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Los colombianos estamos jugándonos la vida en cada debate, como si fuera la última batalla. La derecha estuvo dispuesta a arrasar al Gobierno Petro con todo tipo de jugaditas sucias en el Congreso, antes que pasar la Reforma Laboral. Y Petro se jugó el todo por el todo, movilización social, consulta popular y cambio constitucional incluidos, para lograr salvar la Reforma que apenas recupera lo perdido por los trabajadores durante el largo invierno uribista. Ganaron Petro y los trabajadores. Pero la guerra continúa.
El terreno quedó servido ahora para el combate en torno a la Regla Fiscal. Será una larga confrontación que irá hasta el próximo gobierno, sin duda alguna. Todo vale, hasta la moderación hipócrita del lenguaje. Veamos.
Es normal que los gobiernos quieran gastar e invertir lo máximo posible, para cumplir sus mandatos y para buscar reproducirlos, ganando las siguientes elecciones. Es así en todo el mundo. Pero también pueden incrementar el gasto, vía inversión pública, para recuperar la actividad productiva, como lo demostraron Currie, Kaleki y Keynes, en ese orden cronológico.
Para financiar el gasto los gobiernos pueden subir los impuestos y/o recurrir al endeudamiento y transferirle al siguiente gobierno la deuda acumulada. Siempre subir impuestos es impopular. Entonces la tropa neoliberal, desde Gaviria hasta Duque, escogió la alternativa “brillante” de vender las empresas estatales, privatizar los servicios públicos (educación, salud, seguridad, agua, aseo, etcétera) para reducir el gasto, hasta constreñir el Estado a mero aparato militar y de “seguridad” de los contratos. Ese modelo ha estallado socialmente, no es sostenible.
El actual Gobierno de Estados Unidos cambió un poco el modelo neoliberal: va a aumentar los gastos, en especial militares, reducir los impuestos a las grandes empresas y espera que el mundo siga respaldando su creciente deuda pública al mantener al dólar como divisa patrón de pagos internacionales y reserva de valor, donde los poseedores de activos financieros de todo el mundo depositan sus excedentes: títulos de la Reserva Federal. De paso, con los nuevos aranceles, espera mitigar el déficit fiscal, que las empresas regresen a instalarse en Estados Unidos y que tributen allí. Esto último no hace parte del credo neoliberal. Y la sostenibilidad del dólar parece debilitarse. Amanecerá y veremos. Estados Unidos no tiene Regla Fiscal. Punto.
Recién Alemania decidió saltarse su Regla Fiscal e incrementar el déficit a 6% del PIB, entre otras para financiar el rearme militar. El resto de Europa seguirá el camino, como lo impuso Trump a la OTAN en La Haya el 25 de junio.
En Colombia se estableció la Regla Fiscal mediante Ley 1473 de 2011, para darle confianza a los prestamistas extranjeros de que el Estado mantendría un balance ajustado en las finanzas públicas y un tope en la deuda externa, con lo cual podría pagar cumplido el servicio de la deuda. El mandado fue hecho por el ministro Echeverry.
La situación fiscal del país es muy difícil en este 2025. El déficit ronda 6.8 % del PIB, que puede llegar a 7% a final del año
La situación fiscal del país es muy difícil en este 2025. El déficit ronda 6.8 % del PIB, que puede llegar a 7% a final del año, casi el nivel que dejó José Antonio Ocampo en 1998: 7.7%. Se entiende que Ocampo gastó a manos llenas para palear con subsidios políticos la crisis del “Proceso 8.000” del gobierno Samper. Se entiende, pero no se olvida.
A Ocampo se le olvida reconocer que la actual crisis se presenta porque él (y su equipo) sobredimensionó el recaudo de impuestos esperado en 2023 y tuvo que anticipar ingresos del 2024. Pero no fue esa la causa principal. El origen de fondo está en el crecimiento de la deuda pública, tanto interna como externa, que llegó al 61% del PIB, y en particular por el crecimiento del monto de los intereses de la deuda: en 2012 estos representaban 2% del PIB, en 2022 superaron el 4% y este año pueden llegar al 5%, según estimaciones de Echeverry. Esto ¿qué significa? Que es el sector financiero el que se está lucrando a costa del resto del país. Tenemos un problema de deuda disparada y de especulación financiera, gracias, entre otros factores, a que el Banco de la República mantiene sobreelevada la tasa de interés de referencia.
Pero ¿por qué se disparó la deuda pública? Para cubrir el déficit fiscal durante el gobierno Duque. Este delfín de Uribe escaló el déficit de 2.5% del PIB hasta 7.8% en el 2020, al final de su mandato. La disculpa fue el inmenso gasto en transferencias al gran empresariado por la pandemia y la asistencia en vacunas, con corrupción incluida. En adición, Duque dejó envenenado el presupuesto a futuro al no actualizar los precios del diésel y la gasolina, algo así como 90 billones de pesos.
Así pues, tenemos un problema de crecimiento del déficit fiscal, altas tasas de interés, crecimiento de la deuda pública y de los intereses de la deuda y en adición, rigidez del gasto (condicionado a pagar deuda, pensiones y funcionamiento). No queda margen para la inversión pública (la cual este año será la menor de los últimos 10 años como proporción del PIB) que debe reactivar la economía.
El presidente Petro no tenía otra opción que adoptar una fuga temporal de la regla fiscal ante la situación de bloqueo institucional (la reforma tributaria fue esquilmada en la Corte), para poder pagar los compromisos de la deuda y mantener un margen básico de inversión.
La economía colombiana anda bien, como lo reconoce el exministro Ocampo, tanto en el crecimiento del PIB, reducción del déficit en Cuenta Corriente, reducción de la inflación y del desempleo.
No obstante, la jauría de candidatos presidenciales de la derecha, algunos de los cuales son economistas neoliberales, se oponen a que el Gobierno mantenga el margen de inversión pública y prefieren proclamar de nuevo que vendrá el caos. Que no habrá crédito ni inversión internacional y se disparará el dólar. Ese verso ya lo escuchó Colombia en la campaña presidencial pasada.
Claro que el debate es importante y seguirá. Sobre todo, porque el Acto Legislativo 03 de 2024 establece que en los próximos 12 años se aumentarán gradualmente las transferencias que hace la Nación a las entidades territoriales, vía Sistema General de Participaciones (SGP), las que pasarán del 24% al 39.5% de los Ingresos Corrientes de la Nación (ICN). Y aún no están claras las competencias que se trasladarán desde el Estado central a los entes territoriales. Eso tiene todo que ver con la Regla Fiscal.
En el fondo, este es un problema político y no solo de política económica. La Ley de la Regla Fiscal es un instrumento para darle “confianza” al sistema financiero internacional: se privilegia la rotación financiera de la deuda antes que la inversión productiva. Claro, la situación de inestabilidad mundial, incluyendo las guerras que se traslapan y se escalan, desde Gaza a Ucrania, India-Paquistán, y ahora Israel+Estados Unidos contra Irán… enrarecen el escenario financiero internacional y Colombia no es excepción. Esperemos que nuestra guerra sea solamente verbal, por la asignación de los recursos al sector financiero o al sector productivo.
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