.
Grandes transformaciones se han sucedido sin despertar suficiente interés sobre lo que significan; sí se ha tomado en cuenta por ejemplo el cambio en la pirámide generacional para efectos pensionales (y como ya el número de jóvenes que aportan han disminuido comparativamente al número de ancianos y el efecto de la longevidad que los caracteriza); o el empoderamiento de la mujer cuya lucha dejó de ser marginal para lograr el voto y hoy participa como gran protagonista en la dirección del mundo. Pero existen otros fenómenos interesantes.
Antes de la aparición y generalización de los métodos anticonceptivos, la muerte infantil era mayor en los sectores más desfavorecidos y el crecimiento de la población era mayor en los países desarrollados y en las clases privilegiadas. Hoy esto se ha invertido y mientras en países como Alemania la población germana disminuye, la población extranjera aumenta porcentualmente, tanto por nacimientos como por migraciones.
La misma tendencia se da en Estados Unidos (y en el resto del planeta).
Lo que Trump pretende es que su identidad ‘Blanca- Americana-Cristiana’ vuelva a tener el poder hegemónico que alcanzó con la Gran Revolución Industrial y las dos guerras mundiales. Entonces Estados Unidos logró convertirse en la primera fuerza militar, el policía del planeta como dijo Wilson, el padre y padrino del modelo democrático que decidió imponer a todos los países, el colonizador cultural por excelencia, el dueño de la moneda universal con su arbitraria emisión sin contar con el resto del mundo, en fin…
Lo que Trump pretende es que su identidad ‘Blanca- Americana-Cristiana’ vuelva a tener el poder hegemónico que alcanzó con la Gran Revolución Industrial y las dos guerras mundiales
Salirse del pacto de París porque no cree en el cambio climático; retirarse de la Organización Mundial de la Salud arguyendo que eran mentiras el COVID y la mayor incidencia epidémica; defender el creacionismo y negar la teoría de la evolución; desconocer olímpicamente la diversidad de género borrando la existencia de LGTBX; son síntomas de una Magalomania que va algo más allá de la megalomanía
Ordenar que se cambie el nombre del Golfo de México, o que se convierta en única lengua oficial el inglés en un país con 300 lenguas indígenas y millones de inmigrantes que no lo dominan; o pretender imponer una paz por encima de los que desarrollan la guerra; o convertir a Gaza en un Miami Beach sacando a todos sus habitantes, son probablemente unos últimos estertores de un delirio de grandeza que pierde contacto con la realidad.
Porque en términos demográficos el escenario hoy es que él (Trump) y sus seguidores van camino de formar parte de una minoría en su país y ni se diga en el mundo. El modelo ‘democrático’ no rige en la mayoría de países; y entre los que lo tienen apenas funciona en menos del 17%. En cuanto a religiones en la cristiana los protestantes son minoría ante los católicos y en conjunto no cubren el 5% de la población mundial; la etnia ‘blanca’ es aún menor con 2% e incluso dentro de los Estados Unidos difícilmente alcanza la mitad. Si se incluye la clase económica con la cual se identifica y a la cual responde, la gente para la cual gobierna Trump no llega al 0.5% de los seres humanos. Al resto los desprecia. Pretende que puede imponérseles pero es eso lo que aparecerá cada vez más difícil.
Del mismo autor: Putin no es que sea malo, es que es ruso
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