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Aunque la magnitud de la deuda externa colombiana, según comparaciones internacionales, no parece tan abultada, el peso de su servicio afecta de manera grave el presupuesto nacional.
La continuidad de la dependencia del capital financiero internacional y la falta de una política de desarrollo productivo impiden salir de la trampa de un endeudamiento creciente
Comparación con la deuda de otros países
La deuda externa pública colombiana en relación con su Producto Interno Bruto, PIB, está en el rango medio alto entre los países de América Latina.
Otros países de la región viven situaciones graves. Brasil es el más endeudado con el 88 % del PIB para 2023 después se encuentra Argentina con el 155% para el mismo año y en tercer y cuarto lugar se encuentran Bolivia y El Salvador con 81,5 y 84% respectivamente,
En quinto lugar, se encuentra Colombia que en 2024 llegó al 67,4%, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales. IIF.
Sin embargo, las fuentes varían en sus estimaciones y en consecuencia también varía la clasificación. Datos comparados del IIF y el Fondo Monetario Internacional, con estimaciones para 2025, clasifican a Venezuela y Bolivia como los países más endeudados en relación a su PIB, en tercer lugar, estaría Brasil y en octavo lugar Colombia con un nivel de endeudamiento ligeramente menor que el de México y según los cálculos de estas entidades la deuda colombiana estaría en el 59,7 del PIB en 2025.
Los datos oficiales de Colombia establecen que esta deuda se está incrementando pasando del 59,3% del PIB en 2024 a 61,3% en 2025 y con una proyección del 62,8% para 2026.
Conclusiones que se pueden extraer
De los simples datos no puede deducirse nada claro pues los países desarrollados tienen niveles de endeudamiento muy superiores como es el caso de Japón y Estados Unidos cuyas deudas superan ampliamente el 100% del PIB. La deuda publica china es muy alta acercándose al 117 % del PIB, pero su deuda externa es extremadamente baja 17% debido a que la mayor parte de la deuda es interna con entidades nacionales.
Por eso cuando se habla del enorme endeudamiento mundial hay que diferenciar los países desarrollados de los de menor desarrollo o dependientes ya que cuentan con aparatos productivos cualitativamente distintos y por ende con distinta capacidad de pago. También con diferencias en su poder exportador para adquirir dólares para pagar deudas que a nivel mundial la mayoría están denominadas en esta moneda.
Para poder evaluar la deuda colombiana es necesario precisar que el servicio de la deuda dentro del presupuesto nacional ha representado en promedio un 20 % en los últimos cinco años y con una tendencia a aumentar su participación al pasar entre 2022 y el 2025 del 20 % al 21,4 % estimado para el presente año.
El recurrente déficit presupuestal que se ha agudizado en los últimos años y dado el bajo crecimiento del PIB, las dificultades de recaudo en una economía débil y empobrecida llevan a que este déficit se financie con mayor endeudamiento como lo anunció el presidente Petro en el reciente Consejo de ministros.
Esto parece inevitable ya que las dificultades para obtener un mayor recaudo se deben a múltiples factores entre los cuales vale la pena señalar la ineficiencia de la DIAN, los excesivos privilegios tributarios que ningún gobierno, incluyendo el actual, se han atrevido a desmontar, a la falta de una mayor progresividad en los impuestos especialmente en los altísimos ingresos, pero ante todo y fundamentalmente a la debilidad del aparato productivo generador de nueva riqueza en la industria y el agro.
Esta situación ha hecho particularmente vulnerable las finanzas del país y lo han llevdo a buscar nuevos préstamos los cuales se adquieren no para inversión para multiplicar la riqueza sino para atender gastos sociales y de funcionamiento.
La política económica actual continuación de la de gobiernos anteriores
En estas condiciones, la banca multilateral y en particular el FMI con una participación superior al 40 % de la deuda colombiana puede determinar el rumbo de la economía colombiana, con toda clase de condicionamientos, para forzar a que el gobierno tenga los recursos para atender el servicio de la deuda por encima de la necesidades productivas y sociales del país.
Cumplirle al FMI y a los acreedores internacionales se ha vuelto el eje de la política económica y establece las limitaciones al gasto social y a la inversión que son los determinantes del crecimiento económico y de los programas sociales. La aceptación de los condicionamientos del FMI son visibles en el anuncio gubernamental de mayores recortes del gasto en caso de que no se apruebe la proyectada reforma tributaria.
La aceptación durante el presente gobierno y lógicamente de los anteriores de esta estructura financiera ha llevado al país a un callejón sin salida pues a mayor deuda más limitaciones presupuestales que conducen a un mayor endeudamiento.
Salir de esta trampa de la deuda exige medidas de muchos órdenes, algunas de las cuales se han experimentado en diversas latitudes, e incluso ensayadas por entidades financieras cuando ven que las economías se ahogan en la deuda y amenazan ser incapaces no solo de pagar las acreencias sino de adquirir nuevos préstamos, como fue el plan Brady.
El debate sobre este tema ha incluido el cuestionamiento a la legitimidad de la deuda, se han promovido reestructuraciones de la misma, renegociaciones, alargamiento de los plazos, disminución de los intereses e inclusive examen de la corrupción, la fuga de capitales y la realización de auditorías. Nada de esto se ha propuesto durante el gobierno de Petro ni siquiera como tema de discusión.
Lo único que se ha propuesto es el llamado canje de la deuda por acción climática, propuesta que ningún acreedor ha considerado seriamente
Lo único que se ha propuesto es el llamado canje de la deuda por acción climática, propuesta que ningún acreedor ha considerado seriamente, que no se ha propuesto en forma concreta a nadie y que Latinoamérica solo cuenta con una experiencia en Ecuador y cuyo resultado fue intentar ceder la soberanía de las islas Galápagos a un grupo de inversionistas.
En ningún escenario internacional se está considerando la propuesta y ella no ha pasado de ser tema de discursos fantasiosos en foros internacionales.
La única forma sana de disminuir el peso del endeudamiento en el PIB es hacer crecer el aparato productivo, aumentar las exportaciones con valor agregado para eludir la volatilidad de los precios de los productos básicos y combatir seriamente la corrupción que tiene asolado el país.
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