Es conocido como el pasaje Michonik y aún hay huellas de él en el centro de la capital. Se inauguró en 1930 y en total eran 9 casas las que lo conformaban
En un presente en el que es totalmente normal ver conjuntos residenciales en cada esquina de Bogotá, hace poco menos de un siglo ese estilo de vivienda era inexistente en la capital. A inicios de 1900, las casas aún guardaban las características coloniales: eran de grandes espacios y sus diseños siempre daban a la calle principal. Aun así, en 1928, un judío nacido en Ucrania fue quien tuvo la idea de levantar el primer conjunto residencial de Bogotá: el pasaje Michonik, un grupo de casas ubicado en plena Candelaria que se convirtió en un legado.
Dentro de dicho espacio, que se conformaba de nueve viviendas que colindaban con los cerros Orientales, Jorge Michonik, como era su nombre, no solo les mostró a los capitalinos una nueva forma de vivir, con casas “más seguras”, sino que también ayudó a los cientos de judíos que llegaron a la capital colombiana huyendo de Europa. Como un sagaz empresario, utilizó su conjunto para albergarlos y su compañía para emplearlos, siendo uno de los grandes impulsores de la comunidad judía en Colombia.
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Jorge Michonik, el judio que echó raíces en Colombia
Jorge Michonik nació en un pequeño pueblo de Ucrania, llamado Medvin, en mayo de 1890. Su nombre de pila era Godl, pero con el transcurrir de sus viajes fue cambiándolo, primero a Georges, al llegar a Suiza en 1904, y después a Jorge, cuando arribó a América. Fue en 1910 cuando pisó por primera vez tierra colombiana, después de haber estado en Perú y Ecuador, y se enamoró tanto de esta tierra que decidió echar raíces e iniciar un negocio textil que, con el tiempo, lo llevó a ser un reconocido empresario.
Esta compañía era conocida como “El Emporio de los Paños” de Jorge Michonik, y la inició en Bogotá a finales de la década de 1910. Fue tal el éxito que cosechó, que logró tener sedes en Cali, Manizales y Medellín, convirtiéndose en un referente de la producción de ropa para caballero y acumulando un capital que, luego, lo llevó al mundo agrícola y al mundo inmobiliario. Fue entonces cuando tuvo la idea de comprar un terreno para crear un conjunto de casas, algo nunca antes visto en Bogotá.
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El pasaje Michonik, el primer conjunto residencial de Bogotá
En 1928, Jorge Michonik decidió comprar un terreno en plena Candelaria, en la carrera 2.ª entre calles 11 y 12, y dar vía libre a un proyecto que contempló construir nueve casas, siete de un piso y dos de dos pisos, y agruparlas en un pasaje encerrado por una reja. Por entonces, el crecimiento de la población de la ciudad se venía haciendo más marcado y se necesitó empezar a crear otros estilos de vivienda que albergaran a más personas. Así fue como el ucraniano fue la mente detrás del primer conjunto residencial de Bogotá.
La construcción de las casas duró aproximadamente dos años y estuvo a cargo del arquitecto e ingeniero Luis F. Ospina. En 1930 se inauguró el innovador conjunto residencial que, en un primer momento, fue la casa de los ciudadanos bogotanos que vieron en este nuevo estilo de residencia una forma de vivir seguros, sin abandonar la vida en comunidad. Aun así, con el tiempo también se convirtió en el lugar donde llegaron los judíos que huyeron de Europa en busca de oportunidades, mismas que encontraron de la mano de Jorge Michonik, quien también les dio trabajo en el “Emporio de los Paños”.
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Un lugar de historias de fantasmas
En 1950, Jorge Michonik falleció y el pasaje quedó en manos de su hijo, Jack Michonik. Los años de oro continuaron durante otras cuatro décadas; pero en 1990 se dio un proceso de venta del conjunto y hasta ahí llegó su importancia. Desde entonces, la historia de las casas ha sido consumida por la naturaleza y el abandono, y, en la actualidad, ya casi nadie reconoce el sitio como el primer conjunto residencial de Bogotá. Sus rejas permanecen cerradas, sus fachadas están grafiteadas y su aspecto se acerca más al de un pueblo fantasma.
Es más, en los últimos años, quienes lo han visitado lo han hecho porque es uno de los sitios predilectos para los populares recorridos turísticos que se hacen en La Candelaria, y que tienen como fin captar la esencia paranormal de este antiguo barrio. Hay relatos de fantasmas en el lugar y leyendas a su alrededor, aunque su historia más interesante es la de haber sido el pionero de los conjuntos residenciales, que ya suman más de 30.600 a lo largo y ancho de Bogotá.
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