En Colombia persisten verdades que superan la manipulación política y mediática y revelan la necesidad de un liderazgo firme y con visión para el país
Por: Jesús Mora Díaz
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
En Colombia hay verdades que, por más que intenten ocultarlas bajo el lodo de la persecución política y la manipulación mediática, terminan imponiéndose con fuerza: Álvaro Uribe Vélez es inocente, y María Fernanda Cabal es la líder que necesita el país.
Lo de Uribe no es un juicio, es un linchamiento. Desde hace años, sectores radicales que no le perdonan haber derrotado el terrorismo, desmantelado el narcotráfico y restablecido el orden, lo han sometido a una cacería infame. Pero la historia y los hechos son más contundentes que cualquier montaje: el expresidente Uribe no solo lideró uno de los gobiernos más exitosos en materia de seguridad, inversión y cohesión social, sino que ha sido coherente en su defensa de los principios democráticos. Su único “delito” ha sido enfrentarse al proyecto del castrochavismo y defender a Colombia con determinación.
Mientras tanto, en medio de una izquierda fragmentada, irresponsable y profundamente ideologizada, ha surgido una figura firme, sin ambigüedades, con carácter y visión de país: María Fernanda Cabal. Una mujer que no le teme a los debates, que ha defendido sin titubeos la libertad, la propiedad privada, la justicia y el orden. Cabal ha demostrado que no se acomoda al vaivén político ni a los discursos populistas. Tiene una línea clara y una valentía que escasea en la política actual.
Uribe y Cabal representan una misma causa: la defensa de Colombia frente al desgobierno, la corrupción disfrazada de “progresismo” y el avance del odio de clases. Por eso, no es casualidad que quienes odian a Uribe también teman a Cabal. Saben que con ella no hay espacio para la claudicación ni para las zonas grises.
Es hora de dejar la tibieza. A Uribe hay que defenderlo con dignidad, sin miedo, porque se lo debemos como nación. Y a Cabal hay que respaldarla con decisión, porque encarna los valores que este país necesita para no seguir deslizándose por la pendiente del caos. Uribe inocente. Cabal presidente. Porque Colombia merece verdad, carácter y liderazgo.
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