El padre jesuita rector Luis Fernando Múnera contrató a una pesada firma para dar una pelea que de perderse habria sido una debacle para la universidad
Bastante fue la sorpresa que se llevó la Universidad Javeriana, una de las más prestigiosas instituciones de educación superior del país, cuando se enteró que había una persona tratando de hacerse pasar ella y mandando correos electrónicos a su nombre. Pero peor fue la reacción cuando descubrieron la forma en la que lo estaba haciendo, puesto que toda la artimaña era orquestada a través de una página web con un dominio prácticamente igual al suyo.
Mientras que el sitio web de la Javeriana cuenta con el dominio ‘javeriana.edu.co’ había otro registrado con un ligero ajuste apenas perceptible, puesto que era ‘javeriana-edu.co’. Algo que podría haber pasado como una simple confusión si no fuera por el hecho de que con ese segundo dominio se le estaban enviando ordenes de compra a los verdaderos proveedores de la universidad para engañarlos. Detrás de este otro dominio estaba una mujer llamada María Fernanda Rodríguez Zamora.
Tras darse por enterada de la suplantación la universidad se puso manos a la obra para tratar de revertir la situación y para ello activó todo un arsenal legal que estuvo liderado por la firma Cavelier Abogados, la cual tiene a la cabeza a un peso pesado como lo es Ágnes Cavelier, esposa del fallecido Germán Cavelier. Entre otras cosas, los temas de propiedad intelectual son uno de los puntos fuertes de esta firma.
Decidieron llevar el caso particular de la Javeriana hasta instancias internacionales
Así pues, la encargada de tomar cartas en el asunto fue la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (Ompi), un organismo del Sistema de las Naciones Unidas con sede en Suiza que se encarga de hacer respetar los tratados sobre derechos de autor y temas similares.
El Centro de Arbitraje y Mediación de este organismo escuchó los argumentos de la Javeriana, que indicaba que se trataba de un dominio registrado y que, además, en la actuación de la persona que lo había suplantado había mala fe. Al final, les dieron la razón.
Aunque distinto, este caso se les suma a otros como el de Frisby o el de Pony Malta, dos reconocidas marcas colombianas que también han tenido que batallar para hacer respetar su imagen y su identidad.
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