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Hay un malestar que atraviesa hoy a millones de colombianos: la frustración de ver cómo una y otra vez, se bloquean desde el Congreso las reformas sociales que como ciudadanos eligieron con su voto cuando adoptaron el programa de gobierno.
Desde una orilla, para quiénes ocupan curules en el Congreso y se oponen a esas reformas, su papel es heroico y democratico: se ven a sí mismos como defensores de la institucionalidad, como los guardianes del equilibrio de poderes, dicen actuar por el bien de la patría. Pero desde la orilla del gobierno y para muchos ciudadanos, lo que ocurre es otra cosa: una burla a la democracia, una burla a las mayorías. ¿Quién tiene la razón?
Qué ansiedad genera ver que estamos más y más polarizados, a todos nos preocupa ver que nuestro país no logra unirse bajo un contrato social y una estructura jurídica que objetivamente funcione. La cuerda cada vez se tenza más y más. ¿Es realmente democratico lo que hace el Congreso?
Nuestro país tiene numerosas cláusulas, reglas, artículos y normas. A medida que aumentan las regulaciones y legislación, aquellos que encuentran grietas y vacíos entre las normas logran influir en el sistema legislativo del congreso sin ser la mayoría. El presidente fue elegido por más de once millones de votos, pero su mandato ha sido bloqueado por congresistas que, en conjunto, no representan una fracción de ese respaldo.
¿En serio? ¿La democracia se caracteriza por el uso de bloqueos o vetos de programas estructurales por parte de minorías en el proceso legislativo?
Para entenderlo, les propongo un ejemplo: imaginemos un barrio donde cien familias eligen un presidente de la Junta de Acción Comunal. Sesenta lo apoyan. Él Promete arreglar el parque, instalar luces y construir un centro cultural, por eso y para eso lo eligieron. Sin embargo, hay cinco vecinos elegidos por apenas tres o cuatro familias cada uno, ellos conforman el comité que aprueba todo. Y sin importar las sesenta familias que eligieron que se arrreglara el parque, que se instalaran las luces y que se construyera el centro cultural, esos cinco vecinos que no prometían nada, bloquean todo, lo niegan todo.
Algunas veces no asisten a las decisiones del concejo de administración y sin cuórum el presidente de la junta no logra conseguir la aprobación para cumplir con los programas ofrecidos, en otras ocasiones, bloquean la tesorería porque tampoco aprueban el presupuesto para ejecutar los proyectos elegidos. Ellos, aunque no tienen votos suficientes para ganar una elección y ser presidente de la junta, tienen el extraño poder para detenerlo todo, y tras cada bloqueo, esos cinco salen a celebrar tomando café y jugando parques, son, según ellos, los héroes del barrio. Esto es exactamente lo que pasa hoy en el Congreso colombiano.
Veamos lo ocurrido con la reforma a la salud. Fue archivada en abril de 2024 por la Comisión Séptima del Senado. Nueve senadores votaron en contra. Entre ellos estaban Norma Hurtado, elegida con 128.184 votos; Miguel Ángel Pinto, elegido con 86.000; Nadia Blel, elegida con 95.000; José Alfredo Marín, elegido con 78.000; y Honorio Henríquez, elegido con 46.000. También Alirio Barrera (60.000 votos), Lorena Ríos (30.000), Ana Paola Agudelo (50.000) y Berenice Bedoya (40.000). Así, una de las reformas centrales del programa que eligieron ONCE MILLONES de colombianos fue bloqueada por senadores que fueron elegidos con un poco más de seiscientos mil votos. ¿Eso es democracia?
La historia se repite con la reforma laboral. En marzo de 2025, ocho senadores firmaron la ponencia para archivar el proyecto. Los nombres vuelven a aparecer: Nadia Blel, Honorio Henríquez, Alirio Barrera, Esperanza Andrade, Berenice Bedoya, Miguel Ángel Pinto, Ana Paola Agudelo y Lorena Ríos. Si sumamos los votos por los que fueron elegidos esos senadores, veríamos que apenas superan los cuatrocientos setenta mil es decir, 460.000 votos no dejan discutir una reforma elegida por mas de UNCE MILLONES DE VOTOS, la decisión de esos “héroes del barrio” enterró otra promesa esperada por millones.
Millones eligen un camino, pero pequeños grupos con baja legitimidad pueden impedirlo todo
Así, mientras el presidente Petro ganó con un mandato de once millones de votos, las reformas que propuso han sido sepultadas por bloques congresionales que ni sumados alcanzan una décima parte de ese respaldo democratico. El problema no es quién gobierna, sino cómo se permite gobernar en Colombia.
Aquí no trato de defender personas ni partidos, aquí trato de identificar una falla grave del sistema democrático: si millones eligen un camino, pero pequeños grupos con baja legitimidad pueden impedirlo todo, entonces el poder no reside en el pueblo, sino en las grietas del diseño institucional.
Ese poder sin votos, ese veto sin mayoría es lo que ha permitido que el Congreso bloquee sin construir, que impida sin proponer, que silencie sin responder. Es la esencia de una democracia invertida. Una donde las mayorías no gobiernan y las minorías deciden el rumbo de todos. Esa no es una democracia funcional. Es una democracia al revés.
@hombrejurista
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