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Jeffrey D. Sachs es un economista estadounidense graduado en Harvard, prestigiosa universidad adonde llegó a ser profesor. Asesor económico de distintos gobiernos, como los de Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin en Rusia, es considerado un experto mundial en temas de desarrollo sostenible, en los que asesora a las Naciones Unidas. Es actualmente profesor y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia.
Siempre se lo ha considerado neoliberal, lo cual descarta cualquier sospecha de comunismo, socialismo o tendencias semejantes. Actualmente suma a sus actividades la de conferencista sobre temas económicos y políticos de relevancia internacional. Pueden encontrarse en YouTube múltiples videos donde expone su pensamiento, sorprendentemente crítico en torno a las posiciones adoptadas por los Estados Unidos.
No cabe duda de que, en el llamado Occidente, se han venido imponiendo una serie de tesis cuyo corolario fundamental es la intolerancia absoluta a las posturas diferentes. La libertad de expresión, aquella facultad ganada tras siglos de lucha abierta de los pueblos contra los poderes establecidos, ha devenido en una especie de absurda pretensión de fanáticos e ignorantes, incapaces de entender el valor de la verdad oficial.
Es así que, como relata el mismo profesor Sachs, después de haber sido invitado por años a escribir en los diarios y revistas más importantes de los Estados Unidos y Europa, sobre temas económicos y políticos, hoy le resulta imposible conseguir que le publiquen siquiera una columna de 700 palabras. La razón es sencilla, el profesor Sachs ha puesto toda su honradez al servicio de la verdad, de describir sin falsedades la realidad del entorno.
De manera especial sobre lo que sucede en Ucrania, a qué se debe en verdad aquel conflicto, quiénes son los verdaderos responsables. Sachs disecciona el papel desempeñado por el secretario de Estado James Baker III, quien prometió a Gorbachov en 1990 que la OTAN jamás se expandiría al oriente si la URSS aceptaba la conformación de una sola Alemania, cuestión que la propia OTAN, alentada por los Estados Unidos, violó a partir de 1994.
Si en 1990 la OTAN tenía apenas 12 países, sus fundadores, en 2024 aspiraba a completar, con la vinculación de Finlandia, la cifra de 32, extendiéndose hasta la frontera con Rusia en Ucrania, país en el que promovió un golpe de Estado en 2014, conocido como el Maidán, dirigido por los Estados Unidos, cuya subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, tomó hasta la decisión de quien debía ser el nuevo presidente. No importó para nada lo que pensara Rusia.
Dado el pasado histórico de Ucrania, su región oriental, el Dombás, estaba habitada por población de origen ruso, cuya lengua se hablaba en todo el país. El nuevo régimen ucraniano, primero con el presidente Poroshenko y luego con Zelensky, emprendió una política segregacionista, de expulsión violenta de la población rusa del Dombás, prohibiendo su lengua materna y proscribiendo la religión ortodoxa, política depositada en manos de fuerzas paramilitares de vocación nazi.
Además de insistir en el ingreso de Ucrania a la OTAN, que Rusia consideraba como un peligro real para su seguridad, dado que aquella podría ubicar armamento nuclear en su frontera, a pocas millas de Moscú. Como si Rusia o China instalaran bases nucleares en el norte de México. El desprecio absoluto de Occidente por la suerte de la población del Dombás, así como por Rusia, país al que públicamente aspiran a desmembrar en al menos 20 estados, se encargaron del resto.
Qué no sufrirá aquél que se atreva a dudar del discurso oficial sobre Venezuela, Maduro, las elecciones y la asunción del nuevo mandato de seis años
Hoy, quien se pronuncie en contra de la verdad oficial sobre la guerra en Ucrania resulta ser un agente de Putin, al que califican como dictador y criminal. El conjunto de los grandes medios norteamericanos y europeos, para no decir latinoamericanos y colombianos, posicionan a diario su versión, en la que Occidente, en el que paradójicamente incluyen a Japón, Corea del Sur y Taiwán, representa la democracia, la libertad y la justicia.
Incluyendo Israel, a quien llaman la única democracia del Oriente Medio, pese a la política de expansión, destrucción y muerte que ejecuta, con el guiño de aprobación de ese mundo civilizado. Si alguien como el profesor Sachs es vetado y considerado un agente ruso, qué no se dirá de cualquiera que examine con alguna objetividad el ascenso económico, social y político de China, quien, gracias a su modelo, ha sacado 800 millones de habitantes de la pobreza.
Ahora, qué no sufrirá aquél que se atreva a dudar del discurso oficial sobre Venezuela, Maduro, las elecciones y la asunción del nuevo mandato de seis años. Hasta Petro se asusta con la idea de reconocer el triunfo del chavismo, pese a su diaria denuncia sobre el golpe de estado que fraguan contra él. Ahora viene Trump, y habrá que estar de acuerdo con la apropiación de Canadá, el golfo de México, Groenlandia y el canal de Panamá, o seremos irremisiblemente condenados.
Del mismo autor: El rescate de la verdad durante 2024
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