A ritmo de música andina, con cuentos que sanan y videoclips que incluyen lengua de señas, se ha convertido en una voz distinta dentro del arte colombiano
Visibilizar las rimas latinoamericanas, hablar de temas incómodos, darle voz a las minorías y hacer oda a la música andina son algunas de las banderas del cantautor colombiano Dani Vasco, un paisa de 37 años que busca hacer del arte su estilo de vida y así contribuir al mundo de manera autóctona.
El paisa, además de incluir lenguaje de señas en sus videoclips musicales para que las personas sordas también gocen de su música, le apuesta a cuentos infantiles que abordan temáticas que en pleno siglo veintiuno siguen levantando ampolla en la opinión pública.
“Me di cuenta de que las personas sordas pueden sentir y vivir la música, y eso me inspiró a incluir la Lengua de Señas Colombiana en mis presentaciones”, dijo el artista en entrevista con Las 2 Orillas.

La música
En la mayoría de sus composiciones, Dani Vasco incluye melodías andinas, colombianas, chilenas y brasileñas, y se inspira en varios de sus ídolos como Rosalén. “La primera vez que incluí interpretación en señas fue cuando le abrí un concierto en Medellín. Ella iba a presentarse con público sordo, así que me pareció coherente que el telonero también tuviera ese componente”, recordó.
El cantautor medellinense habla con orgullo de su producción más reconocida, titulada Uno con la tierra, con la que busca crear conciencia sobre diversas problemáticas sociales y climáticas. Como parte de este mensaje, realizó un emotivo show acompañado por un coro de 20 personas sordas que interpretaron sus canciones en lengua de señas, con quienes practicó un mes entero.
“La idea es mostrar que somos parte del planeta, no superiores a otros seres vivos, sino hermanos de ellos. No se trata de una jerarquía, sino de una relación circular e integrada con el entorno”, destacó el artista.
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La literatura
El cantautor también ha incursionado en la literatura infantil. Escribió “Cuentos de una hoja”, un libro que reúne cinco relatos para niños en los que aborda temas complejos —como la pandemia, el encierro, la diversidad sexual, el maltrato infantil, el trabajo infantil y el cuidado de las mascotas— de manera sencilla, con el propósito de que los niños puedan comprenderlos fácilmente.
Al ser consultado de por qué aborda esos tópicos, Dani Vasco reconoció que vivió muchas de esas situaciones durante su niñez y “quería que otros niños pudieran encontrar herramientas para entender y afrontar lo que les pasa”, aseguró. Además, indirectamente, le respondió a sus eventuales críticos.
“No se trata de adoctrinar ni imponer nada, sino de que un niño que viva una situación difícil pueda encontrar refugio o apoyo a través de un cuento”, mencionó
Otros cuentos del paisa abordan temas como el trabajo infantil, como en “El sueño de Nala”, una historia que muestra que un niño que trabaja aún puede tener sueños y alcanzarlos en la adultez. Estos cuentos fueron distribuidos de forma digital y gratuita a través de redes sociales, marcando el inicio de una serie de proyectos literarios con propósito social que buscan acercar temas complejos a los niños de manera sencilla.


Luego nació “El viaje de Chimil”, una obra realizada en alianza con la Fundación BM en Medellín, centrada en el cuidado de los manglares. Más adelante, Dani Vasco desarrolló Un cuento de todos, en colaboración con la Universidad CES, un proyecto enfocado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en el que él escribía los cuentos y los hijos de empleados de la universidad los ilustraban. Finalmente, dio el salto a la narrativa juvenil y adulta con Los Condenados, una novela crítica del sistema político y religioso, que cuestiona las creencias impuestas que muchas veces terminan por condenarnos. Esta obra, de tono poético y apocalíptico, ya se encuentra publicada en Amazon.
Con su música, sus cuentos y su compromiso con la inclusión, Dani Vasco demuestra que el arte puede ser un acto de resistencia, una herramienta de transformación y un refugio para quienes más lo necesitan. Ya sea cantando con un coro de personas sordas o escribiendo sobre realidades silenciadas, este paisa sigue demostrando que las historias —cuando se cuentan desde el corazón— pueden cambiar el mundo.

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