La cocina bogotana pierde sabor y memoria: un informe revela las recetas tradicionales que están a punto de desaparecer
Entre tanto restaurante de moda, aplicaciones de domicilio y cocinas de autor, Bogotá está perdiendo su esencia en la mesa. Las recetas que definieron por generaciones el sabor cachaco están desapareciendo a un ritmo tan silencioso como alarmante. Así lo advierte un informe del programa de Gastronomía de Areandina, sede Bogotá, que suena como una advertencia: la cocina santafereña está en peligro de extinción.

Ya casi nadie prepara en casa los envueltos de vaho, esa mezcla de maíz pelado, plátano y panela que se cocinaba envuelta en hojas de plátano. Mucho menos la sopa de indios, una receta que combinaba repollo, cuajada, huevos, harina de maíz y costilla de res. Y no hablemos de la mermelada de papa con uchuvas, un postre tan raro hoy, que muchos jóvenes no sabrían si se come frío o caliente.
Daniel Escudero, director del programa de Gastronomía de Areandina, advierte que estos platos nacieron del mestizaje entre indígenas, europeos, africanos y migrantes, y su desaparición no es solo una pérdida culinaria, sino también una ruptura en la identidad cultural de Bogotá.
El olvido se cocina en casa
El informe es claro: estas recetas están ausentes de los restaurantes, los recetarios y, lo más grave, de las conversaciones familiares. Ya no se enseñan en casa, ni se transmiten entre abuelos, padres e hijos. La cocina que unía generaciones se está diluyendo entre productos industrializados y comidas rápidas.
Pero la solución está más cerca de lo que parece. Volver a cocinar en casa con ingredientes locales como la papa criolla, el maíz o la cuajada puede ser el primer paso. Escudero propone elaborar recetarios familiares y cocinar en conjunto, no solo como un ejercicio gastronómico, sino como un acto de memoria. También invita a los colegios, universidades y medios de comunicación a visibilizar estas recetas, a crear festivales barriales y ferias gastronómicas que rescaten el patrimonio culinario bogotano.
“La cocina no es solo nutrición. Es identidad, es cultura, es memoria”, insiste el experto. Recuperar esas recetas no es una nostalgia vacía, es una forma de recordar quiénes fuimos y de qué estamos hechos.
Si logramos que las nuevas generaciones se enamoren del sabor de antes, tal vez Bogotá no pierda el hilo que la une a su pasado.
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