La Iglesia Anglicana permite sacerdotes casados, conciliando vida familiar y ministerio, mientras el celibato sigue siendo obligatorio en Roma
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Mientras en Roma persiste el celibato obligatorio, en la Iglesia Anglicana los sacerdotes casados son una realidad aceptada y creciente.
En medio de las discusiones internas que sacuden a la Iglesia católica sobre la posibilidad de permitir el matrimonio de sus sacerdotes, muchos vuelven la mirada hacia el modelo anglicano, donde el celibato no es una obligación, sino una opción personal. Para la Iglesia Católica Anglicana, la compatibilidad entre vida sacerdotal y vida familiar es un hecho cotidiano y aceptado.
Desde su separación de Roma en el siglo XVI, el anglicanismo ha construido una identidad propia, con una estructura jerárquica similar a la católica, conservando la tradición de la celebración de la Eucaristía y los sacramentos.
“En la Iglesia Anglicana no se ve contradicción entre ser sacerdote y tener una familia. De hecho, muchos consideran que la experiencia conyugal enriquece su ministerio pastoral”
En los diferentes países donde se encuentra presente la Iglesia Católica Anglicana – ACC, la figura del sacerdote anglicano casado es común. De hecho, varios obispos —incluso arzobispos— tienen hogares al mismo tiempo ejercen su ministerio.
A diferencia de la Iglesia católica romana, que impone el celibato como norma canónica desde el siglo XII, la Iglesia Católica Anglicana considera que el celibato es una vocación, no una imposición. Por ello, permite que los seminaristas contraigan matrimonio antes de ser ordenados al diaconado o al sacerdocio. Una vez ordenados, sin embargo, deben permanecer fieles a esa condición, ya sea célibe o casado.
En comunidades de países como México, Colombia, Perú y Chile, la ACC ha ganado terreno entre fieles que buscan una experiencia litúrgica más tradicional, pero con un enfoque pastoral más flexible y humano. En muchos casos, sus sacerdotes tienen familias, trabajan en oficios seculares y viven insertos en sus comunidades, lo cual favorece una cercanía pastoral distinta.
En el contexto actual, donde muchas iglesias cristianas enfrentan una disminución de vocaciones, la posibilidad de permitir sacerdotes casados aparece como una estrategia pastoral, pero también como una afirmación teológica. “El matrimonio no resta, suma. No nos hace menos sacerdotes, sino más humanos”
En un tiempo donde muchas iglesias enfrentan crisis de identidad, vocaciones y relevancia cultural, la experiencia de la Iglesia Católica Anglicana ofrece una mirada alternativa al modelo clerical tradicional. Al permitir el matrimonio sacerdotal sin renunciar a la ortodoxia doctrinal ni a la solemnidad litúrgica, plantea una pregunta que resuena más allá de sus propios templos: ¿es posible una Iglesia con ministros plenamente humanos, arraigados en la vida familiar y al mismo tiempo profundamente entregados al altar? La respuesta, para algunos, ya se está escribiendo en comunidades donde el sacerdocio no excluye el amor conyugal, sino que lo abraza como parte del llamado divino.
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