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Sin exagerar, creo que la mayoría no está siendo consciente de la gravísima encrucijada en que nos encontramos todos en la humanidad en estos momentos. No es broma, estamos al borde de que se precipite una nueva guerra mundial, y lo que es peor, de carácter nuclear, lo que pondría en riesgo la subsistencia de la vida en el planeta y quizás hasta el planeta mismo.
Lo que se precipitó en el oriente medio, contiene en sí mismo el conjunto completo de las contradicciones que caracterizan la época. Irresponsables hay, sin duda muchos, que piensan que la coyuntura es solucionable mediante la adopción de decisiones, como la de que los Estados Unidos se unan a la guerra declarada por Israel a Irán, y autoricen el uso de bombas nucleares contra este.
Múltiples congresistas norteamericanos son partidarios de esta esquizofrénica solución. Uno de ellos, vocero republicano, Lindsay Graham, clama de tiempo atrás porque se ponga fin de manera definitiva al problema con Palestina, descargando unas cuantas bombas atómicas sobre Gaza, para borrar de la faz de la Tierra ese pueblo que considera terrorista, en beneficio de Israel, presuntamente el pueblo elegido por Dios. Igual con Irán.
Israel, desde el triunfo de la revolución islámica, en 1979, asegura que la república de Irán es un peligro contra la paz mundial, y se ha encargado de promover todo tipo de atentados contra ella. La cuestión no es un problema religioso, como se ha pretendido hacer creer. Es que, antes de la revolución, Irán estaba gobernada por la monarquía del Sha, impuesta por los Estados Unidos mediante un golpe de Estado. Lo cual la hacía buena.
Mientras que, con el advenimiento de los ayatolás, la nueva república declaró su independencia de cualquier potencia extranjera, se tratara de los Estados Unidos o de la Unión Soviética, en su momento. El pueblo de Irán, compuesto por múltiples culturas, con mayoría persa, simplemente tomó la decisión de tratar de igual a igual con todos los pueblos del mundo, sin subordinaciones, luchando por su desarrollo mientras conservaba sus milenarias tradiciones.
La revolución islámica entendió el papel de Israel, una punta de lanza, una especie de avanzada económica y militar norteamericana, que aspiraba a convertirse en el estado hegemónico del occidente de Asia, invadiendo los territorios circundantes, sometiendo a sus pueblos e imponiendo su autoproclamada superioridad racial. Con el visto bueno de los Estados Unidos y sus aliados de Europa, para quienes el petróleo y gas de la región resultan vitales.
Israel se convirtió en una máquina militar impresionante, a la que añadió el empleo de armas nucleares que desarrolló aparentemente en secreto
Mientras Israel se convirtió en una máquina militar impresionante, a la que añadió el empleo de armas nucleares que desarrolló aparentemente en secreto, sin que le fuera exigida la firma de los tratados internacionales sobre la no proliferación de armas nucleares, ni la vigilancia de la Organización Internacional de Energía Nuclear que monitorea a los países con esas armas, se dedicó a acusar a Irán de estar trabajando en la fabricación de ese mismo tipo de armamento.
Desde los tiempos del ayatolá Jomeini, Irán renunció a la energía nuclear con fines bélicos. En cambio, optó por usarla con fines pacíficos, como la generación de energía eléctrica, un propósito que desarrollaba desde los tiempos del Sha, con el apoyo de países como Francia, sin que se le condenara de alguna manera. Ahora, por el contrario, Israel, y su lobby sionista en Washington, convirtieron esos propósitos energéticos pacíficos de Irán en un crimen abominable.
Y, con el pretexto de que Irán está construyendo bombas nucleares, atacaron ese país, por vía aérea y acciones de sabotaje terrestre, a fin de destruir todas sus instalaciones energéticas, añadiendo el propósito de echar abajo la revolución islámica para poner en su lugar un gobierno proisraelí y pronorteamericano. A la respuesta defensiva de Irán se la condena, mientras se silencian los crímenes abiertos de Israel.
Irán tiene acuerdos de cooperación de todo orden con otras potencias, como Rusia y China. Pakistán ya anunció que atacará con armamento nuclear a Israel y los países que lo apoyan, en caso de que este se atreva a usar armas nucleares contra Irán. Quizás no se piense mucho en eso, pero Irán desempeña un papel crucial en los BRICS, la alternativa del sur global que compite de modo frontal con el occidente hegemónico neoliberal.
Así que lo que se atisba en el horizonte, tal y como pasa también en Ucrania, es que el telón de fondo de los actuales conflictos en el Oriente edio y en el este de Europa, es el enfrentamiento entre el viejo orden mundial y el nuevo, entre la unipolaridad y la multipolaridad, entre el modelo que dominó el mundo por lo menos durante los últimos 500 años, y una nueva forma de entender la paz, la cooperación y la armonía entre los pueblos.
Ojalá sea posible conseguirlo, sin la guerra mundial que se avizora.
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