Pepe Mujica enfrenta el cáncer con la misma sabiduría y austeridad que guio su vida, enseñándonos a valorar lo esencial y aceptar la muerte con dignidad
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El hombre despojado de vanidades, el que no piensa en acumular ni que vaya a vivir para siempre. El que actúa como piensa. Dice cosas que no gustan a los codiciosos; se convirtió en defensor de los desposeídos sin predicar el evangelio ni fingir de profeta. Tiene la ternura de un niño y no le interesa la fama, sino el discurso que enseña a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos.
Nunca presumió de nada. Se preocupó mucho por la educación de los jóvenes, les enseñó con su ejemplo. Siempre repitió que «no puedes comprar más vida en un supermercado«, indicando que la vida se acaba y que hay que valorar lo que ya tienes.
Desde su militancia en la guerrilla de «Los Tupamaros» mostró su espada de humanista. Nunca derrochó, nunca claudicó. Su modestia lo hizo conocido en todo el mundo. Su singular manera de lucir un blazer sencillo, sin corbata, es un gran ejemplo para los que no han aprendido que lo que más vale es el contenido, y no solo conformarnos con la etiqueta. El hombre que piensa de esta manera se llama José Alberto Mujica Cordano, más conocido como Pepe Mujica.
Es un hombre grande que será recordado por su perseverancia; habiendo pasado por la cárcel durante 15 años de su vida, no claudicó en llegar a una posición que le permita servir en un auténtico apostolado. Jamás desistió… Fue un ateo confeso, aunque programó una misa por la salud de Hugo Chávez. No pensó en hacerse presidente del Uruguay, pero su personalidad carismática le empujó a ello.
Hoy está aquejado por las dolencias que trae el continuo caminar, pero también un cáncer en el esófago que se ha extendido al hígado. Es por ello que ha desistido a continuar con los tratamientos, es por ello que asume la muerte como un descanso para el cuerpo. No obstante, no se deja abatir. Cómo buen humanista se ha despedido diciendo que ya le ha llegado la hora de descansar.
El gran Pepe Mujica es un gran filósofo de nuestro tiempo. Es un Sócrates que enseña la mayéutica caminando, y como el propio Sócrates, acepta la cicuta, pensando en que todos estamos condenados a muerte.
Cuando fue elegido presidente de la República Oriental del Uruguay asumió forma oficial su cargo en una ceremonia realizada al aire libre en la Plaza de la Independencia, frente a muchísimo público e invitados como Hillary Clinton, Cristina Fernández, Néstor Kirchner, Rafael Correa y Hugo Chávez, entre otros.
Mujica no aceptó establecer su residencia en el Palacio Presidencial, sino que prefirió continuar viviendo en el lugar que siempre lo había hecho, en una chacra en las afueras de Montevideo, una propiedad de su esposa Lucía Topolansky, quién se desempeñaba como senadora en aquel momento, y a quién le correspondió tomarle el juramento a su esposo como Presidente. El Palacio Presidencial lo destinó para recibir delegaciones internacionales. Y en una oportunidad invitó a los habitantes de la calle a compartir una cena, al considerar que el Palacio le pertenecía al pueblo.
En la chacra cultivan flores que les reportaban algunas utilidades, pero su visión austera lo llevaría a compartir sus ingresos con los más necesitados; de hecho, el 90 porciento del salario que devengaba con presidente lo destinaba a las causas sociales en favor de los más necesitados. Se transportaba en un viejo Volkswagen modelo 82. Era un pragmático de la austeridad. Siempre decía que había que vivir sobrio: “Me gusta vivir de manera moderada, yo no soy pobre, me gusta vivir con austeridad”. Pero también afirmaba: “La política es una pasión, al que le guste la plata que se dedique a los negocios”.
Pepe Mujica es considerado un filósofo con la concepción de Platón. Sus postulados sobre la vida han llevado a que muchos periodistas quieran entrevistarlo. Plantea que el ser humano debe buscar su felicidad, pero cuando la felicidad depende del dinero, siempre quieres tener más y más, en consecuencia, la felicidad está extraviada. Hay hombres que son famosos por crear guerras, pero muy pocos por promover la paz y la igualdad. ¡No entiendo por qué a Pepe Mujica no le han dado un Nobel de Paz!
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