Poco más de una hora de la capital está este municipio donde las campesinas salen con sus ruanas y sus canastos llenos de arepas frescas y ricas
Por generaciones, Ventaquemada ha sido un punto de paso obligado para quienes viajan de Bogotá a Tunja. Pero este pequeño municipio boyacense, ubicado en el altiplano cundiboyacense, es mucho más que un paradero en la carretera. Es una tierra donde la historia nacional se cruza con la tradición campesina y donde las arepas son una forma de identidad; además, las más ricas del departamento. Le contamos todo sobre este pueblo escondido en Boyacá.
Fundado en 1777, Ventaquemada es uno de esos pueblos que parecen haberse detenido en el tiempo. Su nombre evoca el incendio de una antigua posada, cuya historia alimenta las leyendas locales. Sin embargo, su papel en la historia de Colombia no es menor: por allí pasaron los ejércitos libertadores camino a la Batalla del Pantano de Vargas. Hoy, un monumento recuerda ese pasado glorioso, aunque muchos turistas aún lo ignoran.
Pero más allá de la historia oficial, Ventaquemada late con una fuerza propia: la de su gente, sus paisajes y, sobre todo, sus arepas. Porque aquí, a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar, se cocina, literalmente, una de las joyas gastronómicas más auténticas del país: la arepa boyacense.
¿Por qué la arepa de Ventaquemada es la mejor?
Y no cualquier arepa. Las de Ventaquemada son, según locales y viajeros frecuentes, las mejores del departamento. Hechas con maíz pelado, amasadas a mano y cocinadas en hornos de leña, conservan ese sabor ancestral que se resiste a desaparecer en una Colombia cada vez más urbana. Su textura es firme, su sabor ligeramente dulce, y su tamaño generoso.
El mercado dominical es una muestra viva de ello. Allí, mujeres con ruanas y sombreros venden canastos llenos de arepas recién salidas del horno, acompañadas de cuajadas, almojábanas y changua con huevo. No es extraño ver a bogotanos madrugadores que hacen el viaje solo para abastecerse de “las de siempre”: esas arepas que en la ciudad ya no saben igual.
Entre sus atractivos turísticos, destaca el páramo El Chapetón, un ecosistema de niebla y frailejones que invita al silencio. También está la iglesia colonial de San Antonio y las ruinas de antiguos caminos reales, testigos del trajín de mulas y comerciantes de antaño. Quien prueba una, vuelve. No solo por el sabor, sino por lo que representa: la memoria viva de Boyacá.
| Ver también: Así fue como hace 249 años un Virrey español creó la Biblioteca Nacional, la primera del país
-.
(function(d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) return;
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = «//connect.facebook.net/en_GB/all.js#xfbml=1»;
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));
!function(f,b,e,v,n,t,s)
{if(f.fbq)return;n=f.fbq=function(){n.callMethod?
n.callMethod.apply(n,arguments):n.queue.push(arguments)};
if(!f._fbq)f._fbq=n;n.push=n;n.loaded=!0;n.version=’2.0′;
n.queue=[];t=b.createElement(e);t.async=!0;
t.src=v;s=b.getElementsByTagName(e)[0];
s.parentNode.insertBefore(t,s)}(window, document,’script’,
‘https://connect.facebook.net/en_US/fbevents.js’);
fbq(‘init’, ‘446647882874276’);
fbq(‘track’, ‘PageView’);