El biopoder de Foucault ayuda a entender Gaza: no es solo castigo, es control vital. Israel deja morir al pueblo palestino al negar condiciones básicas
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En una conferencia celebrada el 17 de marzo de 1976 en el College de France, Michel Foucault definió el biopoder como ese tipo de poder cuyo fin es “tomar control de la vida y de los procesos biológicos del hombre como especie, asegurándose de que no sea castigado, sino regulado”. Foucault argumenta que durante el Siglo XIX se da una transición en Occidente del poder del soberano (el poder de “matar o dejar vivir”), al biopoder, ese nuevo poder de “hacer vivir o dejar morir”. Hagamos uso de estas ideas para pensar sobre lo que está pasando hoy en día en la Franja de Gaza.
El 7 de octubre de 2023, Hamás efectuó un ataque coordinado contra Israel (o, más precisamente, contra civiles israelíes), que dejó un saldo de 1,200 muertos y unos 250 secuestrados (de acuerdo con las cifras de The Jerusalem Post). La respuesta de Israel ante esta infame agresión fue contundente: bombardeos constantes en Gaza, y la rápida ocupación militar del territorio. Si bien al principio esto se podría interpretar como una represalia del Gobierno de Benjamín Netanyaju contra Hamás, con el tiempo se ha hecho evidente que las intenciones del gobierno israelí van mucho más allá de un simple deseo de venganza.
Así como es incorrecto identificar a la comunidad judía con el gobierno de Israel (obviamente son cosas diferentes), es un error confundir al pueblo palestino con Hamás. Castigar al pueblo palestino por las acciones de un grupo terrorista sería equivalente a bombardear toda Colombia como represalia por las acciones terroristas de las disidencias de las FARC. Lo que hay detrás del ataque a Gaza va más allá del castigo (en el sentido del poder soberano) o la venganza. Aquí hay una voluntad obvia de apropiarse del territorio, de acabar con el pueblo palestino, de arrasar con todo y con todos. En otras palabras, lo que motiva al gobierno de Netanyaju es un impulso que solamente puede describirse como genocida.
Volvamos entonces a las ideas de Foucault sobre el biopoder y la biopolítica. Para esto debemos preguntarnos: ¿El Gobierno de Israel ha tomado control de la vida y los procesos biológicos de la población de la franja de Gaza? Es evidente que este es el caso. ¿No controla Israel el flujo de alimentos, combustible y medicinas que entran en Gaza? ¿No controla el gobierno la entrada de ayudas humanitarias al territorio? Sin combustible para facilitar las labores de rescate, sin medicinas para salvar las vidas de los palestinos que han sido heridos en los constantes bombardeos israelíes, sin alimento para poder subsistir, sin fuentes confiables de agua potable, sin las condiciones sanitarias básicas para que las mujeres puedan dar a luz y proteger a sus bebés, ¿no está condenando Israel a los palestinos? ¿Hay una diferencia entre erradicar a un pueblo y dejarlo morir? Recordemos que el biopoder es, entre otras cosas, el poder de “hacer vivir o dejar morir”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ¿no morían también de hambre los judíos encerrados en campos de concentración como los de Auschwitz y Bergen-Belsen? ¿No ejercieron los nazis el mismo poder de “dejar morir” a millones de civiles indefensos? No nos equivoquemos: el pueblo palestino no está siendo “castigado”, está siendo erradicado. El biopoder se ejerce sobre ellos, no solo matándolos, sino haciendo imposibles las condiciones para su supervivencia; en otras palabras: dejándolos morir. Al fin y al cabo, el resultado es el mismo.
¿Qué planes tienen Netanyaju y sus cómplices para el territorio de Gaza? Una vez hayan asesinado y desplazado a los palestinos (generando una crisis humanitaria de enormes consecuencias), ¿construirán en Gaza campos de golf para que Donald Trump y sus aduladores vasallos vayan a pasar las vacaciones en Oriente Medio? ¿Llenarán el territorio de hoteles, casinos, centros comerciales, edificios de empresas multinacionales? ¿Construirán sus sueños sobre los restos de miles de palestinos inocentes? ¿La comunidad internacional se quedará mirando mientras los palestinos mueren de hambre, de sed, de enfermedades perfectamente prevenibles? Y nosotros, ¿qué podemos hacer nosotros? Al menos levantar nuestra voz, decir que no estamos de acuerdo, denunciar la infamia y el genocidio, tratar de estar del lado correcto de la historia. Al menos eso.
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