El papá de los exnarcos fundó en Medellín La Margarita del Ocho un comedero que también puso en Bogotá, con el que se quedó su sobrina, que se casó con Rafael Santos
Un gran número de los clientes que iban a los restaurantes La Margarita del Ocho, tanto de Bogotá como el de Medellín no llegaban especialmente por la comida. Iban al lugar atraídos por el espectáculo de caballos de paso fino que se paseaban por todo el lugar, pero más que todo por el interés particular de conocer en persona a su dueño, a don Fabio Ochoa Restrepo, un paisa de una obesidad característica que también fue reconocido por tres cosas: era uno de los caballistas más famosos del país, décadas atrás había fundado en Medellín su restaurante y criadero de caballos La Margarita del Ocho y era el papá de Juan David, Jorge Luis y Fabio jr. Ochoa Vásquez, tres confesos narcotraficantes, socios de Pablo Escobar, que se conocían como el clan Ochoa.
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Luego de acabar su matrimonio con Margoth Vásquez don Fabio Ochoa Restrepo empacó maletas y se radicó en Bogotá para vivir con su segunda esposa y joven esposa, Silvia Hoyos. Eran los primeros años de la década de los 90. En ese momento sus tres hijos varones, nacidos en el hogar Ochoa Vásquez, estaban entregándose a la justicia mediante la Ley de sometimiento del presidente César Gaviria por narcotráfico. Los hermanos Ochoa acordaron con el Gobierno del liberal César Gaviria no ser extraditados y pagar solamente cinco años de cárcel como condena. Los tres Ochoa ya estaban libres cuando llegó 1996; pero el menor de ellos, bautizado con el nombre de su padre, una vez en libertad, volvió a traficar cocaína junto a carteles mexicanos. Fabio Ochoa jr. fue recapturado en 1999 y extraditado a Estados Unidos donde pagó una condena de 24 años de prisión. Quedó libre el pasado 23 de diciembre.
Don Fabio, como todos le decían con solemne respeto al obeso caballista, puso en Bogotá la sucursal de su restaurante La Margarita del Ocho y también de su criadero del mismo nombre que había fundado en los años 70 en Medellín, donde era común ver a sus hijos atender las mesas, antes de que se convirtieran en capos al lado de Escobar, Carlos Leheder y Gonzalo Rodríguez Gacha.
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Para hacer su nueva vida en Bogotá sin que nada de la cultura paisa se le pasara por alto, Fabio Ochoa Restrepo se trajo para la capital desde Antioquia muchos de sus más de mil caballos de paso fino y unos 150 jóvenes antioqueños para que le atendieran sus negocios. La sucursal de su restaurante paisa lo instaló en una gigante hacienda ubicada en la calle 222 con Autopista Norte.
Ochoa Restrepo logró crear en Bogotá una extensión de Antioquia. Convirtió el lugar en una experiencia para sus visitantes fusionando la gastronomía típica paisa con exhibiciones ecuestres. La Margarita del Ocho se convirtió rápidamente en un punto de encuentro para los amantes de estas dos culturas que siempre han estado muy ligadas. Fue un lugar donde además de caballos, se hablaba de política y se hacían grandes negocios al calor de música de cuerda y botellas de aguardiente.
Fabio Ochoa Restrepo fue señalado por muchos como narcotraficante. Decían que no solo era el patriarca de la familia sino también del negocio en el que estaban metidos sus hijos. Aunque fue buen amigo de Pablo Escobar, el líder del Cártel de Medellín, el grupo de mafiosos que sus tres hijos ayudaron a fundar, la justicia nunca pudo comprobar relación alguna con el tráfico de cocaína.
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Quienes conocieron el lugar, decían que La Margarita del Ocho parecía más un gigante establo con mesas a su alrededor que un restaurante. Decían también que parecía el set de una película de vaqueros: caballos, caballerizas y todos sus empleados vestían de sombrero, jeans y botas. Era extraño no encontrar allí a su dueño, quien se convirtió –sin serlo– en un personaje de la leyenda traqueta antioqueña de los años 70 y 80, algo que motivaba la llegada de los clientes. Todos querían al menos verlo aunque él no era muy dado a saludar, porque siempre estaba ocupado. Tenía un ojo puesto en cómo funcionaba el restaurante y otro atendiendo el negocio de compra y venta de caballos. Todo lo hacía desde un cómodo sillón de cuero donde descansaba su pesada figura.
Unos años antes de que Fabio Ochoa Restrepo muriera en 2002 por complicaciones médicas, La Margarita del Ocho ya había pasado por una serie de transformaciones. Desde aquellos días quedó a cargo de su sobrina Margarita Lucía Gallego Cano, quien después de varios litigios que aún se siguen resolviendo en juzgados, se quedó con el restaurante. Margarita Gallego, quien también es la esposa del cantante Rafael Santo Díaz, hijo del legendario vallenato Diomedes Díaz, conoce mejor que nadie aquel negocio que ahora se llama solamente Mi Margarita. Fue por muchos años la mano derecha de don Fabio Ochoa Restrepo en el restaurante La Margarita del Ocho. Era ella la que organizaba todo para que el negocio funcionara.
Fue precisamente en el famoso restaurante donde Margarita Gallego conoció a Rafael Santo Díaz, hace 26 años. Fue en un concierto del Cacique de la Junta, en el que Diomedes Díaz le presentó a su hijo la mujer que lo contrató para amenizar la noche. Desde ese día, ha dicho Rafael Santos en entrevistas, que Margarita Gallego se convirtió en su musa.
Después de que la pareja se casara en 2005 Rafael Santos se convirtió no solo en su esposo sino también en su socio en el restaurante. Margarita Lucía y el cantante vallenato le han dado al lugar un carácter nuevo sin desprenderlo de sus raíces antioqueñas. Ahora, entre los cortes de carne y las bandejas paisas, no solo se escucha la música de cuerda sino también constantes acordes de vallenato, muchas veces con un Rafael Santos Díaz en la tarima. Las caballerizas también se llenaron de nuevos animales de paso fino que mantienen el legado que le imprimió don Fabio Ochoa Restrepo cuando lo fundó en la década de los años 90.
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