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La renegociación del TLC y los nuevos aranceles
Aunque en su programa electoral Gustavo Petro propuso la renegociación del TLC, poco a poco fue abandonando esta idea hasta abandonarla completamente.
En mayo de 2023, hace dos años, Petro anuncio públicamente el inicio formal de la renegociación.
Después de todos los anuncios, que incluyeron, quejas sobre las afectaciones en el campo agrícola tales como el debilitamiento de la producción de maíz, se llegó finalmente a una simple nota interpretativa sobre el capítulo de inversión.
La nota interpretativa no modificó el texto del tratado, sino recomendó interpretaciones no obligatorias que preservaron el núcleo del capítulo, como son la prohibición de condicionamientos a la inversión extranjera que la canalizaran hacia los objetivos de desarrollo nacional y la apelación a tribunales extranjeros para la solución de controversias.
A raíz de los nuevos aranceles del 10%, el gobierno colombiano, en lugar de denunciar esta violación ostensible de lo pactado, decidió no solamente no protestar sino inclusive no acudir a los mecanismos de solución de controversias acordados en el TLC y limitarse a enviar unas cartas al secretario de Comercio y al Representante Comercial de Estados Unidos, con lo cual en la practica se cerró cualquier esfuerzo de modificación del tratado.
La situación es que el gobierno de Estados Unidos, acudiendo al argumento de que sus desequilibrios comerciales representan una amenaza a su seguridad nacional, replanteo toda su política arancelaria.
Las modificaciones arancelarias se basarían también en lo establecido en el capitulo 23 del TLC que afirma que este no podría impedir que cada parte aplique medidas “para proteger sus intereses esenciales en materia de seguridad”, además de acudir a la legislación que permite al ejecutivo estadounidense adoptar medidas en materia de comercio internacional, temporalmente mediante Ordenes Ejecutivas.
Una etapa de nuevas exigencias por parte de Estados Unidos
Colombia por su parte no acudió a este tipo de argumentos, aunque hubiera podido hacerlo y por decisión de anteriores gobiernos y el actual ha mantenido el texto del tratado sin ninguna modificación.
Comenzaron nuevas conversaciones, que no tratarán sobre el TLC sino sobre los nuevos aranceles y no se basarán en la mecánica, muy discutible de solución de diferencias contenida en el capitulo 23 del TLC, sino en una negociación política.
Esta negociación ya no se referirá a los aspectos contenidos en el tratado, sino inevitablemente incluirán temas como los cultivos de uso ilícito, los migrantes, las relaciones con Venezuela y China y la paz entre otros aspectos de interés para Estados Unidos.
Las posibilidades de un cambio pueden ser definitivamente desechadas y si de milagro Estados Unidos accede a modificar los aranceles a la baja, tendrá que ser al costo de aceptar nuevas exigencias en otros terrenos.
El gobierno de Trump en su balance de abril sobre las barreras que todos los países hacen a Estados Unidos está haciendo nuevas peticiones, que incluyen temas que exceden lo acordado en el TLC y un cumplimiento más estricto del mismo.
El Informe Nacional de Estimación Comercial sobre Barreras Comerciales Extranjeras (NTE) 2025 destaca los principales obstáculos extranjeros a las exportaciones de EE.UU. a la inversión extranjera directa estadounidense y al comercio electrónico de EE.UU.
Dentro de las barreras que, según el informe, tiene Colombia se incluyen las dificultades de realizar transacciones mediante copias electrónicas de los documentos necesarios; La adopción de estándares adicionales para la importación de automóviles y autopartes sin aceptar plenamente las certificaciones que hacen las autoridades estadounidenses.
También exigen modificaciones para el tratamiento de los cosméticos y productos de cuidado personal, las importaciones de leche en polvo, los procedimientos para la importación de productos cárnicos, las limitaciones para que el Estado contrate con empresa de defensa de Estados Unidos. También exige nuevas medidas para la protección de la propiedad intelectual, entre otros temas.
Las nuevas exigencias sumadas a la presión política convierten la nueva etapa de negociaciones en una especie de negociación de un nuevo TLC 2.0 y cuyo piso inmodificable es el TLC vigente desde 2012 y la presión para Colombia es el mantenimiento de los nuevos aranceles.
Los aranceles de Trump son una muestra de su desinterés en el cumplimiento de los acuerdos internacionales vigentes, como es evidente en su desprecio a la OMC y su matonería, aun a sus más cercanos aliados. En el caso de Colombia significa una afectación a un tratado que ha sido ampliamente beneficioso para Estados Unidos
EL TLC significó la eliminación inmediata de aranceles para más del 80% de las exportaciones de bienes industriales de Estados Unidos y la eliminación paulatina en un máximo de 15 años de los aranceles a los productos agrícolas, o sea que en menos de dos años habría una liberalización completa del comercio agrícola con una afectación gravísima para los productores colombianos.
Las exportaciones de productos agrícolas a Colombia, ha sido ampliamente beneficiosa para los productores estadounidenses siendo Colombia el principal destino de las exportaciones agrícolas en Sudamérica, las exportaciones estadounidenses de maíz amarillo y blanco superan los mil millones de dólares anuales
Aunque Petro señaló que aplaudiría si Trump ponía fin al TLC, no ha adoptado ninguna medida para su revisión renegociación o incluso la denuncia del mismo como correspondería.
La alternativa para Colombia seria una diversificación de su comercio exterior, objetivo que se ha considerado por todos los últimos gobiernos y el cual no se ha avanzado prácticamente nada.
En estas condiciones Colombia quedó situada en las peores condiciones posibles: mantener estrictamente el cumplimiento de un mal tratado, mientras que Estados Unidos lo incumple unilateralmente. Someterse a nuevas exigencias no solamente en el campo comercial y continuar la dependencia estructural de Estados Unidos, esta vez gobernado por un presidente arbitrario, errático y prepotente.
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