El golpe blando no tuvo botas ni tanques, sino micrófonos, togas y traiciones. La democracia resistió donde la ambición quiso borrar la voluntad popular
Por: Stella Ramirez G.
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La historia empieza en Bogotá, pero bien podría ocurrir en Macondo. Porque en Colombia, lo real y lo absurdo se dan la mano como viejos conocidos. El libreto, cuidadosamente redactado en salones sin ventanas y chats con candado, tenía nombre propio: el golpe blando. Y aunque no había tanques, ni generales en cadena nacional, sobraban traidores de cuello blanco, micrófono dorado y sonrisa ensayada.
A las 3:14 de la tarde de un jueves cualquiera, La Reina de los Micrófonos lanzó su editorial con voz grave: “El país no resiste más este desgobierno”. No lo decía con pruebas, sino con rabia. Sabía que el poder no necesita verdades, solo titulares, y Vicky Dávila llevaba años fabricando titulares como quien hace bombas con papel periódico.
En otro rincón del escenario, La Dama de Hierro sin votos –María Fernanda Cabal– calentaba el discurso de odio. “A este presidente hay que sacarlo como sea”, susurraba entre cejas alzadas y aplausos de señores que no pisan una plaza pública desde el 98. Para ella, el pueblo es una estadística y la democracia, un estorbo.
Pero el golpe no se urde solo con gritos. Hace falta el toque institucional, la firma elegante, el lenguaje moderado. Para eso estaba el canciller del silencio: Álvaro Leyva. Viejo, astuto, entrenado en las artes del doble discurso. En la mañana abrazaba al presidente y en la tarde escribía mensajes a la vicepresidenta como si fueran versos: “Corazón firme, seguimos adelante”. Pero adelante… ¿Hacia dónde?
Porque allí, en medio del teatro, estaba ella: La vicepresidenta de las sombras, Francia Márquez. La que un día dijo venir desde abajo, pero que terminó susurrando planes con los de arriba. Que no alzó la voz cuando el presidente fue perseguido, ni cuando las instituciones pactaban su caída. Que prefirió la tristeza fingida al coraje verdadero. “Estoy dolida”, decía su vocero. Pero el pueblo no necesita mártires dolidos, sino lealtad.
El guion era claro: deslegitimar al presidente desde los micrófonos, preparar el terreno en el Congreso, alinear cortes y fiscales, y forzar una renuncia decorosa. Para eso estaba el presidente del Senado sin pueblo: Efraín Cepeda, que pidió desconocer la autoridad presidencial sin que se le moviera un solo pelo. Ni una palabra sobre el voto popular. Ni un mínimo respeto por la voluntad de millones. Solo ambición envuelta en corbata.
Y no estaban solos, estaban los jueces que miraban para otro lado, los opinadores que se volvieron mudos, los aliados que se vistieron de neutrales, los cobardes que se refugiaron en la equidistancia. Todos ellos actores menores de una obra mayor: la novela del golpe.
Pero algo falló. Porque la historia, como la vida, a veces tiene giros inesperados, el presidente no cayó. El pueblo no tragó entero, las redes sociales desbarataron el relato hegemónico. Y mientras los conspiradores ajustaban su siguiente movida, la democracia resistía como una flor que se niega a marchitarse.
Hoy, algunos de esos actores aún se pasean por los sets de televisión y las columnas dominicales. Fingen que no pasó nada, que todo fue un malentendido, pero la memoria no es tan frágil como creen.
Porque esta no es solo una novela, es una advertencia. Los golpes de Estado ya no llevan botas: llevan toga, tweet y teleprompter. Y los traidores ya no se esconden: se maquillan para salir en prime time.
También le puede interesar:
-.
Anuncios.
Anuncios.
(function(d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) return;
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = «//connect.facebook.net/en_GB/all.js#xfbml=1»;
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));
!function(f,b,e,v,n,t,s)
{if(f.fbq)return;n=f.fbq=function(){n.callMethod?
n.callMethod.apply(n,arguments):n.queue.push(arguments)};
if(!f._fbq)f._fbq=n;n.push=n;n.loaded=!0;n.version=’2.0′;
n.queue=[];t=b.createElement(e);t.async=!0;
t.src=v;s=b.getElementsByTagName(e)[0];
s.parentNode.insertBefore(t,s)}(window, document,’script’,
‘https://connect.facebook.net/en_US/fbevents.js’);
fbq(‘init’, ‘446647882874276’);
fbq(‘track’, ‘PageView’);