Son las 5:45 p.m. de un miércoles. El frío bogotano característico. Hay miles de personas haciendo una fila interminable. Parece no tener fin. Le da la vuelta a la manzana frente a la estación de TransMilenio, Suba Calle 95. Se extiende hacia un parqueadero y un parque aledaño. Todos buscan un puesto en uno de los espacios más emblemáticos de esa zona capitalina: la iglesia cristiana El Lugar de Su Presencia.
La mayoría son jóvenes, aunque también hay varios adultos. Vestidos de negro, el personal de logística se encuentra desplegado a tres y cinco cuadras de la iglesia, organizando a la multitud.
“A su derecha”, “Conserven la fila”, “Avancen, iglesia”, se les escucha decir a los fieles que van llegando. Llamarlos “iglesia” no es casual: se inspiran en versículos como 1 Corintios 12:27 y Efesios 1:22-23, donde se afirma que quienes creen en Jesús forman parte de su cuerpo, y por lo tanto, de la Iglesia.

Hay gente que llega desde las 4:30 p.m. a formarse para quedar en los primeros lugares. Esperan a pesar del frío o calor. El servicio inicia a las 7:00 p.m., pero también hay uno a las 5 de la tarde. Para ese no hay que hacer tanta fila.
Hay 3.500 asientos disponibles. A veces no alcanzan y quienes quedan por fuera entran al auditorio El teatro. Allí hay 1.500 sillas adicionales. A quienes les toca allí, deben participar del culto a través de pantallas.
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La fila empieza a moverse. Allí me encuentro con Karen (28 años), que espera a su esposo y le guarda puesto. Asiste a Su Presencia hace siete años. “Ha sido un proceso de transformación completa”, asegura. Dice que hace la fila de casi dos horas para entrar porque “te llena” y “te sientes renovado”.


Han pasado casi 2 horas. Logramos ingresar. Hay varias entradas. Filas por cada esquina, por arriba y abajo, para llenar las miles de sillas. Parece el estadio El Campín o el auditorio Movistar Arena. Hay música de ambiente. La logística es impresionante. Nadie se cuela. Nadie grita. Todos le hacen caso a los de logística que no dejan de repetir “bienvenidos, Iglesia”.
Se apagan las luces. Se enciende la tarima e inicia la alabanza. Una secuencia de canciones con mensajes alusivos a Dios, a su hijo Jesucristo, y la obra redentora que describe la Biblia. Hay juego de luces, danzarinas detrás de los músicos y un ambiente de tranquilidad tipo concierto.
Dura más o menos media hora. Buena parte de los jóvenes alzan las manos y brazos, cierran los ojos, repiten las canciones, corean las rimas y se entregan en lo que ellos llaman adoración a Dios.
“Antes se pensaba que la iglesia era solo para personas mayores o solo los domingos. Pero acá puedes encontrar a Dios en cualquier momento de la semana, a cualquier hora; solo es cuestión de disposición. Y no importa tu edad: puede ser desde el más joven hasta el más viejo”, dice Lorena, de 29 años.


En pleno siglo XXI, cuando no es tan común ver a la juventud entregada a la religión, es raro ver a más de 3 mil personas al unísono cantando rimas alusivas al Dios del cristiansimo. Tan pronto se acaba la música, entra el director del culto. En las pantallas aparecen códigos QR para que los asistentes los escaneen y entreguen los diezmos y ofrendas. O las limosnas, como le dicen en la Iglesia Católica. Mientras tanto, el director agradece en oración por los dineros recibidos.
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*En la página de Su Presencia también hay un botón exclusivo para entregar donaciones. Hay pagos por Bancolombia, Banco de Occidente, pagos en PSE, y otros métodos de pago. Dice Felipe, otro joven asistente desde hace diez años, que desde la pandemia dejaron de recibir dinero en efectivo. Ahora todo es virtual.
Encienden nuevamente las luces. La música baja el volumen. La multitud toma asiento y dan paso a la predicadora. Habla una mujer de unos 50 años. Hace referencia a pasajes bíblicos y su reflexión toma entre 30 y 45 minutos. Se centró en cómo conocer el propósito que Dios tiene para todos sus hijos. Varios de los jóvenes lloraron con el mensaje. Transmiten mucha paz, espiritualidad y regocijo.


La salida, coordinada con la misma eficiencia que caracteriza toda su logística, demuestra que no se les escapa ningún detalle. No pueden permitirse fallos: están al frente de más de 3.000 personas. Un ejemplo claro ocurrió durante el temblor del pasado domingo 8 de junio. Nadie evacuó la iglesia. La congregación permaneció atenta a las indicaciones de Andrés Corson, pastor y líder del templo, mientras lámparas, luces y estructuras se mecían visiblemente. Mientras en otras partes de la ciudad las personas corrían en distintas direcciones, en este lugar reinó el orden. Un reflejo del poder de convocatoria e influencia que ejercen sobre las multitudes.
@supresenciaiglesia No duerme el que nos guarda #fyp #temblor #bogota #temblorhoy ♬ sonido original – Su Presencia
El pastor Andrés Corson tiene la última palabra
Por lo general, las predicaciones son enfocadas en temas juveniles, de motivación, no son tan teológicos. No solo son un éxito en la presencialidad, sino también en redes sociales. El canal de YouTube, donde suman más de 2.6 millones de suscriptores, y la exitosa cuenta de TikTok con 33 mil fans, reflejan el impacto de esta mega iglesia cristiana cuyo líder espiritual es un reconocido estadounidense, que dice sentirse muy colombiano, y cuyo apellido resuena incluso en las esferas del poder colombiano: Andrés Corson.
El pastor, que ya tiene una dinastía de la fe y dirige su iglesia con un estilo fresco y descomplicado, lleva 12 años en Colombia. Nacido en Filadelfia, Estados Unidos, llegó al país cuando sus padres, también religiosos, se establecieron en el país. Desde joven sintió un llamado al ministerio pastoral, y junto a su esposa, Rocío Ramos, inició una pequeña congregación en su sala, que con el tiempo se convertiría en una de las iglesias más grandes y reconocidas de América Latina.


Corson logró convertir a su iglesia en una de las más poderosas de la capital colombiana a la que, incluso, van varios personajes reconocidos del país, como la canciller Laura Sarabia, quien inició a asistir durante sus años universitarios –aproximadamente en 2015/2016– mientras estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad Militar Nueva Granada. Ese fue un momento clave en su formación personal y espiritual, ya que allí desarrolló una disciplina de vida y una vocación de servicio comunitario. Así lo reconoció ella misma en videos que han sido ampliamente difundidos en redes sociales.


A Corson lo acompaña Rocío, que ha sido una figura central en la construcción de Su Presencia. Además de predicar y liderar junto a su esposo, ha desarrollado ministerios enfocados en mujeres y en el fortalecimiento de la vida familiar dentro de la comunidad.
La familia tuvo dos hijos, ambos involucrados activamente en la iglesia. La más visible es Christy, nacida pocos meses después del matrimonio de sus padres en los años 90. Junto a su hermano Daniel, ha crecido dentro del ministerio familiar: predica, canta y lidera con energía. Todo indica que Corson ya tiene sucesores en formación.
Esa pareja pastoral dirige esta mega iglesia e imparten las líneas para que los demás predicadores impacten a las juventudes. Han sido tan exitosos que se siguen expandiendo en varias localidades de Bogotá para llevar el mensaje de Dios de forma distinta, lejos del estereotipo que se tiene de los cristianos de corbata, pandereta y biblia bajo el brazo.


Además de la sede principal de Su Presencia en La Castellana, a la par, la iglesia ha extendido su misión a otras zonas de la ciudad con sedes en El Nogal y Suba (La Campiña). En El Nogal (Carrera 9 No. 79a‑03) los domingos se viven tres encuentros —a las 7:30, 9:30 y 11:30 a.m.— con espacios pensados para bebés y niños, en un ambiente de cercanía y calidez.
Mientras tanto, en Suba, junto a la estación TransMilenio de La Campiña (Calle 145 No. 99b‑08), también se imparten tres reuniones dominicales en el mismo horario, replicando la estructura familiar y contando con su propio programa de Kids y Babies. Estas extensiones permiten que el mensaje y la experiencia de Su Presencia trasciendan un solo punto físico, ofreciendo accesibilidad y acompañamiento en diferentes rincones de Bogotá.
La fuerza de la Iglesia no está solo en el púlpito: la música pesa
En las plataformas musicales como Apple Music, Spotify y Soundcloud, Su Presencia arrasa en el gremio de gospel y cristiano. Tienen sus propias composiciones, cuentan con millones de seguidores en todo el mundo. Son un fenómeno difícil de replicar.
“A mí me gusta el énfasis que tiene la iglesia en los jóvenes porque permite que estén acá y no estén en otro lado perdiendo tiempo. La iglesia los atrae con música, actividades, grupos, y les muestra que no se están perdiendo de nada afuera. Además, muchos se conectan a servir, y están aquí haciendo la obra”, dice Camila, otra feliz asistente.
Tienen varios grupos musicales registrados. Uno de ellos es NextWave (también estilizado como NxtWave), que nació en 2015 como la voz joven y fresca de la iglesia. Desde entonces, el grupo ha explorado géneros como el EDM, el electro-rock y el house, produciendo tres álbumes: NxtWave (2016), Burning Flame (2019) y We Are the Revolution (2024). Temas como “Malas Noticias”, “Cambia Tu Mente” y “Perfecta Paz” han conectado con miles de jóvenes por su estilo vibrante y mensajes transformadores.


Por otro lado, Su Presencia Worship —originalmente Éxodo 33:14— es la banda principal de adoración de la iglesia y ha sido un pilar del ministerio musical desde inicios de los años 2000. Renombrada en 2007, nació con la visión de que la música producida por la iglesia sería un instrumento de sanidad y renovación espiritual. Su discografía incluye álbumes como Cielos Abiertos, Jesus Freak, Fiel, Fragmentos del Cielo y los más recientes Jesús y Tienes el Control. También han producido música dirigida a niños, como Bichos Freak, integrando a todas las edades en la experiencia de alabanza.
Más allá del culto las relaciones personales continúan
El éxito de esta iglesia también incluye un ambiente más tú a tú. Se llaman Grupos de Conexión, que son diseñados para que los asistentes no solo vivan la fe los fines de semana, sino que también encuentren apoyo, crecimiento espiritual y relaciones significativas durante la semana.
Estos grupos pequeños se reúnen en casas, cafés, oficinas o en línea, y están organizados por edades, intereses o etapas de vida: hay grupos para jóvenes, matrimonios, profesionales, adultos mayores y nuevos creyentes. En cada encuentro se estudia la Biblia de manera práctica, se comparten experiencias personales y se ora en comunidad, fomentando un ambiente seguro donde las personas pueden ser escuchadas, animadas y transformadas.
Afuera ya es de noche. Las luces de la ciudad parpadean sobre las cabezas de quienes se despiden con abrazos, risas, lágrimas y promesas de volver a esta iglesia. En una Bogotá que a menudo parece acelerada, escéptica y dividida, El Lugar de Su Presencia se ha convertido en un oasis de orden, fe y pertenencia para miles. No se trata solo de un templo lleno —aunque lo esté siempre—, sino de un fenómeno espiritual, social y cultural que ha logrado hablarle a una generación que muchos daban por perdida. Allí, entre luces, QR, danzas y oración, se construye algo más que una iglesia: una identidad colectiva arraigada a una cultura que promete seguir moviendo masas.

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