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Trump se acordó de América Latina por sus ambiciones imperiales, su paranoia de seguridad y porque debe cumplir algunas promesas electorales. Sin embargo, sus medidas son inconsistentes para acercarse a la región y están despertando un sentimiento nacionalista y antiyanqui porque les hacen daño económico a los países, rompieron la confianza en el socio y son impropias de un buen vecino.
Los gobernantes de AL están divididos. El Salvador, Argentina y Ecuador creen que se benefician sometiéndose al matón. Otros países como México, Brasil, Chile y Colombia responden buscando un acomodo pragmático que conserve los beneficios de las relaciones bilaterales, pero buscando para sus sociedades un mejor acomodo en el orden económico y geopolítico que surge con la irrupción de la economía china.
Las acciones trumpianas son agresivas, denigrantes, innecesarias. Funcionarios como Marco Rubio dicen que quieren proteger la democracia, pero cortan toda la ayuda para el desarrollo de programas cojo los de USAID. Dicen que la región debe ser su socia natural, pero suben los aranceles a todos los productos, castigando más a México. Es una medida que afecta a todos los países, daña su posición competitiva y disminuye las ventas por el mayor precio que deberán pagar los consumidores norteamericanos, en nuestro caso por el café y las flores.
Para cumplir su promesa electorera de luchar contra los migrantes (y consolidar la supremacía blanca) inició deportaciones masivas de los migrantes latinos cazándolos en las calles sin respetar sus derechos, sean legales o ilegales. Suspendió los programas de acogida temporal a medio millón de migrantes que salieron de Venezuela, Haití y Cuba y los trata como criminales. Todos van a recordar esa infamia y al éxodo forzado se suma el dolor propio de los sueños quebrados y la solidaridad de sus compatriotas.
Como si la expulsión fuera poco, Trump amenaza con impuestos y controles a las remesas que envían os migrantes que se queden. Quiere desincentivar la migración como fuente de recursos para resolver necesidades de los latinos. Al quitarle parte de sus ingresos de trabajo y obligarlos a identificarse al hacer la transacción, los pueden capturar y expulsar. A Colombia le llegarían este año USD 13 mil millones de remesas, más de la mitad provienen de Estados Unidos. Su caída afectará a miles de familias que compensan sus ingresos con el trabajo de sus migrantes.
Frente a la adicción a las drogas de los norteamericanos, incluyendo a Elon Musk que es un ávido consumidor de hongos sicodélicos, ketamina y éxtasis, Trump insiste en usar la fuerza para evitar que el producto llegue a su mercado. Declaró a una decena de organizaciones criminales como si fueran grupos de terroristas, lo que permitirá el uso de una violencia sin límites morales o legales incluyendo acciones encubiertas para desarticular a los grupos, es decir dar de baja a sus líderes y bases de apoyo. Como lo sabemos bien los colombianos, esa política genera una mayor violencia de los carteles y tiene poco efecto frente al comercio y consumo de las drogas. O, si lo tiene: al aumentar el riesgo aumenta el precio, se hace más atractivo el negocio y los que se mantienen son los más bravos.
Como si faltaran gestos de animadversión, Trump amenaza con represalias a los países de la región que se acerquen a China.
A pesar de que fue Estados Unidos el gran promotor de la globalización de la economía y de haber abandonado a América Latina a suerte durante tres décadas, ahora quiere impedir que las economías locales se beneficien de las relaciones con China. Este propósito no es para beneficiar a los países latinos, sino para “proteger” a Estados Unidos de los riesgos que considera surgen de una mayor presencia China en la región.
Panamá ya fue sometida con la amenaza de Trump de retomarse el canal, los obligó a vender dos puertos de empresas de Hong Kong al fondo norteamericano Blackrock. Este es un susto tardío porque con el puerto de Chancay de Perú, se pueden exportar productos latinoamericanos directo a Asia con un ahorro de ocho días de transporte, al evitar la escala en México o cruzar el canal de Panamá. Y la crisis comercial que provocó Trump ha hecho que China reduzca sus importaciones de productos norteamericanos y en cambio los compra a Brasil, Chile, Perú e inclusive Argentina, a pesar de los deseos de Milei.
La política trumpiana hacia la región no puede ser más negativa. Sus acciones unilaterales para ejercer un dominio anacrónico en la región que responden a sus intereses de seguridad y estratégicos solo logran alejar a la mayoría de los países latinos. Nuestras naciones tienen una personalidad global, saben lo que les conviene en sus relaciones internacionales y no están dispuestas a someterse a dictados anacrónicos.
Del mismo autor:Acercarse a China
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