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La segunda ‘carta’ de Álvaro Leyva al presidente Petro complementa la anterior. Lo que no se sabe es en cuánto a qué.
Sí lo hace en cuanto a lo largo, puesto que la primera fue de cuatro páginas y está de siete páginas. Y en cuanto a lo autobiográfico, puesto que en ambas la mayoría es un recuento de parte de su vida.
Curiosamente no reivindica su historial de ‘interlocutor-mediador’ entre las Farc y anteriores gobiernos, lo cual es reconocido como una contribución positiva a la búsqueda de la Paz, y cuando eso es lo que le dio figuración y en cierta forma legitimidad para ser miembro del gobierno que se iniciaba.
Pero deja la incógnita sobre el propósito de sus ‘cartas’.
En ambas defiende que es para el ‘bien del país’, es decir que es por fervor patriótico que adelanta esa acción -que él mismo entiende que no beneficia su propia imagen en cuanto a que se ve más como desleal, vengativo, resentido, etc.; o incluso según el texto, como rabieta de niño chiquito porque no lograba que le paraban bolas y lo oyeran (“… cuando iba a buscarlo, la señora Sarabia conocida de autos me hacía esperar por horas … “ ).
Pero no deja claro cómo, o por qué el escribir esas cartas sería el camino que propone para cumplir no se sabe qué objetivo.
En su primera carta sostiene que es el bien del presidente lo que intenta, señalando que el problema es que unos personajes lo tienen ‘secuestrado’ y que por eso son quienes efectivamente manejan el gobierno. Al inicio es explicito en que no se contentaría con describir el problema (“Ello sin ser enigmático o críptico. Trazos que algunos lectores encontraron en mis últimos escritos”) sino que sugeriría la solución (“créame que lo hago sin ánimo pendenciero alguno; con sugerencia y propuesta incluida”; y “por lo pronto Presidente desvincule a quienes han abusado de usted ….. Créame que con esa medida solamente adelantaría en algo la solución”); En efecto pareciera ser coherente en cuanto a que nada más grave que tener un mandatario que deja de serlo del pueblo y pasa a serlo de quienes tienen la capacidad de extorsionarlo ( “el presidente de Ecopetrol, Benedetti y la señora Sarabia”).
Una posible explicación de por qué esa que describe como ”prudente ocultación de la verdad” -no registrada en los medios- es que, teniendo él la misma información que los ‘secuestradores’ no la había divulgado esperando que lo que siguiera Petro fueran sus propias instrucciones u orientaciones; que el propósito fuera librarse de sus competidores.
Los ‘formadores de opinión’ hicieron caso omiso de esto, que sería lo que evidentemente más parecería ser el caso (y lo más preocupante). Y lo que les interesó es que con esto se atacaba al gobierno.
En la segunda Leyva mismo parece recoger esa idea y orientarse más a sugerir la renuncia del mandatario y no la de que despida a quienes culpaba de los males del gobierno.
“Reconozca Presidente que esas desapariciones, extravíos y conductas insólitas son propias de una enfermiza condición” dice, tras enumerar las veces en que en su condición de funcionario le correspondió manejar situaciones que consideró anómalas. “Es una tragedia personal suya pero también una tragedia para Colombia toda”.
En una asociación bastante confusa hace el listado de los males de Colombia
Y en una asociación bastante confusa hace el listado de los males de Colombia, afirmando que se identifican con la imagen presidencial : “El Presidente de Colombia, país de la coca, cayó en la trampa. En el vicio. Arbusto, la coca, en el que los sembradíos destinados a su cultivo crecen en el país exponencialmente. Como crece el crimen, su tráfico asesino, la muerte, el dinero corrupto”.
Transcribe los términos en que Petro se refiere a la oposición. Deduciendo, con unas definiciones acomodadas por él, otra cuasienfermedad de alta sofisticación: la falta de ‘auctoritas’.
Y la conclusión asumiendo como diagnóstico médico, sentencia judicial, directriz política y hasta bendición papal: “Presidente Gustavo Petro Urrego: Llegó la hora de revisar su permanencia en la presidencia de la República”.
Por si fuera poco, el cambio de solución respecto a lo propuesto en la misiva anterior, abre después una disquisición sobre el camino institucional. Queda entonces la posibilidad de que lo que estuviera buscando fuera la subida a la presidencia de Francia Márquez.
Quien incluso sin estudiarlas lea estas dos comunicaciones, pensaría que es el” fervor patriótico’ de alguien perturbado. Para los ‘formadores de opinión’ lo único que vieron fue una oportunidad de convertirlas en un ataque al presidente.
Del mismo autor: Qué hay detrás de la carta de Leyva
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