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Múltiples voces se han elevado sobre la responsabilidad del presidente de la República frente al intento de magnicidio en contra del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. De lo que sí, no cabe duda, es que, el mal ejemplo, la ausencia de principios, la complacencia con el crimen y la incitación colectiva al odio son determinantes y más en una sociedad violenta como la nuestra, avivada por un lenguaje exacerbado, cargado de resentimientos y con alta dosis de irresponsabilidad contra oponentes políticos. Las bases están a la vista, son una amalgama de prejuicios ideológicos, acusaciones infundadas y tergiversación intencionada de la historia. Agravado además, en una coyuntura muy sensible, porque se festeja la culpabilidad de un inocente, el más digno oponente, cuando está en disputa la continuidad del poder. Así las cosas, la voz del Presidente de una nación, para bien o para mal, es la brújula que señala rutas de maniobra a seguidores y detractores. Y es aquí donde recae una innegable responsabilidad.
Con la captura del sexto implicado en el crimen contra Miguel Uribe, los análisis y móviles publicados, afianzan la hipótesis que señala a la Segunda Marquetalia de Iván Márquez de la autoría, y si es así, no habría duda que fue orquestado desde Venezuela, desplazando desde allí a el Zarco Aldinever, un sabueso terrorista con similar perfil al extinto y sanguinario criminal alias. El Paisa, el cual cumpliría la misión de asegurar el plan de magnicidio.
No fuimos el país de la seguridad humana, tampoco potencia de la vida y menos de la paz total. Seguimos en el ciclo inacabable de presenciar unas fronteras bajo el control del crimen, sin cooperación efectiva y sostenida con los vecinos en materia de seguridad, por el contrario sendos de estos protegiendo y auspiciando el terrorismo y el narcotráfico. Se anuncian zonas económicas especiales, con un vecino siniestro, que no serán otra cosa que zonas de economía criminal, de hecho ya lo son.
Se rescata sí, la intención del ministro de Defensa para promover una Ley de Defensa Nacional, oportunidad que podría aprovecharse para incorporar una especie de Guardia Nacional o Fuerza Élite de Fronteras, que acabe con el descontrol fronterizo existente. También se destaca el gran trabajo y liderazgo que se cumple desde la Dirección de la Policía Nacional que ejerce la Presidencia de Ameripol, además de otros proyectos que avanzan con Europol, Interpol y algunas agencias extranjeras. Ojalá el impacto negativo de la inminente descertificación en la lucha antidrogas por parte de USA no genere una catástrofe mayor, porque es evidente, estamos desfinanciados. Este tema, fue precisamente, objeto de estudio en la pasada semana en Cancún, en el marco de la Asamblea Anual de ACAMS Institución con más de 40 años de existencia a nivel global dedicada al fortalecimiento en la prevención y lucha contra las economías criminales.
La experiencia demuestra que el proceso investigativo de magnicidios y atentados como el ocurrido contra el Dr. Miguel Uribe, permiten recaudar en tiempo récord evidencia suficiente para determinar la autoría material, la logística y el modus operandi. No ocurre lo mismo con la autoría intelectual, porque en el escalamiento de la investigación, comúnmente se llega a un punto ciego, que genera impotencia, donde el tiempo es el mejor aliado, porque las conexiones son difusas, imperceptibles, difíciles de descifrar y donde, paradójicamente, el rastro del eslabón central que conecta con las cabezas responsables, se difumina, más aún cuando se fugan los capturados. Surgen entonces, numerosas inferencias y se amplía borrosamente el análisis y las hipótesis, los que solo podrían fundamentarse y determinarse sí hubo una previa y profunda inteligencia sobre los autores, lo que no sucedió. El material probatorio necesario se hallará, en un futuro incierto, ojalá cercano, probablemente en la guarida virtual o física de los terroristas.
Iván Márquez no se atribuirá el atentado contra Miguel Uribe, sabemos que se mueven al vaivén de los intereses y la coyuntura, para ellos los tiempos, las circunstancias y las consecuencias no importan, soterradamente se ufanan de sus “operaciones” macabras y las victimas son hologramas. Mientras tanto, alebrestados, con cinismo, sin piedad y con cálculo electoral, usufructan las batallas que libran dos grandes héroes de la patria, uno por sobrevivir y el otro por recobrar su buen nombre y su libertad.
Quizás en un futuro, muy lejano habrá una confesión, ante la inoperable JEP, si es que le aguanta la gasolina para supervivir
El atentado, cumplió con su cometido: generar caos, desestabilizar, retar al establecimiento y reivindicar capacidad y vigencia de poder. Colocar entre las cuerdas al Ejecutivo y quitarse del camino a un promisorio y férreo oponente, además de conminar la fracasada e improvisada mesa de diálogo.
La corrupción y la violencia son las más graves e inminentes amenazas en periodo electoral y la puesta en escena se desarrolla como en el “Juego del calamar” donde despiadadamente el fin justifica los medios. Las informaciones indican que hay otros planes en desarrollo. He aquí el desafío mayor para las autoridades; el escenario electoral que se avecina, es realmente atípico y preocupante.
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