La Virgen del Carmen, patrona de transportadores y símbolo de fe popular, une historia bíblica, tradición carmelita y fervor en pueblos como El Bagre
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Los libros sagrados dan cuenta de que la memoria litúrgica de Nuestra Señora del Carmen fue instituida para conmemorar la aparición de la Virgen, un hecho que, según los relatos conocidos hasta el sol de hoy, sucedió el domingo 16 de julio de 1251, cuyo testigo fue san Simón Stock. De allí surge la narración en el primer Libro de Reyes en donde se cuenta que el profeta Elías se reunió en el monte Carmelo con algunos hombres para defender la pureza de la fe de su pueblo, y ganó un desafío contra los sacerdotes del ídolo Baal. Y por si fuera poco, la Sagrada Familia se detuvo en este monte, en una especie de pausa, a su regreso de Egipto a Nazareth, donde se refugió mientras se le pasaba la ira al rey Herodes, que persiguió al pequeño Niño por considerarlo su principal rival de patio y llamarlo el usurpador.
Hasta ahí, todo bien, porque se deben respetar los textos bíblicos, pero otra cosa es meterse en los pequeños detalles humanos para saber de dónde sale ese cariño y la veneración que se ha ganado con el paso del tiempo la imagen de la virgen del Carmen, patrona de muchos pueblos, como sucede en El Bagre Antioquia, en donde además de ganarle el pulso a san José, hoy es el punto de partida y llegada dentro de la iglesia católica, aun cuando muchas veces los sacerdotes de esa parroquia no le tributan los festejos que años atrás forjaron la manera de ser de quien nació en esa población del Bajo Cauca antioqueño.
Entonces, por el año de gracia de 1154, el noble francés Berthold, que había llegado a Palestina con su primo Aimerius de Limoges, patriarca de Antioquía, se retiró al monte Carmelo, y decidió reunir a los ermitaños para que hicieran una vida que se rigiera por los preceptos de la cenobítica, que en palabras castizas es la tradición monástica que hace énfasis en la vida comunitaria. Los religiosos construyeron una pequeña iglesia en medio de sus celdas, dedicándola a la Virgen María, y tomaron el nombre de Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, y esa orden del Carmelo adquirió así sus dos rasgos distintivos: la referencia a Elías y el vínculo con María Santísima, por lo menos esos dicen los textos consultados al respecto.
Aterricemos el tema a nuestro país y es cuando encontramos, por ejemplo, que los transportadores colombianos la adoptaron como su patrona por la protección e intercesión que se le atribuye a la Virgen del Carmen en situaciones de peligro. Es común ver en las carreteras colombianas santuarios levantados en honor a la Virgen con decenas de velas alrededor, y farolas de los carros puestas por los conductores que pasan por el lugar y se detienen a orarle. Igualmente, los conductores mandan bendecir los escapularios e imágenes los cuales cuelgan y pegan en sus vehículos a manera de escudo protector.
Dicen que el origen de esta devoción se puede situar en las regiones del caribe colombiano porque en casi todos los municipios de los siete departamentos de esa zona, se le rinden diversos homenajes a la Virgen del Carmen en su día y los conductores participan de las procesiones en honor a su patrona engalanando sus vehículos y haciendo sonar sus bocinas y el estrepito que se arma ese día.
Hay un misterio que describe las cosas de esta manera: “Estaba Ella vestida de hábito carmelita, llevaba al Niño Jesús en sus brazos y en su mano el Escapulario, que le entrega diciendo: recibe, hijo mío este Escapulario de tu orden, que será de hoy en adelante señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los que lo vistan. Quien muriese con él, no padecerá el fuego eterno. Es una señal de salvación, amparo en los peligros del cuerpo y del alma, alianza de paz y pacto sempiterno”.
Es así como en los pueblos ribereños, como sucede año tras año en El Bagre, las gentes salen en procesión por el río, llevando la imagen escoltada por centenares de chalupas y otros aparatos, y por la noche son convocados los transportadores terrestres que también llevan la imagen en una gigantesca caravana por las calles del pueblo.
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