Los hutíes, desde el empobrecido Yemen, desafían a potencias como EE.UU., Israel y Reino Unido en defensa del pueblo palestino y su causa
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Sin duda, el genocidio en Gaza sigue siendo uno de los problemas internacionales más candentes de la actualidad. Por ende, la tregua acordada en marzo y el correspondiente acuerdo de intercambio de prisioneros fue un hecho que ha llevado gran alivio a todos los niveles, comenzando, desde luego, por la propia población de la franja que ha experimentado sufrimientos inenarrables. Obviamente, las familias de los cautivos de uno y otro bando mostraron gran felicidad al tener de nuevo en los hogares a sus seres queridos.
Lástima que poco después se reanudó el genocidio que sigue martirizando al pueblo de Palestina. En ese marco, dado que al lado de los palestinos estuvo firmemente el grupo Ansaralá (“guardianes de Dios”) que han sido etiquetados por la prensa con el rótulo de “hutíes”, también se dio la liberación de personas que habían sido secuestradas por formar parte del barco Galaxi Leader, de propiedad de un magnate israelí.
La captura de la nave se dio en cumplimiento de la decisión de impedir la navegación por el Mar Rojo de naves hacia o desde Israel y de atacar las naves de guerra de países aliados del gobierno de Netanyahu, como muestra de solidaridad con el pueblo palestino. Dicho barco fue tomado por Ansaralá en noviembre de 2023 y 25 tripulantes quedaron prisioneros en la parte de Yemen controlada por ese movimiento, sometida a durísimos bombardeos aéreos de fuerzas estadounidenses y británicas, cómplices del gobierno israelí, que también realizó algunos ataques.
Otro será el momento en que se comenten los aspectos más importantes de esa contienda, de gran importancia por el aporte de los yemeníes, ya que sus acciones (que no se limitaron al cierre de la navegación, sino que implicaron varios ataques con misiles al propio territorio israelí) tuvieron un impacto muy fuerte en la economía de Israel, al grado que su puerto más importante en el Mar Rojo, Eilat en hebreo, Umm Rash Rash en árabe) se declaró en quiebra.
La actuación de los hutíes puede catalogarse como una verdadera epopeya, dado que están en el país más pobre del mundo árabe y apenas están superando la agresión de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos(con presencia, cómo no, de mercenarios colombianos), la hambruna y las epidemias. Aun así, se enfrentan a Israel y a sus poderosos patrocinadores (EE. UU. y Gran Bretaña). El mundo vio asombrado como un movimiento popular de combatientes en chancletas, una verdadera “guerrilla del Paleolítico” al decir del geopolítico Alfredo Jalife (aunque ciertamente usan armas tan modernas como misiles capaces de alcanzar destructores y otros buques de guerra), enfrentó con éxito los portaaviones y bombarderos anglosajones que alfombraron con bombas el martirizado suelo yemení.
Pues bien, en esas condiciones, es un verdadero milagro que ahora los rehenes (ciertamente inocentes, pues trabajaban en una embarcación civil y pertenecen a diferentes nacionalidades, filipinos en su mayoría) hayan sobrevivido y sean liberados en muy buenas condiciones de salud. Tanto que agradecieron las atenciones que se les brindaron. Al parecer resultó cierto lo que les dijo un alto mando del gobierno y del movimiento, Abu Mohamer Al-hutí, a los pocos días de la toma del barco, en el sentido de que no se sintieran prisioneros sino “huéspedes del pueblo yemení”. A esto se añade que la embarcación misma se convirtió en una atracción turística y constantemente había un verdadero desfile de curiosos que iban a verla.
Como inquieto por esta temática, he esperado ansiosamente que la paz retorne a la convulsionada región mesooriental para ir a ver sobre el terreno diferentes aspectos que hay que palpar directamente y me dispongo a viajar a la zona en cuanto sea posible. Quisiera ir a abrazar a los gazatíes sobrevivientes o dar mi abrazo a los otros palestinos en Cisjordania, pero ambas cosas resultan difíciles porque debe pedirse permiso al régimen victimario, la ida puede ser perjudicial para la salud y francamente me da pavor estar cerca del nuevo Herodes, un tal Satanhayu.
Por eso prefiero, a todo riesgo, darme la asomadita por Yemen, cuando se pueda transitar nuevamente por el Estrecho de Bab-Al Mandeb (“Puerta de las lamentaciones”). Espero no lamentarlo y de una vez anuncio que no seré guardián de Alá ni mucho menos de la prosperidad de los occidentales, pero sí me apunto a disfrutar unos días de la hospitalidad hutí.
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