El verdadero golpe de Estado a Petro es quitarle el celular a las 3 a.m.

Luego de la crisis diplomática presentada entre Colombia y Estados Unidos, se llega a la conclusión de que el Petro no puede seguir dirigiendo al país desde X

Ya estuvo bueno, ya se pasaron los límites, el Iphone de Petro no puede ser más el instrumento para dirigir un país. Se le ha dicho en todos los tonos y por todos los medios, (en todos los idiomas no, él solo habla y entiende español) que suelte ese bendito aparato. Pero nada.

Ya no nos cabe un estudio más donde se prueba y re contra prueba que el chisguete de dopamina que expulsa el cerebro cuando recibimos un like es más adictivo —en el peor sentido de lo que entendemos por placer— que ver la casa de los famosos Colombia mientras se consume bazuco.

Por eso es por lo que puede ser a cualquier hora que el presidente y su cerebro necesite de ese estímulo que solo dan las redes sociales, y está también probado que le gusta recibir placer a las 3 a.m., no se puede editar ni borrar la hora en que se publica un tuit.

La polvareda que se armó con Trump lo demuestra, la escena bien pudo ser así: puso a un soldadito de la guardia presidencial a prender la chimenea mientras se chantaba una ruana de Nobsa, preparó agua de panela con tinto, sacó de una caleta un pielroja, puso a todo volumen “para el pueblo lo que es del pueblo, para el pueblo liberación” de Piero, se acomodó en una poltrona y a tuitear se dijo.

Mientras tanto, los funcionarios de prensa de presidencia hacían lo que mejor saben hacer: nada. La prueba es que no hay ningún filtro, ni consejo a Petro sobre el manejo de su cuenta en X, sabroso devengar salario así.

Hay que estar muy llevado de X o Twitter para no seguir entrepiernado hasta las 8 a.m. con una mujer tan bella como Verónica, y preferir levantarse a gobernar desde el celular en la madrugada.

Cada like o comentario de apoyo que lee le hace creer que el pueblo está de su lado, (noticia presidente, en la Colombia profunda ni siquiera saben qué carajos es Twitter), y cuando Vicky Dávila o cualquiera de sus huestes lo insultan o contradicen, le entra la paranoia del golpe de Estado y empieza a arrobar a la CIDH, a la ONU, a la UNESCO y a cuanta ONG defensora de derechos humanos se le ocurra y pide que el pueblo hijo de Gaitán se levante y lo defienda.

Segunda noticia presidente, los hijos de Gaitán ya para cuando sumercé lleva 4 horas con el celular, están espichados en un transmilenio viendo a ver cómo es que sobreviven y lo último que se les pasa por la cabeza es pedir un permiso para “levantarse en una sola alma de lucha” y salir a marchar a apoyarlo. Y los que sí quieren saben que al día siguiente los echan por no ir a trabajar, entonces tampoco por ahí es el apoyo.

Los gringos tienen una tradición o método cuando un ser querido tiene problemas de adicción, le hacen una reunión sorpresa o intervención —así lo llaman— y tratan primero por las buenas de convencerlo de que tiene un problema y debe internarse en una clínica de desintoxicación, si no acepta, lo meten a las malas en una ambulancia y directo al centro de rehabilitación.

No sé cómo sea el protocolo cuando a un presidente le pasa eso, pero lo que sí sé es que lo primero es quitarle el celular y como a un niño ponerle horarios para su uso, toca de a poquitos al principio, por un lado, pero por el otro toca hacerle una intervención de urgencia y hacerle entender que no es un vulgar tuitero, es el presidente de la República y que actúe en consecuencia.

No es más.  

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