Tras revelar su orientación sexual, la actriz enfrentó una profunda crisis emocional que la llevó a tocar fondo antes de poder reconstruirse
Alejandra Borrero no lo gritó. No hizo un escándalo ni preparó una puesta en escena para contar algo que, en el fondo, venía latiendo en su pecho hacía mucho tiempo. Solo lo dijo. Así, como quien deja caer una verdad pesada, no sobre los otros, sino sobre sí misma. Ese día decidió contar que era gay, y con ello, cambiar para siempre la forma en la que se enfrentaría al mundo, a su carrera y, sobre todo, a su propia historia.
Lea también: Alejandra Borrero confesó porqué decidió alejarse de la televisión ¿fue por la plata?
Inspirada por un capítulo de televisión en el que Ellen DeGeneres, en plena cima de su fama, salía del clóset frente a millones de espectadores, Alejandra sintió que no podía seguir postergándolo. La presión de los medios era constante. Las preguntas, a veces disfrazadas de curiosidad, otras de morbo, la acorralaban. Pero no fue eso lo que la empujó del todo. Fue más bien una urgencia interna, casi visceral, de ser coherente con lo que era, con lo que sentía y con la necesidad de no seguir callando.
No hubo fuegos artificiales ni escándalos públicos cuando lo dijo. Tampoco una oleada inmediata de apoyo. Fue un momento íntimo, casi doméstico, en el que lanzó al aire su verdad esperando que el mundo, o al menos su pequeño mundo, reaccionara. Pero no pasó mucho. O al menos no en la superficie. La verdadera tormenta ocurrió por dentro.
Alejandra no solo se enfrentó a los prejuicios de otros. También tuvo que reconocer los propios. Los que había aprendido, los que estaban instalados en su mente como ideas heredadas, casi invisibles, pero igual de dañinas. La reacción más dolorosa no vino del exterior, sino de sí misma. Se miró al espejo con los ojos de una sociedad que le había enseñado a temer, a esconderse, a sentirse menos. Y eso dolió más que cualquier titular o susurro.
Fue entonces cuando la oscuridad comenzó a envolverla. Lo que había sido un acto de valentía se transformó, días después, en una caída lenta hacia la tristeza más honda. La depresión no tocó la puerta. Se instaló sin aviso. Empezó a despertarse sin ganas, sin brillo. Y eso, en una mujer que solía disfrutar de la vida con intensidad, fue una señal brutal. La alegría desapareció. Todo perdió sentido. Y por primera vez, pensó que no quería seguir.
Pero no se quedó allí. No se resignó al dolor. Como tantas veces en su carrera, volvió a empezar. Se reconstruyó paso a paso, se permitió sanar, buscó refugio en el trabajo y en la distancia. En Brasil, mientras rodaba una novela, fue reencontrándose con ella misma. No fue mágico ni inmediato. Fue un proceso. Uno lleno de dudas, de cicatrices, de silencios incómodos. Pero también de redescubrimientos.
Salir del clóset no fue solo un acto de honestidad para Alejandra Borrero. Fue una ruptura, una liberación, una caída y una resurrección. No lo hizo por aplausos ni por agenda. Lo hizo porque entendió que vivir con miedo es una forma lenta de morir. Y que para algunas personas, contar su verdad no es un lujo: es una necesidad vital.
Hoy, con la perspectiva que dan los años, ese episodio se ve como uno de los momentos más valientes de su vida. No por lo que significó para otros, sino por lo que logró dentro de ella. Porque no todos los héroes usan capa. Algunos solo se sientan a la mesa, respiran profundo y se atreven a decir lo que son.
-.
Anuncios.
Anuncios.
(function(d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) return;
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = «//connect.facebook.net/en_GB/all.js#xfbml=1»;
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));
!function(f,b,e,v,n,t,s)
{if(f.fbq)return;n=f.fbq=function(){n.callMethod?
n.callMethod.apply(n,arguments):n.queue.push(arguments)};
if(!f._fbq)f._fbq=n;n.push=n;n.loaded=!0;n.version=’2.0′;
n.queue=[];t=b.createElement(e);t.async=!0;
t.src=v;s=b.getElementsByTagName(e)[0];
s.parentNode.insertBefore(t,s)}(window, document,’script’,
‘https://connect.facebook.net/en_US/fbevents.js’);
fbq(‘init’, ‘446647882874276’);
fbq(‘track’, ‘PageView’);