Un tribunal anuló el nombramiento de Benedetti como embajador ante la FAO, abriendo debate sobre irregularidades y abusos en el servicio exterior
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El Tribunal Administrativo de Cundinamarca acaba de decretar la nulidad del nombramiento de Armando Benedetti, actual ministro del Interior, como embajador ante la FAO, con sede en Roma. Es loable la senda que viene siguiendo la justicia administrativa en el sentido de sancionar con nulidad todos los nombramientos irregulares en el servicio exterior. El complemento necesario de esta jurisprudencia irreversible es que se sancione a los responsables de cada catastrófico nombramiento. El pueblo tiene derecho a recobrar los costos de estas vagabunderías.
La ironía y paradoja es que sin que el país se entere cambiaron la norma sobre competencia para que pasara del Consejo de Estado, en única instancia, al Tribunal Administrativo, en primera instancia. Significa ello que los fallos de nulidad son apelables, y así se permite que con todo tipo de recursos los removidos por fallo judicial puedan demorar la decisión final hasta cumplir los cuatro años, el máximo que permite la Ley; a excepción de los embajadores. La hija de Noemí Sanín, por ejemplo, se aferró a su cargo en Londres y ni con tutela y desacato pudieron sacarla. Hasta que le inventaron un cargo en Madrid.
La nulidad del nombramiento de Benedetti puede suscitar, de contera, un interesante debate sobre la inmunidad que lo cobijaba. Pues es sabido que protagonizó un incidente de violencia doméstica en España. No creo que sea cierto, pero esta es la transcripción de un informe interno de la policía española, que me hizo llegar un espontáneo y que parece referirse al caso:
«SUMISIÓN DE REPORTE
Guardia Civil José Paco
Informo a Vuecencias que he concurrido a un inmueble sito en Madrid por llamada de una vecina alterada quién apenas he puesto un pie en el piso me ha dicho que dos forasteros probablemente procedentes de alguna colonia han protagonizado una disputa doméstica de altos kilates y mucho ruido, siendo ella una mujer apacentada y él “un hombre feo como los párpados de Caifás, con cara de nahual; se parece a Luzbel… uyuyuy que miedo me da”. Declaración de la testigo, que se apostilla.
He investigado y la clave está en una ranchera “En dónde está mi saxofón”. Caifás fue el pionero de los caifases, una banda de rasgadores de vestiduras muy asentada en la Nueva Granada. El nahual es una criatura mitológica inventada por las colonias, medio animal y medio humana, terrorífica. Dice la leyenda que si se mete en la política arrasa las instituciones. El saxofón no apareció y la policía colombiana confirma que también se perdió una cadenita. Carolina se esfumó sin regalar flores ni qué pan caliente.
He descargado a este individuo por cuenta de alguna inmunidad diplomática. Su cara me ha asustado, la verdad. Dijo llamarse Armando, y vaya follón que ha armado.
Me acompañó el guardia civil Thiago quien no arroja confianza debido a que es catalán y boga por el Barza.»
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