Mientras que prepara su mega concierto en El Campín, exporta miel hecha campesinos y madres solteras, construye hoteles, cría caballos y emplea a más de 150 personas
Por estos días, Yeison Jiménez no solo canta. También administra, invierte, construye, contrata y hasta exporta. Hoy puede ser más fácil encontrarlo entre reuniones empresariales que en camerinos y estudios. El hombre que hace ya más de dos décadas recogía chatarra en las calles de Caldas y vendía aguacates en la Central de Abastos de Bogotá, genera hoy en día cientos de empleos directos e indirectos, además ya es el primer artista de música popular colombiana que llene el estadio El Campín de Bogotá. Su Tour 2025, al que bautizó Mi promesa, logró sold out. Ya tiene vendidas todas las entradas. Aunque la música le ha dado todo lo que tiene, sus negocios por fuera de la música le están creando un enorme imperio económico.
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Yeison Jiménez ha invertido su dinero en Ganadería, miel de abejas, turismo, moda, transporte, bienes raíces. La lista crece como las reproducciones de sus canciones en YouTube. Uno de los primeros negocios que montó fue el Criadero La Cumbre YJ, su marca de caballos finos. También tiene discotecas, una marca de gorras, una línea de gafas, una empresa de transporte y otra de construcción. Vende propiedades. Produce miel de abeja. Construye hoteles. Y mientras se alista para celebrar su cumpleaños frente a más de 40 mil personas en el estadio El Campin de Bogotá, coordina la inauguración de tres nuevos proyectos hoteleros: uno en Fusagasugá, otro en Mariquita y uno más de Fúquene.
Uno de los más recientes negocios que entró a su portafolio es la apicultura. Por estos días Yeison y su equipo están enfocados en convertir la exportación de miel en un modelo de negocio sostenible. Sus colmenas serán construidas por personas privadas de la libertad, la producción la harán madres cabeza de hogar y campesinos. Es un negocio para ayudar, así lo dice él. No lo dice para lucirse porque Yeison Jiménez es alguien que ya no necesita demostrar nada.
Aunque la cuenta bancaria la tiene llena, el más grande de la popular en Colombia no deja de madrugar. Se despierta a las 7:30 de la mañana para arrancar con reuniones. Las reuniones siguen y siguen a lo largo del día. Reconoce que es difícil equilibrar entre la música y el manejo administrativo. Pero también dice que está logrando uno de sus sueños: generar empleo. Hoy, más de 150 personas viven de sus empresas. En días estos días en los que organiza un gigante concierto, él está detrás de la activación económica de decenas de personas proveedores.
El show del Campín promete ser una celebración en grande con los más importantes interpretes de la música regional colombiana. En el estadio habrá una tarima principal y otra secundaria para los invitados de honor que lo acompañaran. También, por tratarse de su cumpleaños, subirá a 100 personas del público para subir al escenario y partir junto a él la torta de cumpleaños.
La experiencia para este evento comenzará antes del concierto. Juegos, espacios para compartir, actividades para los ‘parches’. Jiménez no quiere solo un concierto: quiere un festival. Y detrás de ese espectáculo, está su empresa. Solo el montaje del concierto generará más de 2.500 empleos directos, sin contar los vendedores ambulantes, los vendedores de camisetas y gorras, los técnicos, los cocineros.
Yeison Jiménez se ha convertido en un símbolo en Colombia. Su historia es la de miles que alguna vez soñaron con una finca, una empresa, un carro. Él no solo lo logró, sino que lo multiplicó. El artista que le canta al amor y al desamor, ha construido un modelo de negocios coherente con su identidad. Lo suyo es un universo que va del sombrero al ladrillo, del escenario a la colmena. Él es Yeison Jiménez un empresario que canta y un cantante que emprende.
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