la resiliencia invisible de las mujeres y su lucidez en la sombra

Colombia atraviesa una transformación demográfica profunda y silenciosa: el 15 % de su población ya tiene más de 60 años, y se proyecta que para 2050 esta cifra llegará al 26 %. En este proceso de envejecimiento acelerado, surge una pregunta crucial: ¿envejecemos todos por igual? Un análisis superficial podría responder afirmativamente, pero al aplicar un enfoque de género, las diferencias se hacen evidentes y significativas.

Envejecimiento con rostro femenino

Colombia envejece con rostro de mujer. De la población mayor de 60 años, el 55,5% son mujeres y el 44,5% son hombres. Esta brecha se amplía en los grupos de mayor edad: en el selecto grupo de colombianos centenarios, las mujeres casi duplican en número a los hombres. Esto se explica por la mayor esperanza de vida femenina (80 años frente a 74-75 años en hombres). Sin embargo, la feminización de la vejez también implica una mayor incidencia de soledad, viudez y dependencia económica entre las mujeres.

Trayectorias desiguales, resiliencias distintas

Las trayectorias vitales de hombres y mujeres mayores son profundamente desiguales. Las mujeres mayores actuales vivieron gran parte de su vida en contextos que las relegaron al trabajo no remunerado o informal, dejándolas sin acceso a pensiones.

En Colombia, hay 1,75 millones de pensionados, cifra que contrasta con los 8,17 millones de personas mayores de 60 años. Apenas una de cada ocho mujeres logra jubilarse con ingresos medianamente dignos. Por su parte, los hombres accedieron en mayor proporción al mercado formal (aunque solo uno de cada cuatro se pensiona), pero enfrentan una transición al retiro marcada por el aislamiento y la pérdida de sentido social.

Mientras ellos suelen estancarse en casa, las mujeres continúan activas en sus actividades cotidianas. Como señala la Fundación Saldarriaga Concha (FSC) en Misión Colombia Envejece, “El deterioro de la funcionalidad física de la persona mayor después de la jubilación se relaciona con el detrimento de la salud mental, especialmente en hombres.”

La trampa de la invisibilidad

A pesar de su rol crucial en la sostenibilidad de hogares y comunidades, las mujeres mayores siguen siendo invisibles para las políticas públicas. Cumplen roles de cuidado, lideran hogares y participan en micronegocios, pero no son reconocidas como productoras de valor económico o social.

La brecha digital afecta especialmente a las mujeres rurales, aunque muchas están dispuestas a aprender, como evidencian los programas de apropiación digital liderados por la FSC.

Implicaciones para las políticas públicas

Incorporar un enfoque de género en las políticas de envejecimiento es fundamental para garantizar justicia social. El DANE y la FSC han señalado que “las desigualdades de género se acumulan desventajosamente en la vejez de las mujeres”. Por ello, se requieren políticas diferenciadas que reconozcan estas trayectorias históricas y potencien el papel de las mujeres mayores como emprendedoras, cuidadoras, educadoras y líderes comunitarias.

Las mujeres mayores en Colombia, a pesar de una vida marcada por la exclusión estructural, demuestran una admirable capacidad de adaptación y liderazgo. Reconocer esta realidad es clave para transformar los sistemas de cuidado, pensiones y educación. Como plantea la Fundación Saldarriaga Concha, “la inclusión empieza con la resiliencia” (Informe de gestión 2023). Y muchas mujeres mayores son, sin duda, el rostro más resiliente del país que envejece.