Gonzalo Mejía fue un visionario que además de influir en la fundación de compañías de renombre, estuvo detrás de importantes vías del país
Su ardua labor lo hizo merecedor del título de ‘El fabricante de sueños’. Gonzalo Mejía nació a finales del siglo XIX, hijo de la señora Zoraida Trujillo y el empresario Luis Mejía. Desde muy joven, y gracias a la posición económica de su familia, tuvo la oportunidad de viajar al exterior, de donde trajo múltiples ideas para implementar en su tierrita. Era reconocido como un magnate en aquella época, aunque también fue un gran visionario.
La historia de este paisa se divide en varias etapas, pues fue pionero y fundador de seis empresas muy importantes. Todo comenzó en 1911, cuando Gonzalo inició con el transporte fluvial en deslizadores. Este proyecto se materializó en 1921, permitiendo que los viajeros tuvieran un medio mucho más cómodo, especialmente para quienes solo podían transportarse en vehículos que funcionaban a vapor.

Sin embargo, ese fue solo uno de los proyectos que desarrolló. En 1914, ya había creado la Compañía Cinematográfica, pero fue hasta 1927 cuando Gonzalo Mejía estuvo detrás de la creación de la popular Cine Colombia. Su sueño era convertir a Medellín en la Hollywood del país, pero como no sabía qué estrellas traería, decidió protagonizar él mismo la primera película: Bajo el cielo antioqueño.
Este fue uno de los primeros largometrajes de ficción producidos en Colombia. Su impacto fue tal, que logró un éxito rotundo en taquilla, tanto a nivel local como nacional. Pero la vida pionera de Gonzalo no se detuvo ahí, pues lideró otros proyectos igual de ambiciosos.
Tax Imperial, Cine Colombia y otros proyectos del incansable Gonzalo Mejía
Gonzalo Mejía tuvo una influencia clave en la fundación de Cine Colombia, empresa en la que poseía el 13 % de las acciones. Aportó todo su capital a la sociedad y también el famoso Teatro Junín, el cual fue demolido en 1967 para dar paso a la construcción del Edificio Coltejer. La crisis de 1929, que sacudió a la Bolsa de Nueva York, también afectó fuertemente el bolsillo del paisa.
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Se dice que también estuvo detrás de la fundación de Everfit, una reconocida compañía textil de Medellín. Fue uno de los negocios que más lo comprometió, pero no el único que impulsó su economía. Gonzalo Mejía jamás renunció a sus sueños y continuó innovando como empresario y pionero.
Para enfrentar el mal momento financiero, decidió comprar 20 automóviles, dos teléfonos y construyó un kiosco. Así nació Tax Imperial, una de las primeras compañías de taxis del país. Su idea creció tanto que, con el tiempo, llegó a tener 145 vehículos, lo que le permitió sostener a su familia gracias a los ingresos de esta exitosa empresa.
De los cielos a las carreteras: la visión de conectar Antioquia
La vida de este visionario también lo llevó al sector de la aviación, cediendo un terreno para construir el aeropuerto de Medellín. Además, fue uno de los líderes del proyecto de la vía Medellín–Urabá, junto a Fernando Gómez Martínez. Ambos impulsaron esta ambiciosa obra, y se cuenta que incluso hicieron una ‘vaca’ para financiarla. Las mujeres de Medellín donaron sus joyas para apoyar esta soñadora, pero posible, iniciativa.
El proyecto contó con el respaldo de la Junta Propulsora de la Vía y la empresa Autopistas Urabá S.A.S.. Las obras comenzaron en 1926, y Gonzalo fue un férreo defensor de la construcción. A pesar de múltiples dificultades económicas y oposición política, en 1955 se inauguró oficialmente la vía Medellín–Turbo.
En 1932, junto a Pan American World Airways, fundó la Compañía Urabá Medellín Central Airways (UMCA), encargada del transporte de carga y pasajeros entre Medellín y Panamá. También creó la empresa Gonzalo Mejía y Compañía (GOMECO) en 1951, la cual distribuyó durante más de 30 años los camiones de General Motors en Colombia.
El legado de un soñador eterno
La vida de Gonzalo Mejía se apagó en 1956, pero sus logros y proyectos marcaron para siempre a Medellín y al país. Su legado empresarial, cultural y social lo posiciona como una de las figuras más trascendentales del desarrollo colombiano en el siglo XX. Un soñador incansable, que convirtió ideas imposibles en realidades históricas.
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