La gratitud y la perseverancia forjan el cambio. Pese a la reforma laboral, muchos beneficiarios no valoran al gobierno que los ha intentado reivindicar
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Cuando no vivíamos pegados al celular y jugábamos al cojín de guerra, la lleva, el escondite de la correa y al trompo quiñador, nuestros mayores insistían en enseñarnos, que la gran virtud de todas las virtudes era la perseverancia y que junto con la gratitud eran las virtudes por la cual las otras virtudes generarían frutos.
En este orden, la templanza, la justicia, la honestidad, la prudencia, la fortaleza, la humildad y muchas otras virtudes, rendirán frutos, siempre y cuando perseveremos en ellas y paralelamente ofrecer gratitud por los frutos alcanzados. Lo anterior nos lo enseñaba nuestra abuela Petrona Oliveros de Peña, que vivió lucidamente 103 años y, había vivido «La Guerra de los Mil Días» con toda su violencia entre Liberales y Conservadores; antes de desplazarse desde el Departamento del Chocó en travesía por el río Sipi, para establecerse en Bolívar-Valle a principios del Siglo XX.
Creo que el gran problema que padecemos en nuestro país es la precaria o casi nula educación de grandes capas de nuestra sociedad; agregado a lo anterior, la educación pública fue deliberadamente degradada para manejar con mayor facilidad a un numeroso ejército de oprimidos. Adicional a esto, la notable y escasa afición por la lectura complementa la desoladora condición intelectual del Colombiano promedio. No de otra manera se explica la ausencia de un pensamiento crítico y el inexplicable odio que se siente por aquel que se desvive por mejorar las condiciones sociales de los eternos marginados.
¡La vida es así, qué le vamos a hacer!
Hay que reconocer, que el trabajo realizado por la ultraderecha colombiana ha sido fructífero en su perverso propósito de fabricar de manera eficiente pobres de derecha. Marginados que luego se vienen en contra, cual volcán en erupción sobre quien los pretende redimir; para luego caer en los amorosos brazos de los que solo sienten desprecio y aporofobia por ellos.
Así es la vida. Así de irónica.
Con la aprobación y sanción presidencial de la reforma laboral he comprobado lo anterior. La ingratitud con el gobierno que persevera por restablecer los derechos laborales, pensionales y de salud conculcados por gobiernos anteriores, no son valorados en su verdadera dimensión por sus directos beneficiarios; muchos denigran y odian al gobierno que los reivindica. ¿Por qué? Algo extraño opera en ellos. No son todos, pero como la presunta existencia de las brujas: ¡que los hay, los hay! Y los hay muchos.
La clase trabajadora no debería estar agradecida con el gobernante, pero sí deben ser gratos por quien vela por ellos. No hay que brindar gracias por hacer lo que sería una obligación en el desarrollo de la ejecución presupuestal. Mejorar las condiciones sociales y disminuir la desigualdad en un estado social de derecho es menester de todo aquel que ocupa el solio de Bolívar, pero como casi ninguno lo hace, entonces algo que normalmente es una obligación se convierte en un hecho excepcional que hay que aplaudir y guardar la debida gratitud.
¡Así es la vida!
En Colombia la clase política nunca ha tenido un interés genuino por los pobres, siempre ha primado los intereses clientelares sobre la política social del estado. Lo del gobierno del cambio es un hecho excepcional que merece un reconocimiento especial. ¡Merece gratitud! El agradecimiento es la acción de expresar reconocimiento por un favor o un beneficio recibido, en cambio, la gratitud es un sentimiento más profundo, es la sensibilidad que se siente frente a la solidaridad y las buenas acciones, es el aprecio por lo bueno que da la vida.
Noan Chosmy dice: «los derechos no se conceden, se conquistan» otros dicen que no hay que rogarlos, sino conseguirlos por la fuerza. Bueno, no hemos llegado tan lejos, pero empezar a pensar es empezar a luchar. Les expoliaron los derechos desde el 2002 bajo el gobierno Uribe y no musitaron palabra alguna. Hoy esos derechos han sido restaurados.
Hay que tener un mínimo de entendimiento y curiosidad para identificar quién es el opresor y quién te trata redimir. Mil cuentos circulan entre ellos, que los fondos de pensiones se van a quebrar con la reforma pensional, que con la reforma laboral va a crecer la informalidad, dicen, que se perderán miles de empleos, que con la reforma a la salud se deteriorara el sistema que hace rato viene en franco deterioro y necesita un rediseño urgente. Organismos internacionales como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) junto con la OCDE (Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico) que son prestigiosos organismos internacionales, dan visto bueno a estas reformas sociales.
Con estas reformas, ojalá se tenga gratitud de parte de los directos beneficiarios: los jóvenes estudiantes, los campesinos, los ancianos sin pensión, los vigilantes y demás trabajadores. Este ha sido el gobierno de la inclusión: ministros y vicepresidenta negros, periodistas indígenas, mujeres en altos cargos, igual que personas trans. Los siempre excluidos han sido tenidos en cuenta. El gobierno ha perseverado en el cambio no solo material sino cultural. Muchos de los beneficiarios no guardan la gratitud debida.
¡Así es la vida!
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