Opinión
La ofensiva de Petro a la vieja casta antioqueña puede quedar en pelea de verduleras entre Quintero y Fico y en vez de paz total abrir las fauces de la polarización
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Después de las maneras singulares y principalmente brabuconas con que Trump ha provocado la paz en el Oriente Medio, Petro ha pretendido lo propio con su Paz Total agrediendo no a los actores, sino a las víctimas. El emperador gringo, como el comandante de la canción, llegó al escenario y mandó a callar. A callar los cañones, misiles y drones. No llegó como las hermanitas de la caridad sino con las 14 bombas más grandes de su arsenal y aun cuando parece haber sido más el aspaviento que lo que esos artefactos causaron, metió miedo y demostró que quien pone el orden, baraja las cartas y reparte el naipe es él.
A los aristócratas antioqueños Petro subió a la tarima de la Alpujarra a los más connotados bandidos urbanos para convertirlos en interlocutores de su pretendida paz
Petro, buscando camorra como casi siempre, y ante la imposibilidad de lograr que los ejércitos de traquetos cesen las batallas que libran entre ellos, ya veces con las fuerzas constitucionales, dio un sopapo al fariseísmo de los aristócratas antioqueños y les subió a la tarima de la Alpujarra a los más connotados bandidos urbanos para convertirlos en interlocutores válidos dentro de su pretendida paz. No llegó a discutir sibilinamente las pautas del diálogo. Lo impuso a la brava. Pero se dejó ver el cobre, no era una jugada para mandar callar sino una herramienta de la venganza contra el alcalde Fico, acusado públicamente por un par de esos capos de la tarima de haber negociado con ellos para llegar a ser alcalde y poder gobernar en Medellín.
Como ese cuento de los arreglos del hampa con los alcaldes lo han echado desde cuando Fajardo pudo controlar a los combos y a cada gobernante le han achacado desde entonces la misma metodología, la ofensiva de Petro a la vieja casta antioqueña puede quedar convertida en una pelea de verduleras entre Pinturita Quintero y Fico y en vez de paz total, se abren las fauces de una nueva polarización. Por supuesto Petro no es Trump y los aviones no le han llegado todavía de Suecia. Los combos siguen manejando Medellín y a las fuerzas armadas constitucionales les tienen amarradas las manos.

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