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A la “estupidez humana” atribuyó el presidente Gustavo Petro la versión que anda circulando, cada vez con más fuerza, de que su intención es suspender las elecciones del año entrante, para atornillarse en el poder.
Yo no pertenezco a los “estúpidos” que creen eso. Milito entre quienes creemos que el propósito de Petro, al afirmar que no confía en el sistema electoral colombiano, es aún más mezquino y siniestro.
Es evidente que si el mandatario lanzó esa aseveración, es porque tiene claro que la posibilidad de que alguien de su ‘cuerda’ gane los comicios del año venidero es casi nula. Y de acuerdo con el manual chavista-correísta-petrista, si unas elecciones no se pueden ganar, hay que deslegitimarlas
Según la más reciente encuesta de Guarumo, en la que puntea en intención de voto Miguel Uribe y queda en el segundo lugar Vicky Dávila, incluso existe un riesgo grande de que el petrismo ni siquiera clasifique a la segunda vuelta presidencial.
La única forma de que el petrismo tenga algún chance de permanecer en la Presidencia desde el 7 de agosto del 2026 es que el candidato sea el propio Petro, Y eso es imposible. Al menos por las vías legales. Pero como a Petro le gusta andar por carretera destapada, uno nunca sabe. Petro no tiene un candidato sólido para el 2026. El petrista que más marca en todas las encuestas es Gustavo Bolívar (que insólitamente ahora se declara víctima de las bodegas que él mismo creo). Pero a Petro no le convence esa candidatura.
Petro no tiene un candidato sólido. El petrista que más marca en todas las encuestas es Gustavo Bolívar. Pero a Petro no le convence esa candidatura
Petro no tiene un candidato sólido para el 2026. El petrista que más marca en todas las encuestas es Gustavo Bolívar (que insólitamente ahora se declara víctima de las bodegas que él mismo creo). Pero a Petro no le convence esa candidatura.
Y tiene razón. Bolívar marca bien porque tiene un top of mind alto. Pero, paradójicamente, el hecho de ser tan petrista y “amar” a su jefe lo convierte en mal candidato. El presidente tiene claro que quien lo represente en los comicios del 2026 debe ser, como dicen los mexicanos, “ni muy muy, ni tan tan”.
Es decir, debe ser alguien de izquierda pero capaz de morder votos del centro izquierda y del centro. Porque con los votos petristas, más o menos el 30 % del electorado, no le alcanza. Por la misma razón, Petro no va a apoyar a Carolina Corcho, ni a Susana Muhamad ni a nadie de sus entrañas.
Parece que al presidente le gusta ‘Pinturita’ Quintero, pero lo más probable es que el exalcalde de Medellín quede fuera de competencia por cuenta de sus muy serios líos judiciales.
Otra paradoja: Mientras su gobierno es cada vez más petrista, el mandatario anda en la búsqueda de alguien no tan petrista para que lo represente en las próximas justas electorales.
Al mirar la baraja de precandidatos, Uno podría decir que ese gallo podría ser Roy Barreras, que ahora anda en plan de venderse como un estadista y tratando de ocultar su verdadera esencia de culebrero político.
Pero Roy tiene dos problemas grandes: primero está muy desgastado, por todos los saltos ‘mortales’ que ha dado en la política y no lo quieren en el petrismo ni fuera de él. Y segundo, Petro, que es un viejo zorro, debe desconfiar profundamente de alguien que ha mostrado ser solo leal a sí mismo.
El mandatario tiene claro que Roy más temprano que tarde lo va a traicionar, como hizo con Uribe, Vargas Lleras y muchos más. Y no debe animarle mucho la idea de que Roy le haga lo que Juan Manuel Santos le hizo a Álvaro Uribe: que use los votos petristas para llegar a la Presidencia y que una vez alcanzado ese objetivo, le dé un portazo y gobierne con su propio libreto.
Otra posibilidad que tiene el petrismo puede ser apoyar a Claudia López, con quien ha tenido coincidencias en el pasado. Pero a la exalcaldesa de Bogotá no le debe sonar mucho esa alianza porque sabe que le restaría más de lo que le sumaría.
Lo cierto es que a diez meses de los comicios presidenciales, el petrismo no tiene un candidato que, siquiera, le garantice estar en la segunda vuelta presidencial.
Ante este complejo panorama, lo que le queda es sembrar la duda sobre el resultado de los comicios del año entrante, para, de entrada, desligitmar al mandato de su sucesor.
Lo que seguiría es hacerle una oposición radical al nuevo gobernante, combinando las formas de lucha, como la que le hizo a Iván Duque, con tan buenos resultados que le sirvió de plataforma para llegar a la Presidencia.
De esta forma, y teniendo un congreso favorable, podrían lograr reestablecer la reelección presidencial (sin Petro en el poder sería más fácil) para volver en el 2030. Y ahí si instalarse definitivamente en la Presidencia.
Por ello, frente a la dificultad de retener la presidencia, de seguro la estrategia del petrismo se va a centrar en fortalecer su presencia en el Legislativo.
Es una hipótesis, que puede sonar descabellada. Pero lo que nos ha quedado claro, luego de padecerlo tres años en la Presidencia, es que con Gustavo Petro todo es posible.
Del mismo autor: Gracias, Petro, por fortalecer nuestra democracia
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