Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La Democracia tiene dos aspectos: uno el del objetivo que se busca y otro el mecanismo con el cual se intenta lograrlo.
El primero se refiere hoy a un modelo de orden social, de Estado y de Gobierno que, según la misma etimología, gira alrededor de ‘el gobierno del pueblo’, buscando que se garantice la participación de todos los ciudadanos en la toma de decisiones y la vida política del país. Esto para lograr ciertos resultados en la sociedad: equidad en la distribución de la riqueza y del poder, promoción de las libertades individuales; defensa de los Derechos Humanos, respeto por la dignidad de cada persona, entre otros.
En Grecia solo se inventó el nombre. Pero su contenido evolucionó y desde la remota Carta Magna hasta la Asamblea de la Revolución francesa el principio del poder representativo había ido tomando relevancia a la par con la aspiración a la promoción de esos valores ‘democráticos‘.
Desde el siglo XVIII existía un debate entre la idea de poner orden en un sistema ‘aristocrático’ de unas atribuciones referidas a la costumbre, a la ley divina y al sentido común al que acudían los soberanos y sus ministros, y la de limitarlas, creando un conjunto de nuevas reglas que pudiesen ser plasmadas explícitamente, sujetas a debate, revisión, adoptadas y promulgadas como Ley Fundamental. Pero esa contraparte, la democracia, requería imaginar e inventar instituciones. Fue con la contribución de la Revolución Americana que vino a fundamentarse en ‘We, The People’ el concepto democrático y constitucional como ‘regla del juego’ para una Nación.
La evolución a lo largo del tiempo ha sido que en el ámbito del estado de derecho, por ejemplo, se ha avanzado en el fortalecimiento de las instituciones judiciales y la garantía de un sistema jurídico. El parlamento, como órgano legislativo fundamental, ha evolucionado para representar de manera más efectiva a la diversidad de la sociedad y controlar las actuaciones del gobierno. El constitucionalismo, por su parte, ha adquirido una importancia cada vez mayor en la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos y en la limitación del poder estatal.
Pero también la evolución a llevado disminuir la aceptación de la ‘democracia representativa’ y a fortalecer la de la “democracia participativa’. La mayor educación de los electores, la mejora en su capacidad de movilización, los desarrollos tecnológicos para recibir la opinión de los ciudadanos, y otros avances han permitido un mayor interés por el individuo en participar en las decisiones que lo afectan. Por otro lado, el sistema mismo del ejercicio de representatividad ha mostrado sus deficiencias en la medida que el poder en sí mismo se convierte en el objetivo y no la satisfacción de los intereses de quienes otorgan el mandato.
Un líder populista en cierta forma despierta y aprovecha ese deseo de cada individuo de exigir directamente la atención a sus necesidades. Y tanto la caída del prestigio de la ‘democracia’ como la aparición de líderes populistas son una manifestación de la decadencia del sistema representativo.
La caída del prestigio de la ‘democracia’ como la aparición de líderes populistas son una manifestación de la decadencia del sistema representativo
En el caso colombiano está tendencia es aún más marcada si uno ve las nuevas instituciones creadas con la última Constitución o si ve el creciente rechazo a los parlamentarios en las encuestas.
En un régimen constitucional parlamentario, cada vez que está en entredicho si el gobierno está expresando la voluntad popular el ejecutivo acude a pedir un voto de confianza en el parlamento en cualquier momento. Si pierde el ‘voto de confianza’ se acude a una nueva votación para que se manifieste el electorado. En un régimen presidencialista como el nuestro -donde el periodo no puede ser interrumpido- se creó la figura de la Consulta Popular para cuando los mecanismos institucionales no pueden resolver cual entre los dos órganos elegidos por el pueblo expresa esa voluntad.
Esto forma parte de los instrumentos con los cuales se intenta implementar la ‘Democracia’; es una de las ‘reglas del juego’ que han venido a asociarse o identificarse con la palabra, independientemente de que los resultados producidos o que produzca no sean los esperados. El uso de otras reglas puede servir tanto para montar regímenes autoritarios o populistas, como para impedir los cambios que la sociedad necesita. Pero esta es la última instancia cuando es evidente que la manipulación de esas otras reglas puede llevar a lograr lo contrario de lo aspirado, o sea desvirtuar el ejercicio de ‘el gobierno del pueblo’.
Del mismo autor: Cómo nuestra democracia trató la Consulta Popular
-.
(function(d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) return;
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = «//connect.facebook.net/en_GB/all.js#xfbml=1»;
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));
!function(f,b,e,v,n,t,s)
{if(f.fbq)return;n=f.fbq=function(){n.callMethod?
n.callMethod.apply(n,arguments):n.queue.push(arguments)};
if(!f._fbq)f._fbq=n;n.push=n;n.loaded=!0;n.version=’2.0′;
n.queue=[];t=b.createElement(e);t.async=!0;
t.src=v;s=b.getElementsByTagName(e)[0];
s.parentNode.insertBefore(t,s)}(window, document,’script’,
‘https://connect.facebook.net/en_US/fbevents.js’);
fbq(‘init’, ‘446647882874276’);
fbq(‘track’, ‘PageView’);