Este nuevo ingrediente en la disputa por la elección de rector, viva desde el año pasado, en el que el ente de control pide anular la elección, es grave para la UNAL
En lugar de prepararse para abrir las aulas al semestre que está pronto a empezar, la Universidad Nacional se enfrenta una vez más a la disputa por la Rectoría. La reciente solicitud de la Procuraduría para anular la elección de Leopoldo Múnera como rector de la Nacional abre un nuevo episodio de la pelea que va más allá de los límites administrativos y jurídicos, pues, lo que está en juego es el futuro de la universidad pública más importante del país.
Desde que el Consejo Superior Universitario eligió como rector a José Ismael Peña el 21 de marzo de 2024, se despertó la indignación de la comunidad universitaria, pues Peña no era el candidato que había ganado en la consulta estudiantil. Aunque dicha consulta nunca ha sido vinculante, la comunidad unaleña expresó su descontento al sentir que nunca era tomada en cuenta su opinión. Esto desencadenó en numerables bloqueos y manifestaciones, por lo que la posesión del chiquinquireño nunca pudo realizarse y, a los 35 días de asumir el cargo, decidió ir a la Notaria 14 en compañía de 5 testigos y autoposesionarse como rector de la UNAL.
Después de 63 días de paro, el CSU revocó la elección de Peña y designó a Leopoldo Múnera como rector de la UNAL. Pero, Ismael Peña no se quedó de brazos cruzados e interpuso acciones legales al considerar que el ser apartado del cargo era una violación de principios fundamentales del Estado de Derecho.
Comunicado 004 de 2024 del Consejo Superior Universitario en el cual se informa que en sesión extraordinaria realizada el día de hoy se designó al profesor Leopoldo Múnera Ruiz como #RectorUNAL 2024-2027 👇 pic.twitter.com/cUgIX7BIuq
— Universidad Nacional de Colombia (@UNALOficial) June 6, 2024
Por su parte, Leopoldo Múnera, profesor de ciencia política con décadas de trayectoria de trabajo con el movimiento estudiantil, es visto por muchos como el representante de un modelo de universidad autónomo, comprometido con la transformación social. Es por ello que no es casual que haya sido uno de los candidatos con mayor respaldo en la consulta a la comunidad universitaria.
Múnera también recibió, en su momento, el apoyo de Gustavo Petro y del exministro Juan David Correa, quien fue designado para ejercer las funciones de ministro de Educación en la crisis de la elección del rector de la Universidad Nacional. Contar con el apoyo del Gobierno, hizo que la llegada de Múnera a la Rectoría despertara acusaciones por representar una supuesta instrumentalización ideológica de la institución lo que viola el principio de autonomía universitaria.
👉🏻Como profesor y egresado con más de 40 años en la @UNALOficial, fui designado rector para el periodo 2024-2027.
👉🏻En defensa de la autonomía universitaria, convoco a los miembros del Consejo Superior, a la comunidad universitaria y a todos los colombianos a acatar con firmeza… pic.twitter.com/POyEf1d0gB
— Jose Ismael Peña Reyes (@JoseIsmaelPena) June 6, 2024
Del otro lado, José Ismael Peña es ingeniero de sistemas con varios reconocimientos académicos, representa un modelo más tradicional de la Universidad, el cual se ha visto rodeado de diferentes escándalos en su círculo de apoyo conformado por personajes como Dolly Montoya, exrectora que tuvo como vicerrector a Peña; y el profesor Diego Torres, quien se ha caracterizado por sus postura intransigente y poco dispuesta al consenso.
No obstante, lo que está de fondo es una lucha de poderes por uno de los cargos más importantes del país. Ahora, con la intervención de la Procuraduría se añade un capítulo más al conflicto. La entidad del Ministerio Público sostiene que la elección del 21 de marzo fue válida, y que la elección de Múnera vulneró presuntamente el debido proceso. Pero para muchos en la universidad, esta movida representa una amenaza directa a la autonomía universitaria.

Este conflicto es una muestra de que la Universidad Nacional siempre ha sido un escenario donde las tensiones del país se reflejan y se amplifican. En el fondo, la pugna no es por una oficina en el Edificio Uriel Gutiérrez. Es por el rumbo de una institución que forma a miles de jóvenes de todo el país y que ha sido históricamente un espacio de pensamiento libre, resistencia cultural y crítica política.
La decisión final está en manos del Consejo de Estado, lo que ocurra en los próximos meses no solo definirá quién firma las resoluciones o lidera los consejos académicos. Definirá también si la universidad sigue siendo un campo de pensamiento abierto o si cede ante los vientos cada vez más fuertes de quienes fomentan el detrimento del claustro estudiantil. Porque si algo queda claro con este caso es que ya no se trata solo de Múnera o de Peña. Se trata de una universidad en disputa.
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