Viajó para la inauguración de la Embajada en Praga pero esta se aguó y la mujer fuerte del Gobierno empezó a vivir el infierno judicial que le espera en Colombia
Todo estaba listo para la inauguración de la Embajada de Colombia en Praga que se llevaría a cabo este viernes 3 de julio. La canciller Laura Sarabia tenía tanto entusiasmo que ordenó con mucha anticipación que su nombre como Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia quedara en la placa que reposaría en la sede adquirida por el gobierno de Colombia. El presidente Petro se había propuesto abrir las embajadas y adquirir sedes para las delegaciones diplomáticas la República Checa y en Rumania, sin dar una razón muy clara ni justificación alguna dentro de una estrategia diplomática y comercial hacia el exterior, distinta a que éstas habían sido cerradas en el 2002, en el gobierno de Álvaro Uribe cuando por razones de austeridad lo hicieron con 22 sedes diplomáticas.
En ambos casos, los entonces cancilleres, Álvaro Leyva y Luis Gilberto Murillo, nombraron sendos Embajadores de carrera. A Rumania llegó quien ya había era embajador en Polonia pasó a asumir funciones en Bucarest, aún sin sede diplomática. La embajada de Colombia en Praga anduvo más rápido y la funcionaria de carrera Solangel Ortiz Mejía presentó el 15 de octubre de 2024, sus cartas credenciales ante el presidente de la República Checa, Petr Pavel. De esta manera, se hizo reapertura de la Embajada de Colombia en Praga. Colombia tuvo embajada en el país en la década de los 90, pero esta fue cerrada en el repliegue diplomático de 2002.
La embajadora consiguió una sede que precisamente iba a inaugurar Sarabia con la presencia del canciller checo Jan Lipavsky, a pesar de sus reparos político con el gobierno Petro, ya que este forma parte de un gobierno de coalición de centro derecha. La carta que se jugó la delegación de Colombia en Praga para asegurar su presencia fue el rol del Presidente Petro como líder de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y su dimensión latinoamericana por reunir a 33 países del continente.
La fiesta que prometía ser un gran evento diplomático se marchitó con la intempestiva decisión que se conoció casi que en el momento del aterrizaje de la canciller colombiana en el Aeropuerto Internacional de Praga. Y se sabe ya que el canciller checo no asistirá.
La llegada a Praga con la carta de renuncia en mente
La embajadora Ortiz esperaba con su pequeño equipo de trabajo a la ministra Sarabia que había tomado la ruta desde Lisboa, Portugal. Se preveía que llegaría acompañada por al menos tres funcionarios de nivel de la Representación de la cancillería en Europa –protocolo, prensa y cultura- para apoyar el evento del viernes. Pero no fue así. Llegó solo con un Community manager para manejarle las redes sociales y un fotógrafo.
Desde su llegada la canciller no pudo disimular su preocupación. Casi que simultáneamente estaba publicando en su cuenta X la carta de renuncia al Ministerio que solo ocupó durante cuatro meses.
Su confusión fue imposible de disimular y lo único en lo que fue clara con la embajadora fue en evitar a como diera lugar la prensa. A pesar de que le tenían reservado un hotel en el centro de Praga pidió trasladarse a la residencia de la embajada para evadir los medios de comunicación, incluido Radio Praga con el que tenía previsto una entrevista. En Colombia la noticia se conoció públicamente en la mañana de este jueves 3 de julio, pero la Canciller horas antes les había comunicado su decisión a algunos cercanos. La comunicación con el Presidente se había dado en la escala que éste hizo en Islas Canarias en su vuelo de regreso a Colombia desde Sevilla en España, después de hacer una escala en Granada donde dijo querer hacerle un homenaje a Federico García Lorca, el poeta asesinado en la Guerra Civil española.

La preocupación de Laura Sarabia, más allá del lio de los pasaportes
La razón aparente de su sorpresiva renuncia habría sido la diferencia con la Casa de Nariño en el manejo del tema de los pasaportes en el que, desde hace una semana, empezó a jugar el pastor Alfredo Saade quien funge ahora de jefe de gabinete.


Laura Sarabia había advertido públicamente en la posible necesidad de ampliarle el contrato a Thomas Greg & Sons, la mega empresa de los hermanos Bautista que por considerar que el proceso de fabricación en la Imprenta Nacional no estaba listo y que se corría el riesgo de generarse una crisis. El Presidente a través de Saade prendió las alarmas y advirtió que a los contratistas cuestionados por él no se les ampliaría el contrato, con lo que se daba una nueva desautorización pública a la canciller.
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Aparentemente este fue el último contratiempo que se volvió insalvable. Pero los problemas de Sarabia con el Presidente tendrían un ingrediente más de fondo y de allí el trino del Petro de aceptación de su renuncia en el que puso el tema de la codicia como asunto prioritario en su mensaje a la joven funcionaria, como si aquella, como unos cuantos funcionarios de su gobierno se hubieran también dejado tentar por la codicia, es decir el dinero y la ambición asociada al ejercicio del poder.


Lo cierto es que la verdadera preocupación que ronda a la canciller en Praga, donde en algún momento rompió en lágrimas de angustia es el regreso a Colombia, sacado por la puerta de atrás de Washington, del coronel Carlos Feria, el jefe de seguridad del Presidente y quien guarda los secretos del polígrafo ilegal a Marelbys Meza de la niñera del hijo de Laura Sarabia con los complicados ingredientes de dólares, poder y violencia. Las condiciones en que el Departamento de Estado puso de devuelta a Colombia a Feria por la solicitud y denuncia de la representante Republicana María Elvira Salazar, lo colocan en una condición de gran vulnerabilidad frente a la justicia.
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El excoronel Carlos Feria ya fue imputado por la Fiscalía que había logrado distraer con el nombramiento que le hizo el presidente Petro como agregado policial en la Embajada en Washington, al lado del embajador Daniel García Peña.
Su aterrizaje en Colombia está mediado por la tensión de su situación judicial que puede terminar en condena con la amenaza de prender el ventilador que involucraría directamente a Laura Sarabia, algo que seguro le preocupa mucho más que el tema del contrato de los pasaportes.

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